Hablando...

Isabella.

Mis días aquí en la empresa cada vez son mejores he aprendido muchísimo, el señor Luciano me ha enseñado mucho ya soy oficialmente editora y como esto también es una revista próximamente tendré una columna en la revista, estoy orgullosa de mí, estoy llevando una muy buena relación con mi jefe, hacemos un muy buen equipo me lleva a la empresa y me trae no me deja tomar el bus, cuando me quedo tarde a trabajar me coloca una cara... y se queda conmigo hasta que yo termine, es una muy buena persona, Adams, Hanna y yo hemos creado una bonita amistad, la relación con mi jefe y yo fuera de la empresa es algo incómoda es muy atento conmigo, pero debe ser porque soy amiga de Hanna y Adams.

La editorial está teniendo mucho éxito al igual que la revista estamos de número uno, me han dicho que está editorial tiene una gran competencia, pero ahora mismo la hemos sobrepasado, mi jefe es algo intimidante, pero a la vez muy atento, si estoy detallando mucho a ese hombre y eso es algo que me da terror, recaer sería lo peor, a Adriano lo sigo viendo como un hombre maravilloso al que le jodí la vida, pero pronto le daré su libertad, reconozco que tengo un enorme miedo por volverlo a ver, pero mi psicólogo me recomendó que sea yo quien le lleve el divorcio así tendré la certeza de que supere esa etapa.

El abogado hace dos semanas me entrego el acuerdo de divorcio, pero temo ir y verlo, anoche hablé con Hannah y le comenté esto, me tiene agobiada y distraída, temo verlo y caer de nuevo ante su encanto y que mi obsesión vuelva a aparecer.

Estoy en mi oficina con mis manos en la cara, siento que no lo soporto más.

Hoy vine con un hermoso vestido rojo, elegante y muy sexy, más no vulgar, es hasta un poco más arriba de la rodilla y tiene una pequeña abertura de un lado, un escote, escote en V y una transparencia con encaje en la espalda, pues hoy tenía un almuerzo con unos clientes importantes, pero a última hora cancelaron y estoy aquí debatiéndome si voy y salgo de eso hoy o sigo alargándolo.

— Isabella levántate y acompáñame por favor._ dice mi jefe y me levanto de inmediato.

— si jefe por supuesto.— digo y lo sigo.

— traiga, es carpeta, también— dice y aunque es extraño lo hago sin protestar.

Salimos juntos y llegamos hasta su auto, dónde esté me abre la puerta.

Una vez ya en carretera, él comienza a decirme que cualquier obstáculo que se me presenté yo lo podré superar y que no estoy sola, que tengo a los chicos y a él, me siento confundida con sus palabras, pero la seguridad que me dan son innegables, Luciano estaciona en un restaurante entramos y vamos a una mesa, después de ordenar comienza a hablar.

— quiero que me escuches bien isa— comienza y no me molesta que me diga así.

_ Cuánto tiempo llevas conociéndome casi cuatro meses, no te voy a mentir, me gustas y mucho, sé que algo te sucedió y por eso pones esa pared entre nosotros— dice y quedo de piedra literal, las manos me tiemblan.

— solo quiero saber lo que te impide dejarme entrar a tu vida, por favor cuéntame.— culmina diciendo y estoy muy nerviosa, abro y cierro la boca, pero no puedo, así que suspiro y tomo un poco de vino para luego hablar.

— Yo... He... Mira Adriano, yo no soy la persona que crees o al menos no lo era, yo tengo un problema, le cause mucho daño a alguien y... Tengo miedo de que me vuelva a pasar y que dañe a otro.—

Empiezo a relatarle lo que pasó para que vea en dónde él quiere meterse, mis lágrimas caen y se levanta y se sienta junto a mí para calmarme.

_ cálmate tú no eres una mala persona, solo escogiste mal eso, dame una oportunidad o al menos baja tu muralla para ver si logro ganarme tu confianza _ dice y mi cuerpo se estremece, la verdad es que me encantaría pero me da terror.

— Y si me obsesiono contigo— digo y ríe.

— si lo haces yo sería el ser más feliz del mundo y si no lo haces me sentiré mal.— dice con un puchero y niego riendo

— es en serio, por favor déjame entrar a tu vida o es que todavía lo amas.— me pregunta y lo miro a los ojos esos hermosos ojos que me aceleran el corazón y me hacen sudar las manos.

— ese es el problema que según yo creo que no, pero pueda que sea por el tiempo que no lo he visto, y si lo veo y recaigo... Y si vuelvo a obsesionarme con él, ya no quiero seguir haciendo las cosas mal, por eso no he ido a entregarle el divorcio, ya que mi psicólogo me dijo que era lo mejor para cerrar el ciclo.— dije y tomo mis manos haciendo que me pusiera nerviosa.

— Ya no lo amas, es más, te aseguro que jamás lo hiciste, fue solo un capricho, vamos a ir a entregar ese papel y yo te voy a acompañar, pero tranquila esto no quiere decir qué obligado debes estar conmigo ya te diste cuenta de que las cosas a la fuerza no funcionan.— dijo y sentí el impulso de abrazarlo y eso me dio la seguridad que necesitaba para ir a ver a Adriano.

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