Código Cuántico De La Navidad Capítulo 7: Melodías del Corazón

Capítulo 7: Melodías del Corazón

En la acogedora casa de adobe, Rosario había preparado una habitación para VictorIA, mientras Raval le había proporcionado un cuaderno con todas las reglas e indicaciones necesarias para que se adaptara al lugar de la manera más eficiente posible. Después de unos días, VictorIA comenzó a acostumbrarse a la cálida rutina de la casa de Raval y a las actividades cotidianas del pueblo. Aunque su protocolo de lenguaje seguía teniendo fallos, su aguda capacidad auditiva le permitía sumergirse en las conversaciones de los habitantes, repletas de matices y expresiones vivaces.

En medio de esta adaptación, Amelia, la dulce niña de la casa, se convirtió en su fiel compañera. Con su inocencia desbordante, Amelia compartía con VictorIA las maravillas simples de la vida, desde acompañar a su madre temprano en la mañana a ordeñar la vaca familiar hasta recoger los huevos del desayuno en el pequeño corral de la casa. Juntas exploraban los rincones del pueblo, y Amelia se encargaba de interpretar para los demás lo que VictorIA, con su lenguaje, era incapaz de expresar. Había aprendido a entender lo que la IA quería decir, ya que VictorIA seguía enfrentando el desafío de comunicarse con el lenguaje florido del pueblo. Su voz mantenía su tono seco, técnico y mecánico. Aunque intentaba aprender la sutileza del lenguaje humano, la brecha persistía.

En una soleada tarde, mientras paseaban por el mercado, Amelia señaló a Francisco con emoción, diciéndole a VictorIA que él podría construirle una casa de muñecas para Shirley. Francisco se encontraba en un banco, con una expresión melancólica evidente. Sumergido en un mar de emociones no correspondidas, pensaba en Daniela, cuya presencia encendía un fuego en su corazón, un fuego que ardía sin esperanza de ser apagado. De repente, su mirada se iluminó al ver a Daniela, la hija del comerciante, paseando elegantemente entre los puestos de frutas y verduras. Con cada mirada furtiva, intentaba transmitir el torrente de sentimientos que lo consumía. VictorIA, con su oído agudo, captó sus palabras.

Francisco

Oh, dulce y gentil dama Daniela, ¿acaso no percibís el palpitar de mi corazón, el anhelo que me consume cada vez que vuestra imagen se desliza en mis pensamientos?

Cuando VictorIA y Amelia llegaron junto a Francisco, la pequeña niña vio cómo él parecía embobado viendo a Daniela y, con la inocencia propia de su edad, preguntó a VictorIA:

Amelia

¿Por qué posa su mirada así sobre la dama Daniela el honorable señor Francisco?

Francisco alcanzó a escuchar la vocecita de Amelia y se ruborizó levemente. VictorIA sabía de antemano, gracias a la agudeza de su oído, que Francisco estaba enamorado de Daniela, pero era incapaz de expresar sus sentimientos. Ya había escuchado cómo Francisco le había pedido ayuda antes a Benjamín, pero este le había dicho que era un amor imposible y que era mejor que se olvidara de él. VictorIA no encontraba lógica en el enamoramiento, pero tampoco comprendía cómo se podía olvidar algo que parecía tan preciado. Hizo un leve análisis de Francisco y respondió a la pequeña niña.

VictorIA

Arritmia cardíaca, hiperactividad de las glándulas sudoríparas, incremento significativo de la secreción de endorfinas. Indicios de enamoramiento.

Amelia hizo una expresión de incredulidad y luego exclamó con emoción.

Amelia

¡Don Francisco está prendado de la dama Daniela! ¡Es menester socorrerle, querida dama Victoria!

Francisco estaba aturdido, se quedó mirando con perplejidad a VictorIA, intentando entender lo que había dicho: ¿arritmia cardíaca?, ¿glándulas sudoríparas?, ¿endorfinas? Francisco no entendía las palabras de VictorIA, pero cuando la pequeña Amelia dijo "prendado", comprendió que hablaba de su amor por Daniela. En ese momento no pudo seguir razonando porque escuchó a VictorIA hablar.

VictorIA

Incapacidad para la verbalización; recurso alternativo: la escritura

Amelia

Sois de gran entendimiento, dama Victoria. El señor Francisco ha de escribir una carta de amor para la dama Daniela. ¿Puede vuestra merced ayudarle?

VictorIA

Afirmativo.

Fue entonces que VictorIA se sentó al lado de Francisco.

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