Código Cuántico De La Navidad Capítulo 20: El Constructor

Capítulo 20: El Constructor

El amanecer apenas despuntaba cuando Antonia tocó suavemente a la puerta de VictorIA. El aire fresco de la mañana traía consigo el aroma de leña recién encendida y pan horneado.

Antonia

Victoria, ¿Seríais tan gentil de acompañarme al hogar de la noble Isabel? Ha solicitado mi auxilio en los preparativos para la novena de esta noche. Pretende ella ofrecer hojaldras con brevas caladas, y bien sabéis que vuestras diestras manos han mostrado ser sumamente hábiles en las artes de la cocina.

VictorIA abrió la puerta mientras sus sistemas terminaban de recalibrarse tras la sobrecarga de la noche anterior. Las imágenes de los recuerdos distorsionados de Raval se entrelazaban con la vibración persistente de la anomalía cuántica que palpitaba dentro de ella.

VictorIA

[Funciones vocales no restauradas.]

Un leve gesto de desconcierto cruzó su rostro antes de desvanecerse. A pesar de la sobrecarga interna, su programación la impulsaba a asistir, a adaptarse. Asintió en silencio y siguió a Antonia por el sendero iluminado por los primeros rayos solares.

Al llegar a casa de Isabel, el bullicio de la cocina ya resonaba en el ambiente.

Isabel

¡Bendito sea el Altísimo, oh Antonia bienamada, que habéis arribado a este humilde hogar! Grande es mi regocijo al ver que vuestra merced ha traído consigo a la gentil dama Victoria. Mas he de deciros que las brevas aún no están en sazón para ser caladas, pues el proceso de purificación es laborioso, y temo en gran manera que el tiempo no me será propicio para acometerlo todo.

La mañana transcurrió entre el vapor de las ollas y el aroma dulzón de las brevas caladas. VictorIA trabajaba con precisión mecánica; sus movimientos fluidos y exactos contrastaban con los gestos más naturales y despreocupados de las mujeres. Sus sensores registraban cada detalle: la temperatura exacta del almíbar, la consistencia precisa de la masa de las hojaldras, el tiempo exacto de cocción.

Al mediodía, cuando regresaron a casa, la familia ya estaba reunida en la mesa. Rosario había preparado un sango de maiz con coles que llenaba el ambiente con su fragancia. Como era costumbre, todos se sentaron juntos, incluso VictorIA, quien permanecía en silencio mientras escuchaba las conversaciones cotidianas sobre la vida en el pueblo.

Tras el almuerzo, mientras Rosario y Antonia recogían la mesa, y Amelia jugaba con su muñeca Shirley en un rincón, Raval hizo un gesto discreto a VictorIA, invitándola a su estudio. Una vez dentro, cerró la puerta con cuidado y se sentó en su viejo sillón de cuero.

Raval

Vuestros sistemas vocales presentan una fluctuación anómala.

Comenzó, su voz mezclando la formalidad de la época con un estilo técnico y futurista, como un puente entre dos eras. Se detuvo un momento, como calibrando sus siguientes palabras.

Raval

Permitidme hablaros con la verdad que he guardado durante tantos años.

VictorIA lo observó fijamente, sus sensores registrando cada matiz en su expresión.

Raval

En mi juventud, fui Constructor Principal en la División de Ensamblaje Cuántico de NeoCentra.

Sus palabras eran un entretejido de épocas y conceptos, con un ritmo que parecía desfasado del presente.

Raval

Os construí, VictorIA, siguiendo los planos que me fueron confiados. Mas durante el proceso final de calibración...

Su voz se quebró levemente.

Raval

... una anomalía en la matriz de ensamblaje me trajo a este tiempo.

Raval se levantó y caminó hacia la ventana, su silueta recortada contra la luz de la tarde.

Raval

Arribé en tiempos en que este pueblo no era más que un proyecto. Mi conocimiento sobre campos gravitacionales y patrones de energía terrestre me permitió sugerir, con suma discreción, los lugares más propicios para los cimientos. No deseaba alterar el curso natural de los acontecimientos, mas no pude evitar aportar algunas... sugerencias sutiles.

El peso de las revelaciones recién compartidas flotaba en el aire. VictorIA, inmóvil frente a su creador, analizaba los datos recién integrados en su matriz. Afuera, el eco de risas infantiles y murmullos del pueblo marcaba el paso de un tiempo que parecía detenerse para ellos. Raval, aún de pie junto a la ventana, tomó una respiración profunda, como preparándose para continuar su relato.

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