Capítulo 9

No puedo creer que de verdad te hayas quedado en casa de Damián – me dijo Dana que estaba sentada sobre la cama.

 Damián me había llevado a los dormitorios y después se fue, Dana llego un poco, después, me ayudo a recoger algunas cosas y salimos de ahí, pues nada más llegar, la encargada de mi pasillo, me dijo que llevaría varios días arreglar la electricidad, pues el mal clima no ayudaba mucho.

-eran cerca de las tres de la mañana que otra cosa podía hacer – le respondí, yo estaba sentada en un sofás.

El dormitorio de Dana era amplio, las paredes estaban llenas de sus bocetos, ella desde siempre soñó con estudiar diseño de modas, y su madre se lo cumplió, incluso tiene su propio taller, en donde se encuentras su máquina de coser, maniquís, telas y demás.

-¿y qué harás ahora, realmente te quedaras en su casa? Sabes que puedes quedarte conmigo, a mi mamá no le importaría.

Conocí a Dana en la secundaria, pero a mi madre nunca le agrado ni ella, ni su madre, las encontraba muy liberales, y solía decirme que Dana era mala influencia para mí. 

-ya sabes que es raro para mí quedarme en tu casa después el súper pleito que tuvieron nuestras madres –

Dana se echo a reír al recordar el episodio, en ese entonces teníamos catorce años, y la madre de Dana nos había cachado viendo una película para adultos, pero en lugar de regañarnos, nos dio toda una clase de educación sexual, bastante descriptiva, pero que se podía esperar de una mujer que escribe novelas eróticas, y es bastante buena en lo que hace, a nosotras nos gustó que nos aclarara todas nuestras dudas.

Pero mi madre pego el grito en el cielo al enterarse, y tuvo tremenda discusión con la madre de Dana.

-jamás voy  olvidar eso, usábamos al pobre Carlo como excusa para vernos – comento Dana- pero, sabes que nos habrían atrapado si no fuera, por esos preservativos –

-jamás pensé que mi madre esculcaría mi mochila, siempre fue muy entrometida – le respondí, ahora mi familia vivía en otra ciudad, y ya no podía meterse tanto en mi vida 

-pero ahora ella ya no está cerca, así que no puede decir nada al respecto, ni si quiera tiene que saberlo – Dana dejo el bloc de dibujo sobre la cama y se puso de pie para estirarse - ¿o quieres quedarte en casa de Damián? – me pregunto mientras hacia algunos movientes y gestos un tanto obscenos para reírse de mí, y eso que un no le había contado lo que paso esa misma mañana, entre él y yo.

-por supuesto que no – le respondí un tanto sonrojada – su padre y su hermano mayor me dan miedo, y al casa es lúgubre y fría, solo me falto encontrarme un fantasma cubierto con una sábana blanca, arrastrando cadenas por los pasillos. 

- no exageres, ni que Damián viviera en un castillo encantado – respondió Carlo asustándonos ambas, como no hacia ruido y estaba metido en su juego olvidamos su presencia 

Dana tomo uno de sus múltiples cojines y se lanzo – al menos respira más fuerte de vez en cuando, para no olvidar que estas ahí, siempre nos matas del susto – 

Carlo le puso pausa a su consola y la dejo sobre la alfombra - ¿saben porque son mis amigas? -  nos pregunto de la nada 

-no lo sé bicho raro, a veces me preguntó lo mismo – respondió Dana 

- porque ustedes nunca han esperado que yo sea muy hablador, saben que soy introvertido, pero no les importa, por eso siempre voy a estar agradecido de que me adoptaran en secundaria –

-extrañamente eso me hizo sentir bien – le respondí – pero ¿qué tiene que ver con la conversación? –

-nada, pero debido a nuestra larga amistad me atrevo a ser honesto con ustedes –

-¿no me digas que por fin perdiste tu virginidad? – le pregunto Dana y él se puso rojo, era el único de los tres que nunca lo había echo

-no, y cuando lo haga no te lo diré, tu siempre te burlas de mi – le respondió Carlo regresándole el cojín que ella le había lanzado anteriormente 

-entonces ve al punto, idiota, pero ya te acordaras de mi cuando quieras conseguir preservativos – le respondió Dana, atrapando el cojín que mi amigo le acababa de lanzar 

-basta los dos, Dana ya déjalo hablar – le dije 

-¿crees que se buena idea rechazar al padre de Damián? – me pregunto 

-¿Por qué crees que lo estoy rechazando? – le pregunte, en respuesta, pues su pregunta mi había dejado intrigada 

-bueno el te acepto en su casa, y no puso objeciones a Damián le pidiera que te dejara quedarte, ¿no crees que podría sentirse ofendido si rechazas su hospitalidad? –

-eso no lo había pensado – le respondí con honestidad 

-ya recordé porque somos amigos, a veces te necesitamos como conciencia, y también tu opinión – respondió Dana – ahora opino lo mismo que el, creo que deberías aceptar el ofrecimiento de Damián, después de todo – 

-¿ahora me corres de tu casa? –

-no, querida eso jamás, te hago un favor, no quiero que pierdas la gracia de tu posible futuro suegro, quien podría, o no ser un jefe de la mafia –

-¿Quién dice que el señor Braulio será mi suegro? – 

-¿así que el padre de Damián se llama Braulio? Me acabo de enterar no lo sabía – me respondió Dana y yo mire al piso.

-¿podemos comer? Tengo hambre – dije en intento desesperado para cambiar de tema, y mirando a Carlo, para ver si me ayudaba 

-sí, vamos a comer – me secundo este, y Dana no le quedo de otra que seguirnos la corriente y guiarnos hacia la cocina.

...****************...

Después de comer Carlo se fue, pues su madre lo había llamado para que le comprara algunas cosas de regreso a casa, de los tres solo yo vivía en un dormitorio, ellos tenían la facilidad de vivir con sus padres. Los padres de Carlo eran médicos al igual que casi toda su familia, el era la oveja negra por estudiar algo diferente, pero jamás habría podido estudiar medicina, ya que se mareaba con solo ver sangre.

-por cierto estoy preparando un nuevo diseño, creo que tu serias buena modelo – me dijo Dana mirándome 

-¿de qué hablas, donde me viste la cara o el cuerpo de una modelo? – le respondí 

-mi profesora quiere que nos acostumbremos a trabajar con cuerpos variados, así que pensé en ti, con esas curvas y ese trasero, y ni que decir de esas tetas, por eso Damián anda tras de ti – me respondió Dana, tomándome de la mano y arrastrándome a su taller, ya ni siquiera opte por poner resistencia, ya que sabía que al final me convencería siempre lo hacía.

Si a los catorce me convenció de que viéramos una de las películas para adultos de su mamá, cosa que llevo a los acontecimientos en los que mi madre y la suya casi llegan a los golpes. Era claro que podía convencerme de ser su modelo.

Después de tomarme unas medidas, comenzó a hacer otras anotaciones, yo solo la veía sin tocar nada no quería arruinar su trabajo.

-¿ves esas tela de ahí arriba? – me dijo Dana, señalando un estante, que tenia algunos rollos de telas y otras cosas más.

-¿Cuál de todas? – pregunte 

-La de la derecha  – me respondió señalándola 

- No la alcanzo – le respondí 

-hay una escalerita ahí, con esa puedes alcanzar, por fa, bájala para mí –

tome la pequeña escalera, la cual contaba con solo tres escalones contando el de arriba, la coloque frente al estante y me subí, comencé a jalar la tela, pero al parecer tenía algo encima, así que no cedía, la jale más fuerte y ese fue mi error, eso me hizo perder el equilibrio y dar un paso hacia atrás, pero no le atine al escalón y mi pie llego hasta el piso, eso me desequilibro por completo y termine de sentón el piso, varias cosas se me vinieron encima, incluyendo una especie de pisapapeles que era lo que estaba sobre la tela que yo estaba bajando, eso me iba a dar en la cara, así que metí las manos, y eso me golpeo la mano izquierda, y yo grite, pues era de metal.

-¿Qué diablos hacia eso ahí? – dijo Dana yendo hacia mí y arrojando hacia un lado las telas que tenia sobre mi 

-no tengo idea, pero estaba sobre la tela que yo jale –

-esta antigüedad estaba sobre el escritorio de mi madre, era de mi abuelo – me dijo Dana tomándolo, haciéndolo hacia un lado.

El pisa papeles era una figura de un León, sobre una placa, todo esto era de metal, así que el que el golpe fue terrible, y me dolía demasiado

-¿dónde te pegaste?- me pregunto mi amiga  

Le señale mi brazo izquierdo y ella lo toco, haciendo que yo soltara un grito – me lastimas – 

-lo siento mucho amiga, vamos a llevarte al hospital – 

Me ayudo a levantarme, y se fue a buscar su bolso, mi celular que estaba sobre de una de las mesas comenzó a sonar, fui a responder, pero me detuve al ver quién era el que llamaba, no sabía muy bien como decirle a Damián que me acaba de lastimar el brazo.  

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