Capítulo 15

.../UNA PROPUESTA IRRESISTIBLE/...

Poppy

—Y eso no es todo —agregó mamá—. Cuando Poppy estaba pequeña era muy peleona, le gustaba vivir agarrada de los pelos con sus compañeras. —Nicholas rio y centró su mirada en mí.

—Eso sí que es una sorpresa —comentó entre risas.

—Es como diríamos hoy día: Su pasado oscuro —habló Lily sin preocupación.

—Lily, no ayudas, ¿lo sabías? —la miré y ella sonrió como un angelito.

—¿Y en qué es que trabajas? —le preguntó mamá con curiosidad.

—Soy dueño de una aplicación de chat —respondió Nicholas.

—¿Podría saber de cuál? —insistió.

—Lite chat.

Y las reacciones que le siguieron a esa respuesta fueron tremendas; Lily se atragantó con el Sprite que bebía y a mamá por poco y se le salen los ojos de las cuencas.

—¿Entonces tú eres el psicópata guapo del que suele quejarse mi hermana? —Lily fue la primera en hablar.

—¿Psicópata guapo? —Nicholas frunció el entrecejo confundido.

—Lily, no ayudas —le reprendí entre dientes.

—No diría que fuera un psicópata, pero si soy guapo —bufó haciendo que mamá y Lily soltarán una carcajada.

—¿Tú eres su jefe? —preguntó mamá.

Nicholas iba a responder, pero decidí interrumpirlo.

—Sí, sí, así es. Es mi jefe.

—Qué suerte tienes, hija. —Mamá me guiñó un ojo de manera pícara—. Con un jefe así y vives quejándote, yo viviría encantada si fuera mi yerno.

Nicholas nos miró a ambas. Mamá no había tardado en soltar sus comentarios. Le hice una seña a mamá para que se callara y no soltará más cosas.

Resoplé mientras mamá y Nicholas charlaban como si fueran viejos amigos. Mamá contaba cualquier tontería y su visita reía como si fuera la gran cosa del mundo.

Aún estaba molesta con ese psicópata, pero siendo sincera, sonriendo se veía realmente encantador y lindo. Mucho más lindo que cuando tenía aquella expresión de querer acabar con el mundo.

«Pero ¿qué te pasa? Es tu jefe» me reprendí internamente.

La cena se terminó y gracias al cielo Nicholas estaba por irse ya a su apartamento.

—Gracias por haber aceptado nuestra invitación —le dijo mamá mientras guardaba unas cosas en un termo.

—Muchas gracias a usted por haberme invitado, de verdad —respondió Nils con una maldita y perfecta sonrisa de hombre encantador.

Como si yo olvidara que me había ignorado por una razón que yo aún no conocía.

—No se preocupe, puede venir cuando guste —mamá no tardó en emanar su encanto de cuando quería yerno.

Nicholas me miró y yo forcé una tonta y ligera sonrisa.

—Bueno, entonces me voy, que pasen una feliz noche. —Se dio la vuelta para irse.

—Poppy —me llamó mamá.

—¿Sí? —pregunté.

Me dedicó una mirada de excepción y con una mueca me señaló que acompañara a Nicholas hasta la puerta. Lo cual hice a regañadientes. Me acerqué hasta Nicholas y lo acompañé.

—¿Entonces... soy un psicópata guapo? —me preguntó de la nada.

«Ahora no, por favor, no» pedí a gritos en mi interior para que no quisiera abordar ese tema.

—Lily no lo decía en serio —me defendí con inocencia—. Era broma —reí tontamente.

—¿Ah, sí? —levantó una ceja, divertido. Se inclinó un poco hacia mí—. Poppy, puedo ser un psicópata en muchas cosas, ¿lo sabías? —susurró cerca de mi oído haciendo que mi pulso se acelerara al sentir su cálida respiración salir de su boca y golpear mi oído.

—¿Eh...? —me tense. Era obvio que había mal pensado esa frase—. Señor Kuesel... —me interrumpió de súbito.

—Por eso, mañana hará dos informes, Halper. —Se puso recto y al mirarme sonrió con inocencia y una mirada llena de malicia.

¿Qué? ¿Dos... informes? ¿Era eso a lo que se refería cuando dijo que podía ser un psicópata en muchas cosas? ¡Por el amor de Dios! ¡Quería golpearlo!

Iba a reprochar, pero me volvió a interrumpir.

—Buenas noches, Halper —y sonó tan sexy y encantador que solo pude observar cómo se iba el jodido ese.

«Psicópata» masculló mi fuero interno.

Nicholas

Me fui con una sonrisa de triunfo en mi rostro. Me retractaba de lo que había dicho antes, estaba más que encantado de que Esther, la mamá de Poppy, me hubiera invitado a comer y conocer a sus hijas. Me la había encontrado en el ascensor junto a su hija menor y, después de que me contara lo que había hecho en el día, me invitó a cenar. A lo cual no me negué.

Cuando llegué a mi departamento no perdí el tiempo y me puse a organizar unos documentos y archivos que tenía pendientes. La tonta sonrisa no se borraba de mi rostro y me gustaba. Claro estaba que haber cenado con Poppy, su mamá y su hermana me había puesto de buen humor. Sin contar que la cena había estado exquisita, no como esas maruchan que solía comer Poppy. No es que fuera un pervertido que solía acosarla, pero era imposible que el olor a maruchan no llegara hasta mi apartamento.

Lite Chat estaba próximo a cumplir su séptimo aniversario, y la verdad es que, aunque no lo dijera, me emocionaba ver como nuestra empresa y la aplicación cada día crecía cada vez más. Estaba listo para la reunión que tendríamos con los directivos sobre las nuevas actualizaciones que tendría Lite por su séptimo aniversario, el cual tenía que ser todo un éxito.

Como siempre Poppy estaba a mi lado con un portafolio en la mano y esa pequeña sonrisa angelical. Faltaban unos pocos minutos para que la reunión comenzará. Subí la mano hasta la corbata para acomodarla un poco. En ese momento tuve la idea de querer cumplir una pequeña fantasía.

—Halper —la llamé.

Ella me miró.

—¿Sí, señor Kuesel? —respondió.

Que me llamara “señor Kuesel” era algo que no podía gustarme y a lo cual sabía que no podría adaptarme nunca. Aunque todos me llamarán así. Era joven.

—Por favor, arreglé mi corbata —pedí con una mirada seria, pero con una sonrisita por dentro.

—¿Disculpe? —preguntó confundida ante mi petición.

—Que arreglé mi corbata, por favor —respondí con amabilidad.

Sus mejillas se ruborizaron y su mirada trató de esquivar la mía, pero se lo impedí al profundizar aquel momento.

—Pero...

—Es una orden, Halper —le dije con firmeza. No pretendía ser severo con ella.

—Eh… —sus labios se movieron con un encanto fino—. Está bien.

Se paró frente a mí y con sus suaves y encantadoras manos cogió mi corbata y empezó a acomodarla con demasiada agilidad y precisión, como si toda su vida se hubiera ido en ello; arreglar corbatas.

«¿Y si él también tuvo el privilegio de que ella arreglara la suya?» inquirió mi fuero interno.

De tan solo pensar que aquellas angelicales manos habían arreglado la corbata de aquel tonto un sentimiento extraño me invadía y me tensaba de pies a cabeza. Detestaba la simple idea de imaginar que lazo los había unido para que ahora estuvieran de esa manera y reaccionaran así cuando se encontraban.

«—Muy bien dicho “marcó su pasado” pero tú puedes marcar su futuro y de buena manera, ¿entiendes la diferencia? »

Sí, tal vez James hubiera marcado su pasado, pero yo podía marcar su futuro. Aquí la pregunta era: ¿Cómo? ¿Cómo un hombre como yo podría marcar el futuro de aquella exquisita creación sin hacerle daño? Además, teniendo en cuenta que ella me consideraba un psicópata.

«Guapo, ¿lo olvidas?»

¿Cómo podría olvidarlo?

—Listo —dijo, y antes de que quitara sus suaves manos de mi pecho enrosqué las mías a sus muñecas.

Poppy me miró con sus pupilas brillando con encanto y luciendo como si nunca hubiera sufrido. Sentí su cuerpo tensarse bajo mi tacto y, como por instinto, sus labios se abrieron un poco, sorprendida ante mi acción.

—Halper, ¿podría arreglar mi corbata desde ahora en adelante? —pregunté con un tono de voz serio y cariñoso, aunque por dentro lleno de nervios por su respuesta.

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