Capitulo 13

Lewel satisfecho por la elección de Ravenna desapareció envuelto en una luz enceguesedora, mientras Ravenna al darse que se está esfumando ante sus ojos grita despegada.

-Ravenna: ¡Espera! ¿Qué debo hacer ahora?

Pero sus palabras se perdieron en el eco del vacío. Ravenna se quedó sola, rodeada por la brillantez fugaz que dejó tras de sí el ser divino.

La oscuridad del lugar pareció cerrarse sobre ella, y un sentimiento de desesperación la envolvió. Ravenna cayó de rodillas, sin saber cómo enfrentar el destino que había elegido.

-Ravenna: ¿Puede realmente un simple mortal como yo cambiar algo en este mundo?

Sin embargo, la realidad era implacable. Lewel había sido claro, la responsabilidad recaía completamente en Ravenna. Cada elección, cada acción, sería suya y solo suya.

Con determinación titilando en sus ojos, Ravenna se levantó. Aunque el camino estaba oscuro e incierto, algo ardía dentro de ella. No permitiría que su sufrimiento y el de su pueblo fueran en vano.

Entonces a medida que avanzaba hacia su casa se hacían más claros los sonidos de los pasos de soldados acercándose en su dirección, Ravenna tenía una cosa clara, no debía ser encontrada por los caballeros del príncipe, porque sí lo hacían, de seguro la matarían como a todos los habitantes de ese pueblo.

Ravenna apuro sus pasos para evitar el encuentro, pero entonces una mano la tiro con fuerza antes de que llegara a la puerta, sintió el fuerte golpe contra el suelo y al abrir los ojos frente a ella parado tenía a un caballero, este rio diciendo.

- que tenemos aquí...

Ravenna lo miró con ojos como llamas, el caballero la miro de arriba abajo, recorriendo minuciosamente su figura.

- aunque estás desaliñada puedo ver que era una belleza... Y no estás enferma.

Agregó con un tono desagradable, Ravenna frunció el ceño y dijo.

- Ravenna: sal de mi camino!

Grito mientras trataba de incorporarse, el hombre rio mientras tiraba su casco hacía un lado desabrochando su cinturón y arrugando la cara con arrogancia, dijo.

¡- A quién crees que le gritas perra, pronto estarás ahogada en gemidos pidiendo más!

Ravenna entendió de inmediato lo que estaba insinuado, sus ojos se abrieron temblorosos y su corazón se agitó, en ese instante sintió como sí su instinto de supervivencia se activara, dió media vuelta e intentó salir gateando, pero él hombre la tomó por la pierna y con fuerza bruta la arrastró hacia el.

Ravenna grito y forcejeo, pero no sirvió de nada, el caballero se tiró sobre ella y comenzó a manosearla. Metiendo su mano bajo su falda acarició su muslo y rió entre dientes.

- ¿qué me dices de este lugar?, parece ser una entrada inexplorada.

Revenna estaba desesperada, si no hacía algo ese hombre abusaría de ella, entonces vió que tenía un cuchillo en su cintura y lo tomó.

El mal llamado caballero estaba concentrado intentado bajarle la ropa interior, y por ello no se dió cuenta de que Ravenna tomo el cuchillo de su cintura.

Con desesperación logró clavárselo en el cuello, el hombre soltó un grito de dolor y se retorció llevando la mano hacia el cuchillo que perforo en un lugar mortal.

Las fuerzas comenzaron a escapar de el al igual que la sangre que fluía por la herida, el miró a Ravenna que aún yacia bajo el, cuando intentó hablar para insultrla apenas abrir su boca tosió sangre, tanta que comenzó a ahogarse, Ravenna lo empujó a un lado, el la miraba con desespero como si clamara por ayuda, pero él no tenía idea de que había despertado en Ravenna un instinto de supervivencia que le decía que él era un peligro para ella.

Ravenna que nunca en su vida había tomado un cuchillo que no fuera para cortar frutas o carne, ahora arrancó el que le había clavado en el cuello a una persona y no titubeó en volver a clavarcelo y no una, sino tres veces hasta que el dejo de moverse.

El cuello del hombre quedó irreconocible, las manos de Ravenna estaban manchadas con su sangre, sin embargo no parecía impresonada ante la grotesca imagen.

Ravenna se quedó paralizada por un momento después de arrebatar la vida del hombre que intentaba abusar de ella.

Por un instante, el peso de lo que acababa de hacer la golpeó con fuerza. Recordó cómo solía valorar cada forma de vida, desde los insectos más pequeños hasta los seres humanos más grandes. Había sido educada para respetar la vida en todas sus manifestaciones, pero ahora se encontraba enfrentando la realidad brutal de quitar una vida humana.

Sin embargo, a medida que el shock inicial se desvanecía, Ravenna se dio cuenta de que no sentía nada. No había remordimiento ni culpa, ni siquiera una pizca de arrepentimiento. Una extraña sensación de indiferencia se apoderó de ella mientras observaba el cuerpo sin vida.

Tampoco estaba asustada, sus ojos rosas brillaron sutilmente y una expresión indiferente se apoderó de ellos.

Ya no era la misma persona que alguna vez había sido, y el proceso de descubrir la verdad detrás de la farsa de su mundo había dejado cicatrices en su alma, transformándola en alguien capaz de enfrentar la muerte sin pestañear, ya sea por supervivencia o por la nueva senda que había elegido.

Con pasos decididos, Ravenna entró en la casa, evitando la habitación donde reposaban los cuerpos de sus seres queridos. En su lugar, se dirigió a su habitación y tomó algunas prendas de ropa, asegurándose de llevar solo lo esencial para su viaje incierto, pero no pudo evitar tener que entrar a la tacita de su madre para tomar aquel anillo que ella había insistido con anterioridad para que ella lo tomara.

Decidió no despedirse de los cuerpos de su madre y hermano, no porque no los amara o valorara su memoria, sino porque entendía que no era un adiós definitivo. En su mente, era más seguro pensar en su propia muerte como un encuentro futuro con ellos en algún lugar más allá de este mundo lleno de caos y sufrimiento.

Con el bolso en su hombro y la novela en su mano, Ravenna dejó su hogar atrás, sabiendo que el camino que tenía por delante sería difícil y peligroso, pero más difícil y peligroso.

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