Enfrentando el pasado.

Terminamos de almorzar y fuimos hasta la empresa de Adriano que por cierto es una editorial también, subimos al piso del presidente y la secretaria no se encuentra, en ese momento Luciano se encontró con un amigo y se pusieron a hablar, al parecer hace mucho que no se veían.

No lo quise molestar y fui a tocar la puerta de la oficina de Adriano, mi corazón se aceleró y mi pulso se disparó por el miedo a tener una recaída, estaba que salís corriendo cuado la voz de Adriano me dio el permiso para entrar,

Abrí la puerta esperando lo peor, si me gritaba o me corría lo tenía merecido, entré y este tenía la vista clavada en su laptop ni sabía que yo estaba allí.

— Dime Amanda, que es lo que sucede— dijo y alzó la mirada conectando sus ojos con los míos, cargaba un traje azul con una corbata negra, su cabello muy bien peinado como siempre, estaba tan guapo como lo recordaba.

— Isabella... Tú... ¿Qué haces aquí?— preguntó sorprendido y me acerque segura a su escritorio para entregarle la carpeta.

— Vine a traerte esto, necesito que lo firmes— dije y me miró incrédulo mientras veía el acuerdo en dónde yo no pedía absolutamente nada, solo su firma y ya.

— Qué es esto... ¿Tú me estás dando el divorcio?— preguntó mirándome como si tuviera dos cabezas.

— Sí, Adriano nunca tuve la oportunidad de pedirte perdón por lo que hice y si no lo haces no importa, solo vine a darte tu libertad para que puedas ser feliz con quien desees— dije y este se levantó de su escritorio.

— por qué te quieres divorciar y por qué no estás pidiendo lo que te corresponde — pregunta mirándome atento.

—Porque entendí que hice mal y que fui una egoísta que solo se encaprichó contigo — respondí calmada, estaba impresionada, no sentía el impulso de lanzarme encima de él como antes.

— No... No sé qué decir —

— no digas nada, solo firma y terminemos— dije tranquila.

— No se puede hasta cumplir cinco años — alegó.

— No, si yo quiero divorciarme, no habrá problemas con eso y si tienes que darme alguno de tus bienes, te firmo lo que quieras para devolvértelos.— dije y él se regresó a su escritorio y tomo el papel en sus manos, en eso la puerta se abrió.

— Bonita disculpa, solo estaba hablando con mi primo— dijo Luciano tomándome de la mano y todo miedo o inseguridad que tuviese se esfumó, le sonreí y asentí con mi cabeza.

Regresé mi mirada a Adriano y estaba muy sorprendido al vernos de la mano.

— Que haces aquí Luciano — dijo muy serio Adriano.

— Vine a acompañar a mi bonita— dijo y se sintió tan bien escucharlo.

— Bueno, Adriano firma y te pido disculpas, si quieres llamas a Ángela y me disculpo con ella también.

— No tiene caso que lo hagas y no sé dónde ella se encuentra — dije y asentí, miró el acuerdo y respondió.

— y si no me quiero divorciar.— dijo y me sorprendí, esperé de todo menos esto, apreté fuerte la mano de Luciano.

— por qué no querrías divorciarte fue lo que siempre quisiste, ya firma que debo regresar al trabajo.— dije y sus ojos se abrieron de par en par.

— Tú trabajas... Y por cierto por qué te fuiste, por qué dejaste de usar las tarjetas, llevo mucho buscándote— dice y miro a Luciano.

— Adriano esta no es una visita cordial, porque no firmas de una vez y si no, bueno lo anulo y ya.— le dije ya molesta.

— y como lo harás a ver dime, si dices que me engañaste para casarte conmigo, lo negaré— dice Sonriendo y no entiendo que demonios le sucede.

— Sí, diré que te engañe y aparte diré que nuestro matrimonio jamás fue consumado, sí lo lamento también te engañe con eso jamás me tocaste, solo repetías el nombre de Ángela y no quise hacerlo así y luego te dormiste.—

— Sería tu palabra contra la mía, ya mentiste una vez, no te creo, yo vi la sangre en las sábanas, yo te hice mujer— dijo también exaltado y yo negué con la cabeza.

— lo puedo probar con una prueba de virginidad, la sangre era de mi mano, así que si quieres que todos sepan que te engañé para casarme, está bien me lo merezco, adiós Adriano y perdón por obligarte a casarte conmigo, lo siento — dije y Luciano tomo mis mejillas.

.— ya basta bonita, no te disculpes más, te equivocaste sí, pero ahora estás haciendo lo correcto.—

— tú cállate y suelta a mi esposa imbécil — dijo Adriano empujando a Luciano, entonces me metí en el medio de los dos.

— basta, Adriano, cuál esposa, tu mujer es Ángela, no yo, solo vine a que firmaras, pero ya no importa, lo anularé adiós — dije y me detuvo.

— Isabella espera tu familia quiere saber de ti, ellos te necesitan y yo también, eres mi esposa, me debes que hablemos al menos.— dijo y suspiré resignada...

— está bien, Adriano te escucho, quiero que él se quede— le exigí.

— por qué quieres que él se quede, acaso son algo ...— preguntó.

— he... Nosotros...— digo y Luciano continúa.

— si somos novios, así que habla—

.

— tú no puedes tener novio, soy tu esposo, hiciste de todo por tenerme y ahora simplemente llega otro y ya, se acabó — dice él y exploto.

— No te entiendo de verdad, qué se acabó si nunca fuimos nada, los únicos besos que nos dimos fue por qué yo te los robé, jamás me quisiste a tu lado y me dijiste que no me querías volver a ver, qué te irías con el amor de tu vida, pues te dejo libre cásate con Ángela y sé feliz con ella y el niño que esperaban — dije y mis lágrimas cayeron entonces Luciano me abrazó.

— Ya mi amor no llores sí cálmate, yo estoy aquí— esas palabras bastaron para calmarme y para hacer que me sintiera segura.

— suéltala y no le digas así, idiota — dijo Adriano furioso.

— No sé qué sucede contigo o que pretendes, pero ya no te voy a seguir reteniendo, todo fue un capricho, siempre tuviste razón, no fue amor y hoy lo comprobé.— dije y este negó.

— Mientes, tú me amas y yo no vi el amor que me tenías por alguien que nunca lo valió, no te voy a dar el divorcio y no te creo que no hayamos estado juntos, así que vamos a la casa, no tienes por qué trabajar — dijo y juro que pensé que deliraba, hace un año mataría por escucharlo, pero ahora me da rabia su cinismo.

— Adiós, Adriano, Luciano sácame de aquí por favor, — le pedí y nos fuimos, esto era una locura, mi cabeza estaba hecha un lío y no podía más.

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