Bungalow.

Pasan al menos dos minutos, cuando mi celular suena. Me disculpo con la chica y me alejo saliendo del bar para contestar.

- ¿Qué quieres?~es mi manera de saludarle~.

- ¿Cuándo regresas?, ¿Mañana? ~se oye algo ansiosa~

- No siquiera han pasado dos días desde que llegué aquí, Sarah ~yo sé que su afán no es precisamente porque me extraña~

Necesito quedarme en uno de tus hoteles ~dice con rapidez. Frunzo el ceño~

- ¿Por qué?, ¿qué pasá? ~ sin duda hay momentos en los que me confunde ~

- No tendré clases durante estas dos últimas semanas, y quiero desaparecer de Dylan durante ese tiempo ~ruedo los ojos con fastidio~

- Creí haber sido claro con respecto a Dylan, pero como no escuchas, salte de ese problema tú sola, adiós ~estoy a punto de colgar, pero la vos escandalizada del otro lado me detiene~

- ¡No!. ¡Espera, espera!. Por favor.

- No. Refugiarte en tu habitación y no salgas, listo. Adiós ~cuelgo sin esperar una respuesta~

- Como si quedarse en uno de los hoteles lo fuera a detener ~me refiero a Dylan. Prefiero que se arme cualquier pelea en casa de mi madre y no en uno de mis hoteles. Esos dos son fuego y dinamita, por supuesto que junto no hacen más que explotar~

Estoy por regresar al bar, pero otra llamada interrumpe mis pasos, ruedo los ojos con fastidio.

- ¿Qué quieren? ~pregunto de golpe~.

- Señor, necesito que venga a la dirección que le enviaré en seguida ~frunzo el ceño~

De acuerdo ~cuelgo~

Miro el reloj en mi muñeca, las 5: 50 pm. Regreso al bar acercándome a la chica.

- Tengo que atender un asunto urgente que me ha salido, pero... ~le extiendo por la barra del bar la tarjeta de la suite~ Ven a verme a las 10:00 pm ~le dedicó una sonrisa ladea~

- Está bien ~habla con un intento de sensualidad, pero si voz sigue siendo chillona. Toma discretamente la tarjeta~

- No te preocupes por esto ~señalo los tragos~ corre a mi cuenta ~digo finalmente con una sonrisa y salgo del bar~.

Saliendo del hotel, veo el mensaje que me ha llegado con la dirección a la que debo ir, le aviso a si hombres y nos ponemos en marcha.

Después de unos largos minutos, llegamos a una cabaña que se ve bastante deteriorada y parece que hay casas hasta unos cuantos kilómetros de distancia. Perfectamente, si matan a alguien en este lugar, nadie escucharía ni el mínimo ruido.

Entro a la cabaña, automáticamente mi ceño se frunce y me llevo los dedos a la nariz.

- ¿Pero qué lugar tan asqueroso es este? ~el interior de la cabaña es igual o aún peor de lo que huele~

Se ven manchas de sangre secas por todos lados y hasta la silueta de un cuerpo dibujado en lo que parece ser un colchón, aunque ya eso de colchón no tiene no una pinta.

- Aquí traemos a los que necesitan un castigo por sus faltas ~se acerca uno de los hombres que trabaja en la mafia, fue quién llamo y envío el mensaje anteriormente~

- ¿Y es necesario que el lugar sea una bañera de sangre? ~me quejo con evidente asco~

- Sí, esto le da un toque hogareño ~se alza de hombros. Sé perfectamente porque no se molestan en limpiar el lugar. A mí me traen a un sitio así y automáticamente sé que me van a matar, justo eso es lo quieren provocar en todas las personas que traigan a este lugar~

- Bien, ¿Y qué he venido a ver aquí? ~digo ya irritado por el olor tan inmundo que desprende el sitio~

- Hay un hombre que intento hundirnos a todos. Recopilo información delicada y confidencial para entregarla al FBI, por suerte tenemos a dos agentes trabajando para nosotros. Ellos recogieron la carpeta y al verla, nos llamaron y nos comunicaron el suceso ~dice mientras nos movemos más adentro de la cabaña y entramos a un cuarto. El cuarto es aún peor que toda la cabaña entera~

Hay un hombre amarrado a una silla en medio de la habitación, su cara está agachada, pero se le ve tan lastimada que hasta siento que la mía ha comenzado a dolor. Está bañado de su misma sangre y uno de sus ojos está tan hinchado que no lo puede abrir. Me acerco con cautela, aunque yo diría con asco, con mis dedos sostengo su cabello y le alzo la cabeza para ver de quién se trata aunque tiene la cara desfigurada.

- ¿Marcelo? ~creo poder reconocer su rostro y este abre su ojo bueno y sonríe con malicia. Si es él~

Me alejo y este se queda con la cara alzada, miro mis dedos asegurándome de que no estén manchados. El hombre detrás de mí me acerca una carpeta.

- Fue lo que entrego, y parece que lo tenía todo calculado porque andaba con maleta y pasaporte listo. Tenía un viaje programado para Italia.

Reviso la carpeta en mis manos y hay siento de fotos de Marlon (jefe de la mafia), de algunos hombres que trabajan para y con él, y por supuesto; fotos mías y hasta de mis hoteles. Al fastidio de estar en este lugar se le suma la ira de saber lo que este cabrón había planeado.

- Carajo, Marcelo. Creí que todo el dinero que me robaste había sido suficiente para que te mantuvieras fuera de mi camino, de hecho, fue justamente con esa condición que te perdone la vida. Te dije claramente que si te volvías a cruzar en mi camino, te iba a matar, Marcelo ~sigo observando todo lo que hay en el interior de la carpeta~

Hay direcciones (como la de mi casa y la de mi madre) y coordenadas por dónde solemos transporta la mercancía. Le entrego la carpeta al hombre.

Marlon era uno de mis hombres, hasta que hace un año aproximadamente, se atrevío a robarme una cantidad exorbitante de dinero. No tenía en donde caerse muerte y su matrimonio estaba en la cuerda floja por la escasez en la que vivía. Me pareció extraño porque les pago demasiado bien a mis hombres, tanto que en menos de tres meses, Marlon empezó a tener una vida de lujos, tanto así que automáticamente la relación con su esposa se arreglo. Cuando sucedió eso, dije que lo dejaría ir con la única condición de que desapareciera de cualquier lugar donde lo podría encontrar, y hasta lo deje ir con MI dinero.

- Creí haber mencionado alguna vez que odio la gente malagradecida, Marlon. Pensé que si te perdonaba la vida, dejarías de hacer estupideces como estás. ¿Por qué no desapareciste? ~meto las manos a los bolsillos del pantalón. La tranquilidad con la que hablo me asusta hasta a mí~

- Iba a hacerlo ~habla con dificultad~ Hasta que decidiste matar a mi esposa ~hay dolor, pero sobretodo odio en su voz~

- ¿Pues qué creías?. Me robaste una cantidad de dinero exorbitante, tenía que darte una lesión para que no volvieras a hacer locuras como esas, a demás, te perdone la vida. ¿Con el dinero que me robaste no podías comprarte una nueva mujer o qué? ~frunzo el ceño por la estupidez que dijo. Cómo si robarme y tratar de hundirme le fuera a devolver a su esposa~

- ¿Cómo podría comprar a una mujer para reemplazar a la mujer que amaba?. Tú... Tú no lo entiendes y nunca lo harás ~por la forma en la que habla y me mira, estoy seguro de que ganas no le faltan para matarme, pero ni siquiera me importa~

- Debiste quedarte quieto después de que te deje ir sin un rasguño y de paso con todo el dinero que robaste. Tú tienes la culpa por involucrar a tu esposa en eso. Nunca debiste hacer semejante estupidez como está, Marlo. Te dije que no te volvieras a cruzar por mi camino, de lo contrario, iba a matarte ~la furia dentro de mí se acrecienta~ Pero en esa parte donde seguro te refieres al amor, tienes razón ~alzo los hombros con desdén~ Nunca lo voy a entender ~el hombre detrás de mí me extiende su arma~

Con ansias disparo en tres ocasiones sobre su cabeza, el hombre aún amarrado en la silla cae. Su sangre se empieza a expandir por el sucio suelo de la habitación y yo retrocedo para no mancharme.

- Quema la carpeta ~le hablo con vos firme al hombre que parece sorprendido~ Y ya eso queda a cargo tuyo ~le señalo con la cabeza ya hace el cuerpo fin vida~

Salgo de la cabaña ya aliviado de poder respirar aire fresco, paso mi mano por mi cabello y respiro hondo.

- Ya vamos de aquí, no quiero estar en este lugar tan putrefacto ni un segundo más ~ le digo a mis hombres que todo esté tiempo habían esperado afuera y miro la cabaña con asco~

Me subo a la camioneta y justo a mis hombres nos largamos de aquí para regresar al hotel.

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