Capitulo 7.

Frenamos frente a una enorme y lujosa puerta de madera, él la abre y me hace entrar, pero cierra la puerta detrás mio dejándome sóla.

-¡Hey espera!- Le grito desesperada.

Golpeo la puerta, pero sabia que él no regresaría, asi que recuesto mi frente sobre esta y trato de calmarme, me doy la vuelta observando el lugar, era un enorme despacho, a su alrededor había distintos libros, pantallas, cuadros que valian una gran pasta, lo sabía por que era una fan del arte, camino hacia el gran escritorio para observar un portaretrato, lo tomo entre mis manos y...no puede ser...antes de que pudiera observarlo bien, la luz se apaga, podía jurar que era mi fotografía.

La luz se enciende, pero detrás de mi, dejo en dónde estaba el portaretrato, sintiendo un gran escalofrio recorrer mi columna.

-Baila- Me habla una voz terriblemente grave, ronca, masculina, no sabia cómo explicar lo escalofriante que era.

Con un gran miedo, me doy la vuelta lentamente, encontrándome con la misma imagen de la misión, el cuerpo de un hombre bien esculpido vestido de negro, pero ese maldito anillo de diamantes rojos me indicaba, que nuevamente estaba frente al mismisimo Ángel Caído, Lúcifer.

Era como si me estuvieran ahogando en agua helada, quemándo viva, sabia que había cavado mi propia tumba al aceptar esa maldita misión.

No digo nada, sigo trabada viendo cómo el mueve su wisky tranquilamente.

-¿Sólo bailas cuando te lo ordena el ejercito?- Me suelta él, en tono de burla.

-Yo...- Sólo logro decir temblorosamente, dándo un paso hacia atrás.

El pierde la paciencia, estrellando su vaso contra un mueble, colocándose de pie...

<> era tan alto, veo que se encienden algunas lámparas dejándome piedra, nadie había visto el rostro de este hombre, si era que se le podría llamar asi,

mi corazón dejó de latir al ver su rostro por primera vez a la perfección encarnada en un hombre, un rostro que te hace perder la razón, era castaño con piel blanca, labios perfectos, unos ojos color azul que a veces se tornaban en gris, eran adornados por una larga fila de largas pestañas, su barba se miraba tan arreglada y suave a la vez, un cuello ancho tremendamente marcado, pero su cuerpo, ese cuerpo...era alto bastante alto vuelvo a remarcar, esa camisa negra resaltaba su cuerpo tan trabajado, sus brazos eran tan grandes que pareciera que podía cargar cualquier cosa y...me abofeteo mentalmente.

-Te dije que bailaras, ya lo hiciste una vez, nada te costará hacerlo de nuevo teniente-Me suelta cabreado.

-Tú...tú eres -Le digo en un susurro, dándo pasos para atrás, chocándo con el escritorio.

Él camina hacia mi, parándo a centímetros de mi rostro.

-Termina la frase- Habla roncamente.

-Christopher Lombardo...-Le suelto, sin pestañarle.

-El mismo- Me dice tomándome fuertemente de la mandíbula.

Me tumba sobre el escritorio, dejándo caer todo alrededor, forcejeo con él, aunque era inútil, no me iba a quedar sin hacer nada.

-Sabes que aunque lo intentes, te será imposible- Me habla muy cerca de mis labios.

-¡No me hagas nada!, todo tiene una explicación, si bien sabes que yo no tengo culpa alguna en esto, ¿qué es lo que quieres?- Le casi suplico.

-¿Qué piensas?, ¿que esta es como las historias cursis que lees en tus libros en dónde el que se siente mafioso se enamora de la chica y la secuestra para que asi sea?, bienvenida a la puta realidad Emily Miller, yo no te traje para eso-Me responde él, apretando el agarre de la mandíbula, joder, podía ver que sus ojos se oscurecían de pura maldad.

-Tú...¿cómo sabes eso?-.

-Yo sé todo, cuando quiero y como puedo-.

-¡Yo no quería esto!, fui obligada a esta maldita misión, lo último que yo quería era meterme contigo-Le digo, mis ojos se humedecen con la impotencia.

-Pero lo hiciste, ahora te atendrás a las consecuencias-Dice tranquilo.

-¡Mátame de una vez!, de todos modos lo harás maldito-Le grito, tratándo de safarme, pero increíblemente con una sóla mano me detiene y con la otra toma nuevamente mi mandíbula.

-No...eso no será asi, tú irás muriendo en vida...poco a poco, tu mundo se irá cayéndo a pedazos- Eso lo tendría presente, me lo dijo como si hubiera subido el diablo a decirmelo en persona, soltándome brúscamente, quitándose de encima de mi, para caminar tranquílamente a servir otro vaso de wisky.

-¿Para qué batallar conmigo?, mejor acaba con esto rápidamente- Le digo con mi voz ahogada.

-No mereces eso, sería como premiarte y no creas que estarás inútilmente aqui, de eso me encargo yo- Me responde decidido, dándo respuesta a mis últimos días.

-Pero...- Me corta.

-Te destruiré como no te imaginas, como no tienes una puta idea, pero si soportas te subiré a la cima- Me dice antes de irse.

Eso retumbó dentro de mi, me confundió pero a la vez me respondió todas las dudas que tenía al respecto, Christopher era un hombre que no se tentaba el corazón para matar a alguien, él es un psicópata que le encantaba ver a las personas sufrir, y yo no iba a ser la excepción, algo iba a hacer conmigo tarde o temprano...me saca de mis pensamientos el hombre que me trajo aqui.

-Ven conmigo Americana- Me ordena, para que salga del despacho.

Lo sigo, sabia todo sobre este lugar; el capitán me hizo estudiarlo un sin fin de veces. Creí que me llevaría de nuevo al cuarto oscuro del bosque, pero no fue asi, seguimos a un pasillo dónde me adentra a una habitación y ahí me encierra otra vez, por lo menos no era oscura, había un pequeño baño y una colchoneta con una manta en el suelo.

Voy hacia ella sentándome, sólo me quedaba abrazar mis piernas y procesar lo que estaba sucediendo.

¿Qué va a ser de mi ahora?, ¿para qué me quería él aqui?, tal vez quiera acercar al Capitán para matarnos a los dos, Dios, ya no sabia que pensar al respecto.

Para mi suerte, los siguientes días consistían en la misma rutina, levantarme a ducharme sólamente, mis cambios de ropa eran una camisa negra ó una blanca, por lo menos me sentía limpia y no sucia como días atrás, la comida apenas y la tocaba, temía del veneno, las navajas y todo lo que se les pudiera ocurrir, me sentía demasiado débil, aparte un poco enferma por salir a la nieve recién bañada.

Envuelvo mi cuerpo en la toalla, saliendo de la regadera, al menos el agua era un poco menos helada que la anterior, cepillo mi cabello y dientes, para posteriormente colocar algo de perfume en mi.

Salgo a la pequeña y fria habitación, pero freno de golpe al ver parado a Christopher en la puerta.

-¿Qué haces aqui?- Le digo tratándo de tapar mis pechos.

-Esta es mi casa, hago lo que quiera- Me responde de forma seca.

-Por favor, déjame vestir...- Me quedo callada cuando lo veo venir hacia mi.

Me toma de la nuca y también enreda uno de sus brazos en mi cintura.

-¿Vestirte?, al contrario desnúdate para mi- Me susurra en el oido, recorriendo su suave nariz por cada rincon de mi cuello.

Provocándome una mezcla de nervios, miedo y sensaciones raras en mi a la vez.

-Por...por favor, no me hagas nada, te pido nuevamente que...-Vuelve a cortarme.

-No estoy acostumbrado a violar a las mujeres, con el tiempo verás que no necesito obligarte para hacerlo- Me dice eso, acercándose más a mi.

-¿¡A qué te refieres con tiempo!?, y no, yo no estaría contigo, primero muerta, ¿me oiste?-Le grito cabreada.

Me suelta bruscamente, alejándose de mi.

-Efectivamente, muerta en vida lo harás- Me suelta tranquilo

<<¿Qué le pasa?>>, me lanza una bolsa, mientras él se sienta cómodamente en una silla frente a mi.

-Ponte eso- Me ordena.

-Sal y lo haré- Lo reto.

-No iré a ningún lado, y más vale que te des prisa- Vuelve a remarcarme.

Iba a darme la vuelta, para retirarme la blusa, pero me detiene.

-No, no te puedes dar la vuelta, lo harás frente a mi- Ordena, acomodándose en la silla placenteramente.

No podía ser más humillante esto, la vergüenza se apodera de mis huesos, neruronas y todo, pero no iba a darle el privilegio de verme caer tan rápido.

Aunque dentro de mi ser...ya estaba hecha pedazos.

Saco la camisa lentamente por mi torso, mostrándole mis senos completamente, y sólo veo su reacción en su cuerpo, sus músculos se tensan, los nudillos se tornan blanquesinos, las pupilas se le delatan de una forma impactante, tal vez tuve alguna reacción en él que trata de disimular; después saco un jean negro ajustado que al colocármelo resalta cada una de mis curvas, reviso desesperadamente en el bolso

-Creo que se olvidaron del sostén- Le digo, viendo como se acerca a mi, caminando en esa forma sexualmente masculina.

-No, no lo olvidé, me gusta asi- Me responde, recorriendo o más bien comiendose con la mirada mis senos.

¿Qué le pasa a este tipo?, cada vez me confunde más y más, asi que no le aparto la mirada, colocándo la blusa negra de manga larga y cuello de tortuga, igual se pega a mi torso, resaltando mis pezones endurecidos, por último coloco las botas para la nieve y una chaqueta del mismo color que la ropa anterior.

-Es hora de irnos- Me ordena, saliendo del cuarto.

Lo sigo sin decir nada, no sabia a dónde iríamos, ¿matarme?, no lo creo aún era pronto para eso, de seguro ¿una humillación, si claro, era lo más probable.

Narra Christopher.

Salgo de la mansión, reuniéndome con mis hombres, todos se preparaban para un pequeño atraco, yo no uso algún tipo de protección, sólo mis armas y es todo lo que necesito.

Veo que Emily sale bastante confundida, asi que le abro la puerta de la camioneta, indicándole que suba, lo cuál hace sin protestar. Algo que me impresiona, es que sabe ser paciente y no es desesperante conmigo, es una chica un tanto fuerte.

Reviso que los demás ya estén preparados en las camionetas, asi que salgo a velocidad hacias las montañas, la jodida neblina no nos dejaba observar con claridad, el frio congelaba la carretera haciendo que resbalemos un poco.

-Si no reduces la velocidad, las llantas resbalarán- Me dice ella cruzada de brazos observando por la ventana.

-Sé lo que hago- Le respondo acelerando el doble.

No se sorprende ni hace gesto, ella está hecha para cosas asi definitivamente.

Después de un largo camino, llegamos a una de las montañas en el bosque, que daba vista a un pequeño refugio dónde se encontraban algunos árabes escondidos.

Bajo de la camioneta y hago seña a los demás para que se coloquen en las posiciones acordadas. Me dirijo a abrirle la puerta a Emily para que salga, la tomo de un brazo llevándola hacia la cima, y la coloco detrás de una pequeña barda, donde hay un francotirador McMillan TAC-50 esperándola.

Narra Emily.

Veo que hay uno de los francotiradores más letales del mundo, era obvio que él no tendría cualquiera, es el Rey de los mafiosos.

-¿Qué hacemos aqui?- Le pregunto.

El me toma del rostro, haciéndo que vea un refugio lleno de hombres armados.

-¿Los ves?, tú te encargarás de volarles la cabeza a cada uno con esa arma que miras ahí, sé que eres la mejor en el ejercito manejándolos, sólo falta ver si en la mafia también- Me habla con esa voz potente y demandante.

-No, yo no traicionaría a mi nación, ¡no me uniré a esto!- Le grito cabreada.

Pero saca su peor lado, tomándome del cuello pegándome a un árbol.

-¿Pero ellos a ti si?, ¿quién te dijo que te quiero en mi puta mafia?.-Exclama molesto.

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Comments

Andy Jaimes

Andy Jaimes

este Cristopher es más malo 🤦🏼‍♀️

2023-12-25

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