CAPÍTULO 18

Por momentos quiso hablarle y preguntarle más cosas, pero la mano de ella seguía entrelazada con la suya, aunque estaba sudando y temblando. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para el contacto físico; sin embargo, su presencia parecía ser amena a su lado.

—El día en que morí, perdí la esperanza en la vida y en la humanidad—respondió—pero sus descendientes y usted tienen algo que evitan que vea todo con oscuridad, de hecho los hijos de uno de ellos, que me mandaron a rescatar, en realidad no eran sus hijos biológicos. Aun así, su padre, el actual duque, era capaz incluso de ir por ellos aun si moría.

—Entonces, lo haces por pagar una deuda, ¿No?—cuestionó el duque.

—Puede que sí—respondió—pero sea cual sea la razón, ambos nos necesitamos. No aspiro ni quiero ser el reemplazo de su esposa, pero quiero ayudarlo a seguir adelante y convertirse en el hombre que está destinado a ser. Puede considerarme una aliada, si así lo desea.

Kenshi asintió entendiendo el mensaje de la mujer, aunque aun le dolía sus heridas, más las emocionales que las físicas, por alguna extraña razón la presencia y la seguridad de su guardiana le traía tranquilidad, como si fuera alguien capaz de sacarlo del bache por más terco que él fuera.

—¿Y qué harás con lo de ser mi "prometida"?—preguntó curioso—mi alma está maldita de paso.

—Buscaré a la mujer que está destinada en verdad a estar a su lado—dijo colocándole un anillo—aun si debo ir de nuevo al infierno, si su alma es reclamada, iré por usted.

Luego de eso, tras una reverencia, se fue del lugar rumbo a su habitación. El anillo que Kenshi estaba palpando, en su dedo anular, se trataba de un anillo que le dio el mismo capitán, que estaba hecho con su propia magia. Por lo que el duque pudo reconocer la firma mágica propia de su linaje. En caso de que su alma se perdiera, ella podía rastrearlo sin ningún problema.

—¿De verdad estoy destinado a otra mujer? ¿De verdad puedo seguir después del divorcio?—preguntó en un susurro acariciando el anillo.

La mañana llegó y todo el palacio era un revuelo, por fin el rey le había dado la aprobación al duque de volver a sus terrenos, algo que él agradeció, ya que no quería seguir sintiéndose un enfermo bajo la protección de su madre. Por lo que la reina, sin poder evitar que su hija cumpliera su deseo de irse el mismo día, no tuvo de otra más que apoyarlo en su decisión.

Antes de ir a ver partir la improvisada marcha, donde su hijo se marcharía sin siquiera tener un equipaje apropiado, al nuevo castillo que el rey le había concedido para que administrara su ducado allí mismo, citó a su guardiana a almorzar solo las dos en su salón privado.

Lightning, quien se estaba preparando para salir, ahora que debía dar la cara como la "prometida" del príncipe y duque de London, ya no podía seguir vistiéndose como antes. Esta aceptó solo para no desagradar del todo a la madre de Kenshi, pero negó el usar un corsé.

Si de verdad querían que ella fungiera también sus funciones como guardiana, ya tenía mucho que hacer con la libertad de movimiento, por lo que usando el hecho de que la misma reina le otorgó libertad en sus acciones, aceptó el usar un vestido pero bajo sus propias condiciones.

—¡Por Dios!—dijo una de las doncellas encargada de servirla—aunque no usa el corsé, su figura se ve muy hermosa, ¡Pareciera que estuviera usando un corsé sencillo.

Lightning observó su figura frente al espejo de cobre, analizando en efecto que las palabras de la sirvienta eran ciertas. El hecho de haber recibido entrenamiento militar tantos años la ayudó a mantenerse físicamente, aunque aun le costaba comer. No solo había desarrollado un problema de sueño, donde pocas veces podía dormir como era debido, sino que si a lo mucho se alimentaba una vez al día.

—Lo importante es que estoy usando el vestido de la reina—dijo en un susurro analizando la situación.

El ser no solo puesta por el rey como la guardiana del duque, sino que apoyada por la misma reina, no solo le daba mucha autoridad en la parte militar, sino también le permitía moverse con más soltura en el oscuro mundo de las clases sociales, en especial de los nobles.

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