Capitulo 6.

Comienzo a despertar poco a poco, mi cuerpo se sentía algo inmóvil, sólo lograba escuchar mi respiración, abro mis ojos con la esperanza de ver algo, pero no fue asi, todo era completamente oscuro y desesperante, asi que me levanto de golpe asustada, mi nictofobia estaba más que presente, ¿¡Dónde estoy!?, grito en mis adentros, trato de levantar mi adolorido cuerpo poco a poco y camino lentamente, pero el sonido de una cadena retumbó el lugar, <>, estaba encadenada.

Trato de guardar la calma aunque era imposible, todo mi cuerpo con desesperación, tengo sólo mi camisa de vestir puesta, ni si quiera tenía zapatos, el frio suelo se podía sentir terriblemente, el aire helado golpeaba todo mi ser, moriría por una hipotermia o las asquerosas ratas me comerían viva.

Sabia, sabia que el plan del capitán iba a resultar mal, podía imaginar que algún puto de la mafia me habría secuestrado, no había que ser tan inteligentes para que sea lógico esto, ¿iba a morir?, si efectivamente aqui no me habían traido para hacerme feliz.

No iba a llorar como perro atropellado, no iba a gritar por ayuda, como en las películas, tenía que salir de esto por si sóla, bienvenida a la jodida realidad Emily Miller.

Pasaban las horas, los minutos y los días, se podría decir que dos días aproximadamente, en el ejercito me enseñaron a saber el paso del tiempo sin la necesidad de un aparato electrónico.

Pero no me quedé a llorar ni a ser una inútil, con un poco de ayuda de una pared incompleta, comencé a poder liberarme de la cadena que ataba mi pié izquierdo, aunque no había bebido ni tomado agua en ese tiempo, estudié el lugar, era como si estuviera en una casa de metal helado, efectivamente situada en el bosque, me lo confirmó el canto de las aves por la mañana y el sonido de los buhos por la noche.

Era un tanto desagradable realizar mis necesidades fisiológicas y dormir casi al lado de ellas, lo único que me acomodaba era una colchoneta de mal olor, tenía esos días sin dormir, la oscuridad del fondo no me dejaban pegar ojo, era algo terrible pero no para hacerme perder el control, el desvelo me pegó de golpe, recosté mi cabeza en el duro suelo y me dormí profundamente.

Horas después.

El sonido de una ventanilla resbalando me levanta, una tenue luz entra al lugar, avanzo hacia ella, aunque sólo era un recuadro abierto en el suelo, no lograba ver nada.

-¿Hola?- Hablo esperando una respuesta, pero no la obtengo.

Sólo deslizan una charola con poca comida, volviéndo a cerrar esta, mi desconfianza apareció de inmediato, pero mi hambre era más grande, asi que tomo entre mis manos el sandwich, me sabia a gloria, tenía días sin probar bocado alguno asi que este desapareció en cuestión de dos mordidas, al igual que el vaso de agua.

-Dios mio, ya moria de hambre- Suspiro, mientras palpeo la charola, siento una mini barrita, algo pegajosa. -¿Pero qué es esto?-.

La acerco a mi nariz y no me lo puedo creer, es una barrita de chocolate kitkat, este era mi chocolate favorito, ¿será casualidad esto?.

Las ganas me ganan nuevamente, llevándolo a mis papilas gustativas...pero siento un pinchazo en estas, mi lengua arde y efectivamente estaba cortada, la sangre manaba por mis dientes; inmediatamente escupo al suelo, escucho como algo pequeño de metal cae, al sentirlo sabia que era una jodida navaja.

Quien haya hecho sabia lo que hacia, me conoce bien y sabia que no iba a resistirme a la tentación del chocolate <>, esto dolía como un carajo, ahora ni siquiera sabia que me pasaría con la comida que acabo de ingerir, asi que adentro mis dedos a mi garganta, provocándome el vómito, ya no iba a tomar más riesgos.

Y asi pasaron 3 jodidos días más, seguían trayendo comida con el puto chocolate cortante, igual la comida que ingería la volvía a vomitar. Sentía débil mi cuerpo, olía mal, deseaba más que nada poder darme una ducha, o poder lavarme los dientes, estaba en un estado desagradable, días sin ver alguna luz también me parecía terrible, pero no podía hacer nada al respecto, cabe aclarar que no estoy rindiéndome, pero por ahora sólo quedaba esperar.

Al anochecer.

Abren nuevamente la ventanilla, la luz afecta demasiado mi vista y no me deja ver con claridad, me pongo de pie para acercarme hacia ahi, pero una voz un tanto masculina me habla cuando lo hago.

-Ten esto Americana, póntelo después de que te duches- Me ordena pasándome una bolsa por debajo de la puerta.

-¿Y cómo me voy a duchar?, ¿con orina de rata?- Le respondo molesta claramente.

-No te hagas la alzada, a un lado de ti se abrirá una puerta en dónde está un baño, hazlo- Me vuelve a ordenar.

No me deja responder, sólo vuelve a cerrar la ventanilla.

Una pared comienza a deslizarse, dejándo salir una luz enorme, efectivamente ese era un cuarto de baño, camino hacia este con mi vista algo borrosa, poco a poco enfocando.

Entro a este, es pequeño, inmediatamente veo el grifo de agua y me pego a él bebiendo a moro.

-Joder, bendita agua- Exclamo.

Alzo mi vista, encontrándome una Emily que no conozco, mis ojos se llenan de lágrimas y el llanto se hace presente.

<>, nunca me había visto en estas condiciones, mi cintura era más delgada, mis dientes estaban terriblemente sucios, mi larga cabellera era un desastre, no, toda yo era un desastre.

Decido mirar en la bolsa, encontrándome con artículos de higene personal, jabón, acondicionador, shampoo, pasta dental, cepillo para dientes y cabello, desodorante, crema depiladora, pero lo que me dejó helada era que ahi estaba mi perfume en el mismo llenado que lo dejé en mi apartamento.

No dejé que esos pensamientos llegaran a mi, asi que sigo viendo, hay una camiseta blanca grande, unas bragas pero no había sostén, ¿qué demonios les pasa?.

No pierdo el tiempo, si iba a morir, lo iba a hacer limpia.

Abro la llave de la regadera, con la esperanza de que saliera agua caliente, pero no, estaba helada, no había de otra me duché como nunca, lavé mi cuerpo y cabello como 10 veces, hasta acabarme los productos, ni siquiera sentí el agua, aunque sabía que podía enfermar.

Salgo, colocándome las bragas y la camisa que me quedaba como bata, con lo mojado de mi cuerpo, se pegaba a mi piel, dejándo expuestos mis senos.

Cepillo mis dientes muchas veces, aunque mi lengua aún dolía, eso no me importó con tal de quedar limpia, tomo mi perfume, casi vaciándolo todo sobre mi piel, aún sentía el maldito olor del cuarto y las ratas en mis fosas nasales; tomo el cepillo, dándo varias pasadas a mi cabello dejándolo liso.

La tristeza vuelve a invadirme, odio llorar, pero en este caso era imposible no hacerlo.

Golpean la puerta con mucha desesperación, haciendo que pegue un brinco del susto.

-¡Ya voy!- Grito ahogando el llanto.

Me acerco a otra ventanilla que se encuentra en el baño.

-Saldrás Americana, pero no intentes algo estúpido-Me ordena el hombre.

-No soy tan idiota- Le respondo sin mostrarle miedo alguno.

Abre la puerta y veo a un hombre moreno, su rostro me era algo familiar...

-Date la vuelta- Me ordena él.

Hago caso, sería algo tonto enfrentarme a él, sabiendo que no estaría sólo, asi son todos ellos.

Coloca una banda sobre mis ojos, otra vez oscuro ¿enserio?.

-Camina- Me dice, tomándome del brazo.

De inmediato siento cómo el aire helado golpea mi rostro, el me guia y mis pies tocan la nieve del suelo, con piedras, ramas, era lo más horrible pero no demostré dolor alguno.

Durante un rato seguimos avanzando, me indica para que suba algunas escaleras, logro escuchar que abre una puerta, me hace pasar y siento el ambiente tibio, los pies sintieron una alfombra, definitivamente era una casa.

Toma la banda quitándola de mi rostro, mi vista al ver dónde estaba, hace que mi cuerpo se quedara helado, no podía mover músculo alguno, estaba en el maldito castillo-mansión del Ángel caído, <>, efectivamente era mi final.

-¿Te dije que pararas?, avanza- Trata de ser rudo el hombre.

Avanzamos por el lugar, entre pasillos logro ver dónde nos escondimos aquel hombre y yo, cada paso que avanzaba eran 1000 latidos para mi corazón podría imaginar lo que estaba por venir.

❥ Gracias siempre, MaxCaos.

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