Capitulo 20

Entonces, la anciana, al notar la curiosidad persistente de Ravenna, decidió contarle la historia oscura de la familia Reichstag.

Resulta que la familia Reichstag era nada más y nada menos que un ducado de Silvanthal. Sin embargo, su historia estaba marcada por la tragedia y la locura.

- Anciana: es una historia un poco inquietante... Conocida en casi todo el Reino, a pesar de que esa familia siempre había sido señalada por su bestial capacidad para enfrentarse a los mismos demonios y perder fácilmente la razón... Nunca había sucedido nada como lo que ocurrió hace más o menos veinte años atrás...

La anciana, con una mirada llena de recuerdos sombríos, comenzó a relatar la trágica historia de los Reichstag.

- Anciana: Hace unos veinte años, Silvanthal se vio sumido en una tragedia que dejó cicatrices imborrables. Los Reichstag, un antiguo ducado conocido por su destreza en la caza de demonios, eran respetados y temidos.

- Ravenna: ¿Duques?

Interrumpió Ravenna con sorpresa.

- Anciana: Si, Duques.

Reafirmó la anciana para luego continuar.

- Anciana: El Duque de ese entonces, llamado Dantalion, revolucionó a la familia al casarse con una plebeya. La familia se oponía firmemente, y al no conseguir el apoyo de su familia, el Duque se volvió autoritario, deshaciéndose de aquellos que se oponían.

Cuando parecía que las cosas se calmaban, la esposa del Duque quedó embarazada. Pero la alegría se desvaneció cuando una vidente, conocida por sus acertadas predicciones, proclamó que el hijo que nacería estaría maldito y sería la perdición de la familia Reichstag y del mundo entero. Enfurecido, el Duque mató a la vidente en el acto.

Una conspiración se formó contra el Duque, apañada por el propio Rey de Silvanthal. Cuando el Duque se dio cuenta, intentó proteger a su esposa embarazada levantándose contra el rey. Sin embargo, su furia lo llevó a cometer actos atroces, eliminando a cientos de hombres y provocando incendios en ciudades para amedrentar al Rey. Finalmente, su hermano menor, Daeron, movido por lealtades divididas y la necesidad de frenar la locura que asolaba el reino, tomó la dolorosa decisión de acabar con la vida del Duque... La plebeya y su hijo no nacido también pagaron un precio cruel. Se dice que fueron asesinados, y por un tiempo, Silvanthal respiró aliviado. Pero los rumores persisten...

- Anciana: se dice que la mujer y el niño sibrevieron... Y que el niño vaga por ahí esperando cumplir su destino predicho..

La anciana titubeó por un momento, como si debatiera si revelar o no ciertos detalles.

Ravenna, con la mirada perdida en el relato, comenzó a darle sentido a esas palabras.

Profundamente absorta en sus pensamientos, Ravenna se vio interrumpida por la voz de la anciana.

- Anciana: ¿Estás bien, querida?

Ravenna, sacudiendo ligeramente la cabeza como para despejarse, agradeció a la anciana por compartir la historia. Luego, con seriedad, le pregunta sobre la apariencia y el nombre de la plebeya.

-Ravenna: ¿Sabes cómo se llamaba y cómo lucía esa mujer plebeya?

La anciana, con un gesto melancólico, respondio que lamentablemente no tiene esos detalles. La geografía separaba su pequeño rincón en Granata del territorio del Duque Reichstag en el este del reino. Aunque conocía la trágica historia, los detalles sobre la mujer y su hijo eran un misterio para ella.

- Anciana: No lo sé, querida. Todo eso sucedió al este del reino, y yo nunca he oído hablar de cómo era o cómo se llamaba esa mujer. Hay muchos kilómetros entre Granata y el territorio de los Reichstag.

- Ravenna: entiendo...

Murmuró Ravenna, decepcionada de no conseguir más detalles.

- Ravenna: ¿Cuál es el próximo pueblo y cuánto tiempo tomaría llegar allí?

Preguntó Ravenna a la anciana, ella le explicó que Marcandia era el siguiente destino y le dio indicaciones sobre el tiempo de viaje, pero también le advirtió sobre los peligros del camino.

- Anciana: El viaje hasta Marcandia puede llevar tres días en carruaje o a caballo, y unos cinco días caminando. Pero debes tener cuidado, querida. El camino está plagado de bandidos y traficantes de personas. Te recomendaría no viajar sola.

- Ravenna: le agradezco la información Señora...

Aunque agradeció la advertencia de la anciana, Ravenna decidió ignorar sus recomendaciones.

Después de comprar algunos alimentos para el viaje, Ravenna se despidió de la anciana y se dispuso a abandonar Granata.

Ahora con un rumbo más certero y una idea gestándose en su cabeza de que tipo de conexión tenía ella con esa familia, Ravenna procuró acelerar su llegada al objetivo que era la familia Reichstag.

Era el tercer día de viaje a pie de Ravenna hacia Marcandia, a pesar de los dichos de la anciana, de que el trayecto era peligroso, a Revenna no le pareció que fuera así, ya era el tercer día que caminaba desde el amanecer hasta el anochecer y ni siquiera había visto a alguien, pero ese día eso cambió.

Ravenna, con paso firme pero cauteloso, avanzaba por el sendero boscoso que se adentraba en el deanso bosque. Los árboles se alzaban majestuosos a ambos lados del camino, sus ramas entrelazadas formaban un dosel oscuro que apenas dejaba pasar la luz del sol moribundo.

A medida que el crepúsculo descendía sobre el bosque, Ravenna divisó un bulto en la distancia. Al principio, la figura era apenas discernible entre las sombras, pero a medida que se acercaba, se hizo evidente que no era un tronco caído o un animal muerto, sino un hombre.

El hombre yacía en el suelo, inmóvil y silencioso, su cuerpo grande como el de un oso parecía fundirse con la tierra bajo la luz moribunda del atardecer. Ravenna se detuvo a unos metros de él, su mirada escudriñando cada detalle visible.

El hombre parecía herido, su aliento era apenas un susurro en la quietud del lugar. Ravenna se acercó con cautela, sus sentidos alerta ante cualquier indicio de peligro. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo distinguir los rasgos del hombre con mayor claridad.

Sus ropas estaban desgarradas y manchadas de sangre, su cuerpo robusto yacía en una postura dolorosa. Ravenna observó sus manos, grandes y ásperas, ahora inertes a su lado. Una sensación de intriga se apoderó de ella mientras examinaba al hombre herido, ¿que podría haber dejado en ese estado a alguien de semejante tamaño?

- Ravenna: Tan grande como un oso...

Murmuró para sí misma, su voz apenas un susurro en el silencio del bosque.

Luego, analizando la situación, Ravenna se enfrentó a la pregunta que surgía con obviedad.

- Ravenna: ¿Qué debo hacer?

La figura desvanecida allí, vulnerable y herida, planteaba a Ravenna una decisión que podría afectar su viaje hacia la familia Reichstag.

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Comments

Laura Aguado

Laura Aguado

aaahhhh más capítulos por favor!!!!❤️❤️❤️

2024-02-08

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