Síndrome de princesa.

Adriano Castello.

Ángela.

Arturo.

Fabio.

Amiga de Isabella.

Isabella.

Despierto en el hospital, estoy confundida, no sé qué demonios me sucedió; observo a una enfermera y le pregunto qué fue lo que me pasó.

—Disculpe, sabe por qué estoy aquí —la enfermera me sonríe y sale. Luego de esto entra un muy guapo doctor.

—Hola, Isabella, ¿Cómo estás? Estabas desmayada y cortada, perdiste sangre; esto no puede seguir así; qué número de visitas es esta, la cinco debes parar —dice el doctor Fernando Olivares.

—Mmmm, y si tantos problemas le causo, ¿por qué no me deja morir y ya? —le digo y este niega.

—Mira, muchachita, entiendo que tu familia no quiera saber de ti y eso me da el derecho de actuar como un padre. Okay, iré siempre a monitorearte y tendrás que visitar a un psicólogo —dice y me giro.

Ya ha pasado un año desde que me casé y lo que hago es llorar, cortarme, romper todo y seguir llorando. Ya no lo soporto más, ya no puedo más, estoy agotada, ni para morirme sirvo, no sé en qué momento me reduje a esto. Mi familia me odia, jamás supe de ellos y de Adriano mucho menos. Estoy cansada, ya quiero estar en paz; mi ama de llaves Diana ha estado pendiente de mí a pesar de cómo la trato a veces. Ella ha sido una madre para mí en este tiempo. Está cansada de decirme que busque ayuda que tengo un problema y ya estoy harta de todo. Creo que es tiempo de ver si el mundo está equivocado o si de verdad tengo un problema.

El doctor Olivares me receta calmantes y antidepresivos; luego de eso regreso a la mansión hecha un pedazo de mierda; esto no soy yo y debo parar.

—Diana, ven, por favor, quiero pedirte que si me puedes dar el número de la persona que me puede ayudar como dijiste —sus ojos se iluminan y me abraza.

—Por supuesto, mi niña hermosa, yo hablaré con mi nieto y te prometo que te vas a curar. Asiento y voy a mi recámara. Quiero cambiar, ya no quiero ni puedo seguir así.

Al día siguiente me levanto sin ánimos y molesto porque todos me dejaron sola. Nada sale como quiero, esto no es lo que merezco; amo a Adriano y no lo tengo, eso me molesta mucho.

Con esos pensamientos me vi muy yo y bajé a desayunar. Diana me dice que al terminar iremos con su nieto a una cita. Estoy muy nerviosa, pero sé que no tengo nada malo; los malos son ellos que no me tratan como merezco. Al terminar de desayunar salgo con Diana y llegamos a una clínica. Luego aparece un doctor muy guapo y Diana lo abraza y lo besa. Entramos al consultorio y es hermoso. Todo está en colores blancos y los muebles negros. Me encanta, tiene buen gusto.

—Buenos días, señora Castello, soy Adrián Bianco y seré su doctor; cuénteme un poco de lo que le está pasando actualmente. Dice él y Diana sale; lo miro un poco desconfiada, pero luego comienzo a relatarle mi vida. Él me hace preguntas de cómo fue mi infancia y le contesto que normal como toda niña, que fui muy amada y le conté cada aspecto de mi niñez.

El doctor escuchaba y escribía, luego me hizo varias preguntas y a medida que le contaba más me enojaba. Me preguntó qué era lo que sentía por mi esposo a pesar de cómo me ha tratado; le respondí que lo amo cada día más. El doctor me hizo escribir algo y luego de muchas horas en consulta por fin habló.

—Mmmm, bueno, señorita, esto es algo muy común ahora; aunque ya antes existía, no sé tenía un diagnóstico, pero ahora sí usted sufre el síndrome de princesa —dice y me río. Este hombre es un charlatán.

—¿Qué está diciendo? Veo que perdí mi tiempo, adiós —él me calma y me siento, entonces comienza a explicarme en qué va el síndrome: dice que cuando un padre o madre le dice a su hija repetidamente que es una princesa y merece ser tratada como tal y que necesita estar con un ‘príncipe’.

Dice que si partimos de la simple idea de que las mujeres deben ser tratadas como princesas refiriéndose al buen trato, podrían estar en lo correcto, pero en el momento en el que la mujer se obsesiona con ser la ‘mujer ideal’, es cuando se hace presente el síndrome de la princesa.

Las mujeres con síndrome de la princesa creen que son el centro de atención y que el mundo gira en torno a ellas; pero a pesar de aparentar ser independientes y ser muy seguras, la realidad es que dependen de sus padres o una figura paterna y son bastante inseguras física y emocionalmente.

Regularmente, las mujeres que presentan este síndrome se obsesionan con su físico, se centran en las cosas bonitas y bellas a simple vista, y son superficiales.

Buscan siempre ser la número uno y son caprichosas y egoístas; regularmente, cuando algo no sale como esperan, buscan la forma de lograrlo a cuesta de lo que sea, incluso no les importa afectar a los demás…

Asimismo, se rodean de amistades banales o por lo general falsas y con intereses de por medio: buscan al hombre ideal; regularmente es alguien atractivo, de posición económica, favorable y ambicioso.

Luego de escuchar lo que dice, es allí cuando la realidad me golpea y comienzo a llorar. Soy una persona horrible, no merezco nada. El doctor se acerca y dice que me ayudará, que empezaremos con las terapias y que pronto él estará orgulloso de mí. Me despido del doctor y salgo; afuera me espera Diana y al verme me abraza. Luego de eso regreso a casa y comienzo a meditar en todo lo que me está ocurriendo.

Al día siguiente regreso a terapia y el doctor me ayuda a hablar de los sentimientos que me agobian, de los pensamientos que me afectan y me recomienda empezar a hacer algo que me guste, algo que me mantenga ocupada. Me recomienda que deje de comportarme como princesa y que pise tierra. El día con día me explica el cómo son las cosas en verdad y me hace ver qué está mal tanta consentidora. Me recomienda aprender valerme por mí misma, así que hable con Diana y ahora estoy aprendiendo a cocinar, a limpiar, leo, estoy ocupada en la lectura tanto que ya no lloro.

Me puse a escribir las cosas que me pasaban y he empezado una historia que espero que me quede bien. Diana está feliz porque dice que está viendo un gran cambio.

El doctor Olivares viene a visitarme, ya que dice que por lo visto jamás me volverá a ver en las condiciones de antes y es la única manera de verme ahora visitándome.

cuatro meses después.

Ya han pasado cuántos meses y me siento feliz; hablé con Diana y le dije que lo sentía mucho, pero igual me iría a lamentar dejarla sin trabajo.

—Tranquila, mi niña, yo hago esto porque me gusta como viste. Mi tiene dinero, solo que trabaje tanto con tu padre que le tome cariño y por eso yo misma decidí venirme contigo y no me arrepiento. Igual me seguirán pagando como siempre y ahora no haré nada, ha, ha, ha —dice y la abraza.

—Qué bueno, Diana, tome la decisión de dejar de depender de lo que me manda Adriano; sé que es por ley, pero no lo quiero; ahora empezaré mi vida valiéndome por mí y empezaré mi vida sin dañar más a los que daño. Cada día me abraza y le prometo que en cuanto pueda vendré por ella, pero no para que me sirva, sino para yo servirle.

Tomo los regalos de la boda, que son muchos y aún no se han abierto junto con todo lo que es mío y vengo los regalos para poder mudarme a un lugar pequeño para luego buscar trabajo… Sí, voy a comenzar a trabajar. Necesito cambiar sin dejar mis terapias, claro.

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Comments

Eliana Gantus

Eliana Gantus

eso no era amor sonó obsesión fue.el único q le dijo no

2025-02-10

0

"Coro" 💕🎀🇻🇪💞✨

"Coro" 💕🎀🇻🇪💞✨

Será que vende los regalos? 🤔🤔🤔

2025-03-27

0

NA Rz

NA Rz

creo que la familia es una m***** ellos fueron la que lo volvieron así y ahora se hicieron los p******* y se fueron y la dejaron sola

2025-01-19

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