Castigo

⚠️ADVERTENCIA⚠️

Este capítulo tiene contenido sensible +18, se recomienda discreción.

Stefano Martin

Han pasado tres días después de la lesión de Sander ahora se avecinan nuevos ataques, Sol, se encerró en la habitación, sé que está cansada, que está agotada este misil como ella dice, la hirió, pero no es el momento de los lamentos, ingreso a la habitación, con el desayuno que había pedido, no me gusta ver la triste, la he dejado estos días que descanse, quizás así podamos generar alguna estrategia. - Nena, levántate ven desayunamos, pedí la fruta que te encanta, el cereal y el café como te gusta. -

-No quiero, hoy no quiero levantarme, déjame aquí- toma las sabanas y se cubre el rostro, no es el momento de que ella esconda la cabeza como un avestruz.

-Soledad Massin Martin, Tienes 5 minutos para levantarte de esa cama, venir a darle un beso a tu esposo, desayunar y alistarte para la nueva batalla. -

-No entiendes, Stefano que ya no hay batallas perdí la guerra, ya no hay porque luchar. – Ella solloza, destapa su rostro acongojado, quisiera ceder, abrazarla y darle la razón, pero sé que eso no es lo que busca realmente.

-El reloj está corriendo quedan dos minutos y si no tengo a mi chica de acero dándome los buenos días, lo siguiente que haré será llamar a mi abogado para que tramite los papeles del divorcio. – No termino de decir las palabras cuando la veo salir de la cama con tanta furia que se abalanza sobre mí.

-De que estás hablando Stefano Martin Massin, tú eres mío, eso jamás pasará, primero se acaba el mundo antes que yo separarme de ti y nunca en tu vida me vuelvas a decir eso. - Logre el efecto que quería sacarla de esa cama y de sus lamentaciones.

La tomó por su cintura, bajo mis manos hasta su trasero, descubriendo que no tiene ropa interior, la acerco más a mí, ella abraza mi cuello con sus manos y mi cintura con sus piernas, le susurró, -El desayuno puede esperar ahora quiero probar el postre.- Me dirijo hacia el bar de la habitación la quiero castigar, que no vuelva a pensar en rendirse, la coloco sobre la mesa, me inclino para que su espalda quede apoyada, mientras acaricio con mis labios sus senos erguidos que se muestran debajo de la tela de su pijama, ella comienza a respirar aceleradamente, suelto sus manos de mi cuello, tomó sus piernas y las elevó sobre mis hombros, presto atención a su tesoro, lo beso, lo saboreo y juego con él. Escucho su respiración acelerarse cada vez más y siento que las contracciones de sus músculos son más incontrolables, así que me detengo, Dios sabe cuanto me está costando desprenderme de su centro.

Mi chica de acero me mira con enojo, con sus ojos celestes que me hicieron prisionero, pero merece un escarmiento, quiere protestar, pero no se lo permito, le indicó con mi dedo sobre sus labios que haga silencio, acomodo sus piernas alrededor de mi cadera, desabrochó mi pantalón y bajo mi bragueta sin darle tiempo me adentro, la tomó con fuerza, entro y salgo, ubicándome en su entrada, y repito la maniobra, cada vez con mayor fuerza, ella grita,-ahhh- ella gime, siento como sus músculos me aprietan, veo como salen gotas de sudor de su hermoso rostro, como tensa sus manos y las aferra a los bordes de la mesa, sé que está cerca así que me detengo, vuelvo a obtener su mirada asesina.

-Amor, por favor no juegues más conmigo. –con su respiración acelerada súplica, sé que está ardiendo de calor, muerde su labio inferior, baja los tirantes de su bata dejando expuestas sus protuberantes montañas.

A las cuales no me resisto y aprisiono con mis manos, me inclino llevándolas a mi boca, me separo un poco de ella y le pido -Soledad Massin Martin, promete que jamás te volverás a sentir derrotada-

-Lo prometo. -

Esa era la palabra que necesitaba escuchar de mi chica para poder desatar todos estos deseos que estaba reprimiendo, sí el castigo podría decirse que era también para mí, aguantarme y no dejarme llevar por cada oleada de calor que mi esposa genera en mi entrepierna.