Una nueva amiga

Que ocurre contigo - dijo Adelaida entrando con Zonia a su habitación, se trataba de un cuarto amueblado con sencillez y elegancia, con un escritorio, un velador y una cama con dosel todo decorado con cortinas verdes- se que siempre has renegado de tu familia materna, y hasta cierto punto entiendo tu rencor, pero esa reacción ha ido demasiado lejos. Zonia - dijo Adelaida mientras ésta, la miraba con los ojos llorosos y las mejillas encendidas- somos invitadas aquí - la abrazó - ya no llores por favor, solo intenta no volver a comportarte así, vamos a estar aquí por mucho tiempo y va a ser incómodo, solo, discúlpate mañana con él por atacarlo, seamos educadas, demos el primer paso nosotras.

- Acaso no escuchaste lo que dijo de mi padre? - preguntó Zonia dolida.

- Yo creo que se pasó, pero debes recordar que ofendiste a la familia real a la qué juro lealtad el chico, es obvio por como los defiende que pertenece a su feudo, quizás a estado a su servicio. Si alguien hablase así de mi que harías? - dijo Adelaida intentando que reflexionara- No creo que su intención fuera ofender, más bien pienso que soltó lo primero que le llegó a la boca.

- De verdad piensas eso?

- Si, además tu papá era maravilloso, crió una niña excelente, pero Zonia, no es menos cierto que durante siglos los orcos han masacrado al pueblo élfico, creo que por eso Francis no entiende que defiendas esa parte de ti, tú conoces el amor de tu padre, pero ese era el monstruo con que lo asustaban de niño estoy segura.

- Planteándose la situación así creo que quizás exageré un poquito- Adelaida giro la cabeza mirándola con desaprobación- Bien, no me mires así me disculparé por arruinar su peinado perfecto.

- Ese es exactamente tu problema, no te tomas nada en serio.- y ambas rompieron a reír.

  Adelaida bajó en busca de Sadek y Francis, los encontró en medio de la escalera, iban de camino a retirarse a sus habitaciones.

- Francis cuanto lo siento, Zonia jamás se ha comportado así, para ella su familia es un tema muy sensible, si hay alguna cosa que pueda hacer por ti? - dijo Adelaida mirando un corte en el labio de Francis.

- Está todo bien princesa- contestó Francis mientras subía- pierda cuidado solo ha sido un berrinche.

- Lo siento Sadek en serio- dijo Adelaida mirando a Sadek mientras ambos continuaban su ascenso- Lady Wemlen estará convencida de que Zonia es una salvaje y con razón.

- Está bien, no te preocupes, le dije a Lady Wemlen que ustedes eran un caso serio.

Adelaida bajó la cabeza abochornada, mientras Sadek la pasaba el brazo por los hombros y la acercaba a el para besar sus cabellos, acto seguido continuaron caminando hasta la habitación de Adelaida. Llegados a la puerta Sadek le dio un fuerte abrazo y le dijo:

- Te quiero mucho princesa, que pases buena noche.

- No dormirás conmigo ?- preguntó Adelaida - Por qué? Siempre hemos dormido juntos que ha cambiado?

- Todo y nada.

- Explícate por favor, acabas de decir un traba lengua.

- Mi cariño por ti es inmutable, eso no va a cambiar jamás, pero nuestras circunstancias ya no son las mismas, en tu viaje de camino a estas tierras dijiste que no era correcto que durmieramos juntos, me molestó en aquel entonces porque no veía el inconveniente, pero hoy ya puedo verlo y aunque te quiero igual no te quiero de la misma manera. Entendiste?

- Entiendo que estás borracho - dijo Adelaida más confundida aún.

- Lo siento no soy bueno con las palabras, es difícil para mí explicarte mejor es muy confuso y no quiero romper...

- No hay nada que puedas romper, no vas a lastimarme nunca- dijo ella acariciando su mejilla con ternura, Sadek cerró los ojos e inclinó la cabeza al tacto.

- Si te vieras con mis ojos entenderías- dijo el aún sin abrir los ojos.

Adelaida lo miraba enternecida, a caso era su manera de decir que la amaba. El era más de hacer que de decir, pero le había demostrado su afecto en más de una ocasión, “Te amo" quería decirle, pero y si solo lo hacía en respeto a la memoria de su madre, Sadek era todo cuanto conocía, lleno de resentimiento, de dolor, de sombras. Si que lo amaba, la vida se lo demostraría tiempo después, pero cuando se tienen quince años uno lo ama todo y lo vive todo con la misma intensidad, ella deseaba tanto derribar sus muros y conquistar su corazón que no sabía que la llave estaba en sus manos. Se alzó de puntillas y besó la punta de su nariz mientras el sonreía aún sin abrir los ojos entonces ella entró rápidamente a su cuarto y cerró la puerta tras de sí, a su vez el príncipe entró en su cuarto y se dejó caer vestido sobre la cama con el corazón a mil por minuto. Desde un oscuro rincón del pasillo la anciana miró la escena y sonrió con ternura mientras se iba a su habitación sin hacer ruido. Ninguno de los dos pudo pegar un ojo hasta el alba tres veces se paró Sadek en el umbral de su puerta y tres veces retornó a su recámara donde paseó de un lado a otro. Cuanto la amaba, cuán difícil era contenerse cerca de ella, su olor, su aliento, sus manos, sus labios, su dulzura para con el, la quería con locura pero no sabía decirlo, el habría caminado hasta el fin del mundo por ella, se sentía invencible a su lado y a la vez tan poca cosa. Tomó una desición en ese momento y decidió llevarla a cabo con ayuda de Francis. Sería una sorpresa para ella. Adelaida por su parte había leído como Zonia la acusaba demasiadas novelas románticas, en ellas había un concepto de verdadero amor en el que Sadek no encajaba muy bien, en esas novelas el galán sabía que decir, que hacer, siempre era perfecto, pero ahora para Adelaida ese concepto había cambiado.

El verdadero amor era valiente, amable, cariñoso aunque huraño, estaba herido, más no era capaz de herirla, el verdadero amor iba sin miedo a la batalla pero se estremecía en sus manos de muchacha, el verdadero amor estaba lleno de cicatrices por dentro y por fuera y las ocultaba como si no doliera la historia de cada una, el verdadero amor no era el príncipe dorado de los libros era a los ojos de su pueblo el villano de la historia. Entonces vino a su cabeza la frase de Sadek “ Si te vieras con mis ojos entenderías" Que debía entender? Acaso me amas como yo a ti? No soy solo la última voluntad de la mujer que querías como una madre?

A la mañana siguiente Zonia y ella bajaron a desayunar de madrugada pues era el día de ir al Sanatorio de la Villa Rocosa, era un pueblo pequeño asentado en las faldas de la montaña, su principal actividad comercial era la extracción de mármol, un rico yacimiento de esta roca había dado su nombre a la Villa que antaño próspera, ahora estaba diezmada por el hambre, la guerra y la insalubre situación de la cantera hacia casi imposible su explotación.

Con la ayuda de Sadek Néstor había construido un Sanatorio, un lugar para tratar enfermedades del cuerpo y el alma. Adelaida y Zonia disfrutaban mucho ayudando a los mineros y campesinos. Junto al druida y algunos compañeros interesados en el complejo arte de la curación iban una vez por semana a ofrecer sus servicios y víveres siempre que era posible. La fama se había acrecentado con la llegada de Adelaida y Zonia dos beldades con un verdadero don para sanar cualquier dolencia, ahora venían personas de todas partes a tratar sus males.

Ese día en particular le deparaba una sorpresa muy desagradable a Adelaida. Dafne una niña de diez años, con dos hermanos pequeños esperaba agazapada en la entrada con su abuela en brazos, la anciana respiraba con suma dificultad.

Adelaida desmontó con más rapidez de la normal en ella y se arrodilló en el suelo junto a Dafne mientras Zonia cargaba al más pequeño de los niños.

- Por favor señorita mi abuela se muere, es lo único que tenemos, ayúdela se lo ruego - dijo la niña entre sollozos.

Adelaida la miró con pena y ya iba a imponer sus manos sobre la anciana cuando Néstor la sujetó e hizo un gesto negativo con la cabeza diciendo:

- Niña mía, el buen sanador sabe dónde termina su obra, y donde comienza a obrar la naturaleza, no somos dioses, nuestros días en la tierra son dados en el vientre de nuestras madres, y ese plazo sagrado, en este caso se ha cumplido- mientras la anciana expiraba y los tres niños rompían en llanto.

Entraron al Sanatorio cabizbajos y prepararon el funeral, Adelaida corrió con los gastos y además le d

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