Capítulo 9

^^^Antes que nada, quiero disculparme con las personas que esperan ansiosas las actualizaciones de la historia. Me disculpo de corazón, pero realmente tuve un mes ajetreado. Y estuve haciendo arreglitos. Así que, sin más, disfruten.^^^

.../NOTAS DE VECINOS: LAS PRIMERAS IMPRESIONES CUENTAN/...

Poppy

El día se había ido en trastear cajas desde donde estaba el camión de mudanzas hasta mi nuevo apartamento, que, de hecho, era muy bonito y acogedor —aunque no tuviera nada acomodado—. Había descubierto que

los vecinos eran muy amables y serviciales cuando unos varios se ofrecieron en ayudarnos con las cajas, a lo cual obviamente no me negué.

No nos venía mal una ayuda de vez en cuando.

—Bueno, Poppy, ya sabes que si necesitas algo nos puedes llamar —me dijo mamá, que ya estaban listas para irse.

—Sí, mamá —respondí.

—Ah, y Poppy, procura no verte todas las series sin mí ¿oíste? —agregó

Lily a la vez que me observaba con los ojos entrecerrados.

—No puedo prometer nada —levanté las manos en señal de rendición.

—Más te vale que no, ¿oíste?

—Si en algún momento necesitas... —mamá no tardó en ofrecerme su ayuda, por lo que la interrumpí.

—Sí, sí, mamá. —Me acerqué hasta ella y puse mis manos en sus hombros para tranquilizarla—. No te preocupes, tengo veintiséis años no dieciséis, ¿vale? Sé cuidarme por mí misma.

Mamá resopló, derrotada.

—Está bien —dijo finalmente. Sabía que tenía toda la razón. Soltó un suspiro lleno de derrota—. Entonces Lily y yo ya nos vamos, no vaya a ser que se nos haga tarde para tomar el ómnibus.

Asentí con la cabeza.

—Está bien —dije—. Las quiero mucho, gracias por ayudarme y apoyarme en esto.

Las tres nos miramos durante un par de segundos y después nos fundimos en un cálido abrazo lleno de mucho amor, entre madre e hijas. Mi padre una vez dijo que los abrazos solían ser los mejores escapes de esta cruda y agresiva realidad. Cuan razón tenía.

—Nosotras también te queremos mucho, Poppy —susurró mamá cerca de mi oído antes de separarnos.

Cuando mamá y Lily se fueron regresé a la sala y solté un pequeño suspiro a la vez que veía mi nuevo apartamento con las manos en la cintura y un sentimiento de alegría combinada con las ganas de llorar, se instalaban en mí. De verdad que parecía un sueño hecho realidad, siempre había querido independizarme y disfrutar de mi autonomía como un adulto de verdad. No sabía cómo describir aquella sensación que me albergó en aquel momento. Solo sabía que era felicidad.

La mudanza me tenía exhausta y con las tripas chirriando del hambre.

—Hora de comer maruchan con Sprite —solté sonriendo.

Me dirigí hasta la cocina, donde tenía muy pocas cosas ubicadas y organizadas, como lo era la nevera y las latas de Sprite y las maruchan en la nevera. Puse agua a hervir y, minutos después ya tenía mi maruchan y mi lata de Sprite listos para ser devorados. Me senté en la sala, donde lo único que había acomodado era un sofá y el televisor encima de una mesa, y empecé a devorar la maruchan mientras veía un reality show que trataba sobre la vida de famosos y sus constantes escándalos.

Nicholas

Estaba sentado en la sala tomándome una taza de té mientras leía El caballero de la armadura oxidada, uno de mis libros preferidos desde pequeño. Pero me estaba siendo difícil concentrarme en la exquisita lectura que tenía en frente a causa de lo ruidosa que era la nueva vecina.

Al parecer, tenía el televisor a todo volumen, porque se escuchaba hasta el apartamento y se podía oír con claridad lo que en el reality show decían.

El ruido era constante. Y de verdad que me estaba siendo difícil concentrarme, y no poder hacerlo me frustraba demasiado.

«Tengo muchos problemas como para que la vecina me joda con su bendito reality a todo volumen» pensé internamente a la vez cerraba el libro para después quitarme las gafas.

Después de sobar el puente de mi nariz con la mano, me levanté del sofá, fui hasta el despacho y cogí una hoja y un bolígrafo y escribí algo en ella.

Decidido, salí del apartamento y me acerqué hasta la puerta de la nueva vecina. Dejé la nota en el piso y toqué el timbre dos veces, pero nadie salió. Cuando dejé la nota en el suelo, volví a mi apartamento.

Se preguntarán por qué no toqué y esperé hasta que ella saliera, la verdad es que nunca me había apetecido socializar mucho y, además, si así era la mamá no me quería imaginar cómo sería la hija. Mejor era prevenir que luego lamentar.

Poppy

El timbre de la puerta sonó dos veces y al escucharlo dejé mi deliciosa maruchan en el sofá y fui a ver quién era. Tuve el presentimiento de que seguro sería un vecino del piso, pero ese pensamiento se esfumó cuando al abrir la puerta lo único que encontré fue una nota en el piso. Después de levantarla giré la mirada a todos lados a ver si, por fin, encontraba al dueño de la nota, pero no.

«Siento mucho si la molesto, pero el fuerte volumen del televisor no me deja concentrar, podría por favor bajarle el volumen a su televisor. Att: su vecino de al lado» leí.

Volví a observar el lugar, esta vez con más atención, pero obtuve el mismo resultado que antes; no vi a nadie.

«No sabía que ya estuviera dando problemas»

Entré y me apresuré a buscar una hoja y un bolígrafo para poder expresar mis más sinceras disculpas al vecino de al lado. Y es que lo entendía, pues era fan de escuchar el televisor a un muy alto volumen, porque sentía que así podría sentir mejor las emociones. Gustos extraños.

Cuando tuve la nota lista fui hasta el apartamento del vecino del lado izquierdo, pues de lo que sabía el derecho estaba desocupado. Con sumo cuidado dejé la nota en el piso y toqué el timbre dos veces, para después salir corriendo antes de que alguien abriera y tuviera que dar la cara. Algo que me ponía los vellos de punta.

Y es que era el tipo de persona que solía avergonzarse por cualquier cosa y sonrojarse, aunque fuera culpa mía. También porque era muy cobarde como para pedirle disculpas frente a frente, de seguro y me daba un ataque cardíaco.

Nicholas

El timbre sonó dos veces.

Volví a cerrar el libro, frustrado, y me levanté. Al abrir la puerta no vi a nadie, lo cual solo aumentó más la frustración. Se me hizo extraño y, para colmo, una broma de muy mal gusto. ¿Quién tocaba a la puerta de alguien

y luego se iba?

Antes de poder seguir pensando mi mirada se percató de una nota que se hallaba en el suelo. La levanté y entré al apartamento leyendo la nota.

«De verdad, siento mucho las molestias que le estoy causando, no es mi intención. Soy nueva viviendo sola y como entenderá es un poco difícil adaptarse a los cambios. Att: la vecina de al lado» leí.

Por inercia me pasé una mano por el pelo. Solo le había escrito pidiéndole que le bajara el volumen al televisor, no para que me diera explicaciones de su vida privada, que no me importaba en lo absoluto. Sin mucho interés dejé la hoja en la mesita de noche y volví a retomar el libro.

No había pensado en responder a la nota porque creí que, al final, la vecina sería amable y le mermaría al volumen, lo cual al parecer no hizo ya que se seguía escuchando bastante fuerte.

Decidido, me levanté, cogí otra hoja y escribí otra nota. Fui hasta la puerta de la vecina e hice lo mismo de antes; dejar la nota en el piso, tocar el timbre y luego irme sin prisa alguna.

Poppy

El timbre sonó nuevamente, por lo que supuse sería el vecino otra vez. No había nadie afuera. Por instinto agaché la mirada y vi otra nota allí, la cual levanté.

«Aunque sea difícil adaptarse, traté de comportarse. Y el televisor aún tiene demasiado volumen, bájele. Att: El vecino de al lado» decía.

Otra nota del vecino...

¡Pero si ya le había bajado bastante volumen al televisor y yo antes lo escuchaba demasiado bajo para mi gusto!

Ese vecino sí que era un insoportable realmente.

Ofuscada, arranqué otra hoja del cuaderno y le escribí otra nota, para después ir a dejarla en su apartamento y salir corriendo como antes. No quería conocer a mi vecino. De seguro y era un viejo gruñón, con barba,

canas y una mirada penetrante que te calaba hasta los huesos. Es que de tan solo imaginármelo me daban escalofríos y se me congelaba todo el cuerpo.

Minutos después el timbre nuevamente sonó y otra nota a mi puerta llegó...

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