Los regalos de mi bebé

Milagros Sarmiento

La cirugía de Sander fue un éxito rotundo, con las nuevas técnicas en que la medicina ha avanzado en esta clase de lesiones, la recuperación aunque será prolongada, no dejara secuelas a futuro.

Mi mayor temor era que él se quedará con una cojera de por vida, pero con la rehabilitación adecuada en un año si él lo desea podrá volver a jugar futbol.

No sé si lo haga siempre ha sido muy claro en sus objetivos, desde que lo conocí sabía que su meta era la copa mundo, quería salir por la puerta grande, retirarse a sus 29 años del futbol profesional, pero esperaremos que nos depara el destino, ya que es tan caprichoso.

No me quería a mí en su vida, pero aquí estoy sintiéndome amada, respetada e hipnotizada por esos ojos azul zafiro, que me dejaron sin aliento desde el primer momento que los vi.

Nuestro bebé está un poco bajo de peso, mi salud es la que se ha visto afectada, no soy mujer de andarme quejando, me molesta sentirme vulnerable y el alboroto que trajo la serpiente de Nohemí, junto con la lesión de Sander y la preocupación inmensa que sentí me afectaron demasiado, mis nervios se dispararon, tengo una ligera subida de tensión, la cual estoy controlando.

Sander está en la distancia, pero se ha vuelto un maniático controlador, me traslade a vivir a una hermosa hacienda que él tiene a cuatro horas de la ciudad, no quiere que el incidente del apartamento se repita.

Contrato personal médico para que cuiden mi embarazo, compro equipo médico para poder estar monitoreando a nuestro bebé, pero no soy una chica de campo y este silencio me enloquece, además que me pidió mantenerme alejada de las redes sociales, revistas y periódicos.

Esta mañana quería hablar con papá y mamá, ellos aunque están lejos son un gran apoyo para mí y el embarazo hace que los extrañe más, pero mi hermano menor Thomas me contó que habían salido fuera de la ciudad y estarán incomunicados por dos días.

Sol y Mar están full de trabajo, poco sean comunicado en estos días, Kevin entro a trabajar junto con Soledad, Stefano, se quedó al lado de Sander además de acompañarlo, iba a presentar su último diseño automotor.

A Leydi por su embarazo y por el pequeño Alessandro, no puede viajar, así que me siento sola en esta inmensa casa, las señoras del servicio al igual que el personal médico son amables, pero no estoy acostumbrada a estar inoficiosa. No soy mujer de sembrar matas, cuidar jardines de flores o tejer, son cosas que al contrario de darme calma me dan estrés.

Me encantan los libros médicos, a eso estoy dedicada a leer.

Los últimos 20 días, lo que más añoro son las videollamadas de buenos días y buenas noches de Sander, pero hoy no ha habido, intente realizarla yo, pero el teléfono suena fuera de servicio.

No sé por qué siento que algo me esconden, Soledad me dio una licencia remunerada por el tiempo que queda de mi embarazo y hasta los seis meses del bebé.

Son las 5 de la tarde y aún no logro comunicarme con Sander, Trebor y Leydi han venido de visita, lo que más me sorprende es verlos llegar junto a mi antipática suegra y el señor Marcelo. No creo que vengan en pie de guerra.

Me acerco a Leydi y la saludo de beso en la mejilla y al pequeño Sandro que es la viva imagen de su abuelo, luego Trebor es el que se acerca a mí y me saluda,

-Buenas tardes, Mil ¿Cómo has estado? ¿Cómo se ha comportado mi sobrino?, mis padres quisieron venir a visitarte, ¿Espero que no te moleste? Veo que él se encuentra algo nervioso por el encuentro, tiene la misma manía de Sander, de jugar con sus manos.

—Me encuentro bien un poco aburrida y mi pequeño Antonny un amor, un poco ansioso hoy que no ha escuchado a su padre, ¿Sabes algo de él?- Me quedo observándolo buscando leerlo, pero no logro descubrir nada, él niega con su cabeza. —No me molesta que vengan tus padres, es la casa de Sander, por lo tanto, asumo que están en su derecho. - digo.

— Buenas tardes, Milagros, lo que menos buscamos es incomodar y mucho menos alterarte, venimos en son de paz, trajimos unos regalos para mi nieto. - Ella me entrega los obsequios y por primera vez la madre de Sander desde que la vi en el matrimonio de Sol me dirige la palabra, realmente me sorprende, me pregunto “si se traerá algo entre manos”. El señor Marcelo se acerca a mí y me da un beso en la mejilla y toca mi vientre mientras dice;

—Hola campeón, pronto nos veremos- Es como si mi bebé que se había mantenido quieto durante todo el día despertara y comienza a dar papaditas. —¡Oh! Creo que va a ser un futbolista igual que su padre.- sonrió y asiento

— Pienso lo mismo, nada más cuando escucha su voz, no se queda quieto este tiempo que ha estado lejos, ha sido una tortura, lo extraña mucho.- les comento, la mamá de Sander a quien noto interesada en mi pequeño me dice;

— Me permites tocar- señala mi vientre, yo asiento. Pienso para mis adentros “nunca le negaré a mi hijo el derecho de compartir con sus abuelos”, “como me gustaría que mis padres también estuvieran aquí”.

Los invito a seguir a la sala a tomar algo y la curiosidad de mirar lo que le trajeron a mi bebé me gana así que decido ver.

La primera caja de regaló, traía un juego de cinco bodys de distintos colores y con frases hermosas, me sentí muy conmovida,

Leydi se sentó a mi lado y me tomó de las manos, era hermoso, los primeros regalos de mi pequeño.

El segundo obsequio un conjunto con su camiseta blanca, corbatín negro, chaleco y pantalón beige, también zapaticos blancos y un estuche de una cámara, me emocioné de solo imaginar a mi bebé vestido con esa ropita.

El tercero era un mameluco enterizo blanco en sus manguitas y azul oscuro, trae también zapaticos blancos una preciosura, junto a un portarretratos para su primera foto.

El cuarto era otro conjunto hermoso un Buso a rayas amarillo y blanco, junto con un pequeño overol azul y en el centro un bordado del rey león, también traía sus zapaticos.

Moria por mostrarle a Sander. Los regalos de mi bebé

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