CAPÍTULO 15

Con una mirada, mientras se levantaban, la soldado le pidió a la reina que los dejaran solos mientras ella llevaba al duque de nuevo a su cama. La conversación que tendría con su hijo no sería ni siquiera para ella, por más libertad ella le hubiera dado para actuar.

—¿Por qué me ayudas?—preguntó acostado en la cama—he caído en desgracia, mi esposa, la mujer que tanto amé y protegí me ha dejado. Ahora no tengo ni siquiera mis ojos, y de paso te arrastré a ti en todo esto.

Limpiando un poco el sudo en su cuello, ya que el tacto físico con los otros le desagradaba, no tuvo de otra más que respirar e intentar calmarse, de modo que pudiera hablar con calma. Así que una vez sintió que estaba mejor, sentada en la cama del duque, a su lado, comenzó a hablarle.

—Ambos fuimos abandonados por dos personas que una vez juraron ante dios estar con nosotros para siempre—dijo escondiendo su rostro con sus dos manos—ambos fuimos unos verdaderos idiotas.

—¿Sabes que estás llamando idiota al hijo del rey?—cuestionó cansado—pero entiendo donde quiere llegar.

—No solo es un idiota, sino también un completo imbécil, que enceguecido por una mujer se deja pisotear como una cucaracha—lo ofendió.

—¡Ya entendí! ¡Para!—ordenó.

El silencio que siguió a aquella pequeña discusión fue incómodo, pero al menos ambos pudieron centrarse en sus pensamientos.

—Usted está destinado a ser uno de los mayores duques del reino—aseguró—de su sangre nacerán nobles personas, incluyendo la persona que me salvará en el futuro. Gracias a usted, un hombre lisiado y maldito que existió, no he perdido del todo la fe en la humanidad aunque me dé igual si los daimonios desatan el infierno en la tierra.

—¿Cómo fue que moriste? ¿Cómo fue que mi descendiente te salvó?—preguntó curioso.

—Mi esposo intentó matarme—respondió sin tapujos.

Cada palabra que decía, de manera inmediata, su mente le hacía recordar todo lo sucedido. Una de las cosas que más morbo y satisfacción le daba a su anterior esposo era el hacerlo por atrás, aunque ella gritara de dolor. Por eso tampoco hablaba de lo que el hizo el esa noche, su cuerpo tenía una memoria perfecta y las partes que el dañó volvían a sentir dolor.

No fue sino por la llegada del capitán a su vida que pudo sentir por primera vez una mano amiga, ya que no solo impidió que fuera asesinada por ser confundida por un daimonio esa noche, a causa de su cuerpo calcinado por completo, sino porque la acogió como su hija y compañera, entrenandola para ser lo que era en ese momento.

Mientras tanto, Kenshi estaba helado mientras escuchaba lo que su guardiana le confesó, al menos Sara no intentó matarlo, ¿Pero por qué el esposo de ella intentaría matarla?

—Me preguntó la razón por la cual lo ayudo, asi que lo diré—dijo colocandose encima de el—ya que no desea más su vida, ¡Demela a mí! ¡Usted es lo único bueno que me ha dado esta miserable existencia! ¡Le prohibo morir!

Dicho eso, sin esperar a que el duque dijera algo, mordió su cuello, provocando que este dejara escapar un pequeño grito de dolor que de inmediato ella acalló. No le gustaba lo que estaba haciendo, si fuera posible intentara resolver las cosas sin el menor contacto fisico, pero le preocupaba que el mismo duque acabara con su propia vida.