CAPÍTULO 11

Con ira, Sara se colocó frente a la soldado, la cólera que poseía era grande, ¿Cómo era posible que inclusive pidiera sentarse al mismo nivel? ¡Era muy igualada para el puesto tan bajo que ella tenía!

—Ahorrémonos palabras innecesarias, ya sé que contraste a estar mujeres para decir que fueron abusadas por el duque—dijo sin rodeos.

—¡Es que lo fueron!—refutó la santa.

La cólera fue sustituida de inmediato por el miedo, no pensó que alguien más se enterara de su plan para hacer que el rey fuera obligado a aceptar el divorcio.

—Si no hubiera escuchado lo que oí de tu criada, hubiera dado el beneficio de la duda—aseveró—pero sé muy bien reconocer a alguien que es víctima y te aseguro que ninguna de ellas, ni siquiera tú, fueron víctimas de maltrato.

—¿Y qué si no me crees?—cuestionó—soy la santa, ¡Me darán la palabra a mí! ¡No podrás detener el divorcio! Es que por más que decidas hablar, dudo que el mismo rey te crea.

Si otros hubieran sido sus intereses, por más que aquel divorcio le estuviera haciendo mal al duque, ella le daría igual aquello. Al fin de cuentas, el duque era un hombre hecho y derecho; no obstante, su situación era lo contrario.

—Me da igual si te divorcias o no del duque—dijo colocando las cartas sobre las mesas—pero tu actitud está perjudicándolo y mi único interés es mantenerlo a salvo con vida. Por lo que si no quieres que revele que tu nivel de energía mágica es de rango inferior, detendrás todo eso.

Sara de inmediato escupió el té que estaba tomando y que se estaba enfriando hacía tiempo en la mesa, no entendía como era posible que alguien más supiera su nivel de poder. Aquello era imposible, en especial porque en esa época solo se podía revelar mediante el uso de cristales. Por eso, cuando le hicieron la prueba que hizo que fuera escogida como santa, había mandado a falsificar los cristales.

—¿Estás amenazándome?—preguntó sin aliento—¿No será más bien que quieres ser la nueva duquesa?

—Tómelo como quiera—respondió antes de irse—ya le dije, me da igual si ustedes dos se divorcian, pero si la vida del duque corre peligro, no me importará mostrarle un poco a usted como son las puertas del infierno. Existen cosas por la que ni el poder de la iglesia puede luchar, así que no piense que su influencia como santa la ayudará.

Dicho eso, dejando a una estupefacta Sara en el salón de espera, se fue al despacho del rey en el segundo piso, para poder hablar con él antes de que la audiencia comenzara.

—Si acepto el divorcio, mi imagen perderá poder frente a la iglesia, ¡Todos creerán que el papa puede hacer con el reino lo que quiera!—dijo el rey—tampoco puedo romperle el corazón a mi hijo.

—El aceptar o no ya es cosa suya y del duque, su majestad—habló con seguridad frente al escritorio del monarca—cuando un "ángel" nace, y entra a los kingsglaive, hace un juramento de verdad con el monarca y todo su linaje. Aunque quisiera actuar en su contra, no puedo hacerlo, y agradezco que tampoco me haya obligado a revelar las cosas que sé del futuro; no obstante, con base a mi juramento puedo decirle que aquella mujer es un riesgo para el duque y que no me va a temblar la mano para ir en su contra si algo malo pasa.

El rey Jacobo asintió, al menos podía quedarse tranquilo de que alguien de confianza podía proteger a su querido hijo. Aunque el haber nacido de segundo le quitó el derecho de sucesión, eso no implicaba que no se preocupara por Kenshi de la misma forma que lo hacía por Tadashi.