Enzo.

Kathering.

Estos últimos días, desde que se atrevió a meterse por la ventana de mi casa, ha estado super pedante. Sus comentarios sarcásticos y su mirada tan fría y a veces indiferente me descolocan. Ahora que habías planeado terminar nuestros proyectos en casa de Sarah, de pronto aparecía siempre y sus comentarios tampoco faltaban. Cómo la vez que le dijo a Sarah que no necesitaba guardaespaldas porque me tenía a mí. Es un imbécil.

Hoy mi jefe por alguna razón decido no abrir el café, ha tenido que hacer un viaje de último momento, pero no es precisamente por eso, quizás es una situación más delicada. Me pidió por mensaje que viniera solos para rectificar si la caja fuerte de su oficina está asegurada, tuvo que salir muy rápido y se ha olvidado de ese detalle. Yo tengo llaves del café porque a veces me toca que cerrar y abrirlo a mí, así que acepté a su pedido, a demás, aunque se lleve muy bien con todos sus empleados en mí es en la única que confía de esa forma.

Efectivamente, ha dejado tanto la puerta de su oficina, como la caja fuerte totalmente abiertas, como invitando a los ladrones a entrar y robar. Le mando un mensaje para que me dé el código de seguridad y este rápidamente responde. La cierra y salgo de su oficina. Antes de cerrar la puerta, miro la hora en la pantalla de mi celular, y prácticamente ya es hora de almorzar.

- Llamaré a las chicas para que almorzemos ~abro la aplicación de mensajes, pero antes de enviar uno, la campanita en la puerta que anuncia la llegada de un cliente suena~ Lo lamento, hoy no hay servicio~ aparto la vista del celular~

El corazón se me ha acelerado tan rápido que amenazas con darme un infarto aquí mismo.

- Hola ~me regala esa sonrisa rompe corazones que curiosamente me encanta~

- Enzo... ~digo con un hilo de voz apenas audible. Carraspeo un y trato de recuperar mi compostura firme~

Rodeo la barra y me acerco a él con una sonrisa que temo me haga ver embobada por la suya tan sexy que la llamo 'moja bragas'.

- No puede ser que no hayas crecido nada, pequeña ~se acerca mucho a mí, pero mucho. Siento que mi cuerpo tiembla~

- ¿Pero cuándo has llegado? ~siento la urgencia de salir huyendo, así que soy un paso atrás con nervios~ ¿Y Mike? ~miro hacia afuera para ver si está, pero no~

- Estará aquí en dos días, yo he tenido que venir antes por cosas que tenía que atender. ¿Pero solo la llegada de él era importante? ~alza una ceja pero sigue sonriendo~

- Por supuesto que no ~bajo la cabeza por los nervios~

Me sostiene del menton y lentamente alza mi rostro. Se me queda viendo por largos segundos (para mí) y acomoda mi cabello atrás de mi oreja. Mira el reloj en su muñeca.

- Vamos a comer ~sonrie y automáticamente yo también~

- Eh... ¡Claro! ~sonrío apenas~

No sé ni a dónde mirar, tener a Enzo aunque a cinco centímetros de distancia me pone los pelos de punta.

- Bueno... Iré a terminar una cosa y ya salgo~ le sonrío tímidamente a Enzo~

- Bien, te espero afuera ~sonríe y sale del café~

Antes de ir por mis cosas, no puedo evitar quedarme en mi sitio para verlo salir. Se queda de espaldas con las manos dentro de sus bolsillos.

- ¿Quién no se enamoraría de ese hombre? ~sacudo la cabeza y voy al baño casi corriendo~

Me peino el cabello con los dedos, respiro por unos segundos y salgo. Me aseguro de cerrar la puerta de la oficina con seguro y salgo del café encontrándome con él.

- Ya estoy aquí ~digo y él se vira hacía a mí~

- Bien... ~da un paso hacía a mí con titubeo y me abraza~ Te extrañé, pequeña.

En este momento lo que me sostiene son dos pares de gelatina en vez de dos piernas. Tengo que separarme y respirar profundo con disimulo.

- Entonces, ¿vamos? ~ladea la cabeza a la par que sonríe~

- Está bien ~sonrío por su invitación~ ¿Me estás invitando a una cita de medio día? ~lo digo solo de broma pero él se encoge de hombros~

- Porqué no ~me dedica una sonrisa ladina. Siento que me desmayo así que me obligó a sostenerme de su brazo, él ríe bajito y yo igual~

- ¿Tu mejor amigo sabe de esto, Kavanoj? ~digo entre risas refiriendome a mi hermano~

- Eres la única persona a la que me encanta escuchar decir mi apellido, es más, si lo sigues diciendo de esa forma, no respondo ~comienza a caminar y me obliga a seguirlo, ya que no suelta mi mano~

~ Creí que no te gustaba que nadie te llamarán por tu apellido ~digo con curiosidad~

~ No me gusta. En realidad, eres la única persona que lo hace ~vira la cabeza para verme~ Eres la única a la que dejo llamarme así ~sonríe~

De acuerdo, estoy muy nerviosa, pero no puedo negar que me gusta la idea de tener una "cita" con él.

Siempre se me hace gracioso que los chicos altos tengan que bajar por completo la cabeza para mirarme mientras hablan, pero con Enzo no es gracioso, es... Vergonzoso y sensual a la vez. Vergonzoso porque me siento una pequeña presa acechada por su depredador. Por alguna razón desconocida, ahora que pienso eso, se me viene la imagen de Jacob mirando con sus ojos profundamente azules desde su posición.

Sacudo la cabeza y ni siquiera me di cuenta de que habías parado frente a una Volvo XC490 Blanca y Negra.

- Probablemente quieras cambiarte, así que vamos a tu casa primero ~camina hasta la puerta del copiloto y la abre~

En eso tienes razón, estos jeans desgastados no son una opción para salir con Enzo Kavanoj a ningún lugar, por supuesto quiero cambiarme.

Después de subir a su Volvo XC40 Blanco y Negro, cierra la puerta y rodea el auto para subir al asiento del piloto. Enciende el auto y nos dirigimos a mi casa.

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