El imbécil soy yo.

Adriano

Soy Adriano Castello Volkot tengo casi veintisiete años soy dueño de una editorial, pues, mis padres me la heredaron, aparte soy dueño de varias empresas, soy como el jefe de la familia tengo un primo, sobrino de mi madre por parte de su hermano y él es el heredero del abuelo, tiene tanto dinero como yo él se encarga de la editorial familiar, que pasó a ser de él y aparte es dueño de otras empresas lo detesto, pues, mi abuelo siempre lo ha preferido a él tiene un año más que yo la verdad hemos tenido una rivalidad entre nosotros.

Siempre competimos por todo y él siempre se queda con las mejores chicas, por eso desde que me enteré de que Ángela era novia de Luciano y de todo para enamorarla y debo admitir que no me costó en lo absoluto y eso que él la trataba como a una princesa, siempre fui muy amigo de Arturo Rinaldi es un buen sujeto, pero tenía una hermanita que era una piedra en el zapato, él me dijo que ella estaba enamorada de mí desde pequeña, pero era una niña caprichosa sin cerebro, además no afectaría a Luciano con ella.

Ella a decir verdad era hermosa una chica de un metro setenta es rubia, ojos claros, y siempre tuvo un excelente cuerpo, el único problema con la niña es que era muy ofrecida y pegajosa, a lo largo de su vida intento tener algo conmigo y se me insinuó en infinidades de ocasiones, pero nunca le preste atención, Asus dieciséis años me besó y por lo torpe que fue al principio, fui su primer beso, luego de eso mi mejor amigo me pidió irnos a estudiar al extranjero y me fui con Ángela, ella no era una chica virgen, pues, fue primero de mi primo eso la hacía más atractiva además que era una verdadera maestra en la cama.

El tiempo pasó y regresé para la graduación de la niñita fastidiosa, no voy a negar que estaba hermosa, luego de su graduación sus padres dieron una fiesta en el salón de la mansión, ese día pelee con Ángela, pues, me escucho hablar con unos amigos y les decía que subí Ángela se me volvía a ofrecer le enseñaría lo que era estar con un hombre, Ángela se molestó y se fue, yo le quede, pues, sabía que Isabella se me insinuaría y está vez si la iba a disfrutar y luego culparía al alcohol.

La fiesta siguió e Isabella cómo en toda la fiesta me ignoró eso fue lo que hizo que yo quisiera llevarla a mi cama, empecé a tomar frustrado por qué ella bailaba sexy con todos menos conmigo las horas pasaron y cuando ya no quedaba nadie la chiquilla se me acercó, me besó y yo empecé a hacerme el ebrio, pero la verdad era que está chiquilla besaba delicioso, según ella me llevó a una recámara yo haciéndome el ebrio camine con ella agarrada hasta la recámara, dónde se desnudó y wow qué mujer más hermosa tenía un cuerpo de diosa.

Seguí interpretado mi papel llamando a Ángela y de paso la humillaba a ella por ofrecida, pero eso me salió caro, ya que me dio algo y empecé a sentirme mal y al otro día ella estaba desnuda y en las sábanas había sangre, me volví loco, pero fue por qué la tuve y no podía recordar nada hice un drama para escapar, pero escucharon y me obligaron a casarme con ella, Ángela me dejó aunque pronto con un par de palabras regreso a mí, el día de boda lleve a Ángela a la mansión donde viviría con Isabella para que escuchara nuestros gemidos y así humillarla, pero no sé dejó y me fui un par de semanas con Ángela, al regresar Ángela trato de acercarse, pero cada vez que lo hacía yo la rechazaba, hasta que su amiga que era mi amante le contó todo a su familia y la desterraron prácticamente, yo la deje y la humille y después no supe de ella.

Yo seguí con Ángela y ella estaba embarazada yo estaba feliz tendría un hijo de la mujer que quería y eso mataría a Luciano, pero todo fue mentira salí de viaje de negocios y al regresar para darle una sorpresa la encontré desnuda delante de Luciano ofreciéndosele y jurándole que el bebé era de él, él le dijo que a lo mejor era del tipo con quién ella me engañaba que era un amigo mío, pues él se había cuidado y ella le suplicaba que volviera con ella me llamo aburrido y acepto que su bebé no era mío, sentí rabia, impotencia, dolor y frustración, Ángela empezó a gritar como loca que estaba feliz de que la estúpida y mimada de Isabella nunca le hiciera caso, Ángela le grito de todo.

— Me alegra que la estúpida y mimada de Isabella no te hiciera caso— dijo ella y yo hice silencio.

— Cállate, no menciones el nombre de mi niña bonita en tu asquerosa boca y, ella es una reina y la amo, algún día será mi esposa y me amara tanto que seré el hombre más envidiado de todos, mientras que a ti nadie te desea — dijo el molesto, ese imbécil ama a Isabella, siempre tuve la forma de dañarlo en mis manos y lo arruine, pero la volveré a tener lo juro.

— no es irónico, tú la amas desde pequeña y ella ama al inútil de Adriano y él babea por mí, ja, ja, ja.— dijo y la insulte, la bote de mi vida como la zorra que era.

Desde ese día he buscado a Isabella me puse a pensar en sus besos aquella vez en sus torpes, caricias y eso me hacía sentir bien, en cada vez que se me acerca a, pero ya era algo tarde se había ido de la mansión y diana me dijo que no sabía nada de ella, la busque en los mejores apartamentos y condominios, cuando dejo de usar la tarjeta entre en pánico pensé que Luciano la había hallado y le pagaba sus cuentas, pero tampoco fue así el tiempo pasó y un día entro a mi oficina se veía preciosa en un vestido rojo que resaltaba su figura verla hizo que la deseara de inmediato, seguro vino a rogarme y está vez si le daría su oportunidad, pensé.

Isabella me pidió perdón y el divorcio, luego entro ese bastardo llamándola bonita y tomando su mano, mis celos estaba a mil y me negué a firmar, después de eso ella me confesó que jamás la tuve y que anularía el matrimonio con una prueba de virginidad, eso me dio rabia y celos aún era virgen y sería de ese idiota que tenía al lado, intenté razonar y nada y la verdad me dolió no ver ese brillo en sus ojos como antes cundo me veía, de hecho si lo tenía pero al posar sus ojos en él.

Voy a recuperarla, ella estaba casi que obsesionada conmigo, así que sabiendo manipular la volverá a mí y le ganaré a ese imbécil, aunque a decir verdad el único imbécil soy yo por perderla.

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