La transformación

Cuando despertó estaba en una habitación pequeña pero bien amueblada y muy limpia, estaba completamente vestida con un vestido que no era suyo, era un traje dorado, con incrustaciones de piedras preciosas en el talle y aunque era un modelo que no le pareció conocido lo cierto es que era bello, se incorporó y vió a Sadek sentado en una silla junto a su cama, más allá vió una mesa con una suculenta comida en ella:

- Ya me estaba preocupando - dijo el príncipe - has dormido demasiado.

- Me ocurre siempre que practico magia curativa- respondió Adelaida - Como te sientes?

- Te dije que estaba bien, no tenías que desgastarte conmigo - alzó los ojos y vió la expresión ofendida de Adelaida - pero me siento mucho mejor. Gracias por todo, por venir hasta aquí y ayudarme, pero estoy acostumbrado a esto. Come algo para que se vayan.

Adelaida se paró de la cama sin decir palabra y comenzó a comer pues moría de hambre, ambos se miraban de soslayo pero, cuando sus miradas coincidían cambiaban la vista.

- Realmente debo felicitar a Zonia si que sabe cocinar.

- Adelaida, Zonia es la segunda persona que logró quemar una sopa - dijo Sadek burlón

- Entonces quién cocino?

- Un servidor princesa - dijo con una media sonrisa- nuestro cocinero en Ocre es un ser malvado.

- Por favor Sadek- dijo Adelaida riéndose mientras se comía el asado- tienes que enseñarme, sospecho que tengo tanto talento como Zonia.

Sadek se quedó embobado mirándola reír, de pronto cambio la atmósfera relajada qué había (como si el chico hubiese recordado algo ) por una más tensa y le dijo:

- Tienes que irte, cuanto antes mejor.

- No, no lo haré ya te lo dije- repitió con firmeza.

- Escúchame niña linda- dijo el príncipe acercándose con una expresión peligrosa y apoyando sus manos en la mesa quedando muy cerca de ella respirando su mismo aire- nunca le he puesto la mano encima a una mujer pero si para sacarte del peligro en qué te encuentras tengo que darte las nalgadas que no te dieron tus padres, no lo dudes, lo haré.

Adelaida tomó una fresa y se la llevó provocativamente a los labios, acercándose aún más a él, Sadek tragó en seco y se quedó paralizado, ella que estaba a escasos milímetros de sus labios mirando directamente a sus ojos, voluntad contra voluntad, deslizó su boca hasta su oído y susurro, rosando el lóbulo con sus labios:

- Atrápame si puedes.- lo desafío descaradamente.

Sadek no daba crédito a la manipulación de Adelaida, por su cara desfiló la sorpresa, seguida de la ira y se precipitó sobre Adelaida, a penas logró rosarla, la muchacha lo esquivó con una pirueta llena de gracia, rodó por el suelo y se puso en pie con agilidad.

- Aquí te espero- el príncipe volvió a lanzarse sobre ella, ahora divertido por el juego y ella de un salto cayó sobre la cama, donde el logró acorralarla y se colocó a horcajadas sobre ella, sujetándole las manos sobre la cabeza y rompiendo a reír a carcajadas, ella lo miró con una sonrisa en los labios, era hermoso cuando se reía, debía encontrar motivos para que sonriera así siempre - aquel día en el bosque me jure que te quitaría la tristeza de los ojos- él la soltó y salió de encima de ella.

- Agradezco cada paso que diste hoy, agradezco todo lo que has hecho, no tengo como pagar tu cariño, pero debemos ser prudentes, vete ahora, por favor. Escucha mi vida no vale nada, solo conozco la muerte, el frío, la oscuridad y esta furia que me devora, lo he intentado todo, pero no puedo frenarla, debes irte, por favor, vete.

- Sabes, yo estaba agotada en serio, allá en las termas, pero soy consciente de cada palabra que dije y las reafirmo, si decides saltar saltaré contigo, yo sé que jamás me harías daño, porque no puedes verlo tú?

- En serio quieres ver en la criatura repulsiva y rabiosa en qué me convierto?- preguntó Sadek incrédulo y derrotado - bien, pero será bajo mis reglas y no admito cambios. Te permitiré ver la transformación. Ven conmigo- dijo poniéndose en pie.

Bajaron a la gran sala donde lo encontró tendido a su llegada.

- Donde está Zonia?

- La he enviado de vuelta a Ezila, Francis fue con ella tiene órdenes de regresar por ti.

- No me iré, puedes darle órdenes a un ejército, no te dejaré.

- Tranquila, ya he cedido, pero bajo mis condiciones. Ojalá no tenga que arrepentirme.

Continuaron el descenso hacia las termas pero tomaron una puerta que Adelaida no había visto antes, le llamó la atención, por el complejo sistema de cerraduras, además no estaba a juego con el resto de la carpintería del lugar era de hierro forjado con una gran llave central que no permitía el paso sin la combinación de engranajes adecuados, Sadek la hizo memorizarla, tras lo cual la abrieron y se internaron en un corredor oscuro y húmedo al fondo se veía una celda, el príncipe entró en ella y comenzó a encadenarse, los grilletes estaban revestidos de cuero pero las cadenas eran de plata pura. Se sentó en el suelo y comenzó a desvestirse dejando solo el pantalón, allí donde las cadenas lo rozaban quedaba una pequeña quemadura, Adelaida miraba el espectáculo sin chistar, el corazón se le caía a pedazos pero no dejó exteriorizar ninguna emoción.

- Está es la llave maestra de la celda, ciérrala y mantente alejada de la puerta no te acerques pase lo que pase, si alguna cadena se rompiese corre y cierra la bóveda sube a la habitación y encierrate. De acuerdo?

- Si, señor, prometo obedecer.

Se quedó sentada tranquilamente, no dijo una palabra estaba impaciente pero no asustada. Se mantenía firme en su decisión.

Él la miró cuando sintió que comenzaba a transformarse, sabía que no volvería a dejarlo estar cerca, a mirarlo a los ojos sin sentir temor o repulsión, si tan solo pudiera controlar el cambio en luna llena, como el resto del tiempo, todo sería diferente, pero allí estaba, dispuesto a mostrarse como un animal rabioso frente a la mujer que amaba.

Adelaida escuchó un crujido de huesos, un alarido salió de la boca de Sadek, cayó hacia adelante apoyando las rodillas y las manos en el piso, su morfología comenzó a cambiar. Ella había leído sobre este evento en la especie licana en varios libros de Néstor pero una cosa era leer y otra ver al ser amado sufriendo un proceso tan doloroso. De pronto había ocurrido frente a ella la transformación y un inmenso lobo gris con el belfo erizado y los ojos congestionados la miraba intensamente desde la profundidad de la celda.

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