CAPÍTULO 14

—Fingiré ser su prometida, lo ayudaré a recobrar su fuerza como duque y haré que vea la verdadera realidad—dijo segura de eso—pero su majestad, debe investigar este asunto en el mayor de los secretos. Si de verdad resulta que la iglesia está metida y que fue el papa quien le dio el cristal falsificado, entonces el hecho de que ella no sea la verdadera santa será el menor de nuestros problemas.

—Pero, ¿Entonces donde está la verdadera esposa de mi hijo?—cuestionó—se supone que la anterior santa había profetizado que su sucesora se casaría con el primer duque de London.

—Otras de las tantas cuestiones que debemos resolver, su majestad—dijo la soldado—estamos contra reloj antes de que el infierno reclame el alma del duque, por lo que debemos movernos rápido.

—Entiendo—respondió muy preocupada—por lo que entiendo, ¿Aceptarás ser la prometida provisional de mi hijo?

—Sí—respondió.

—Entonces debemos darte un nombre, ya que los próximos miembros de la realeza no deben tener nombres militares en claves.

Lightning asintió ante la conjetura de la reina, su nombre no era el verdadero, aquel era solo el alías que usó al momento de ingresar al ejército. Pero tampoco quería usar el original, lo odiaba, el tan solo hecho de escucharlo provocaba en ella una ira por el pasado que una vez sufrió.

—Nací sin nombre, confío en que su majestad me honrará con uno nuevo—acordó con la reina—también, necesito que me dé permiso para actuar con libertad al lado del duque. Le juro que en mis manos él no morirá, pero tengo que ser fuerte.

Entendiendo a donde quería llegar la mujer, permitió que la soldado se moviera con total libertad. Si aquello haría que su hijo se salvara, cedería su puesto si fuera necesario. Luego de hablar un poco más, al momento de llegar la noche,el toque desesperado de una criada nerviosa las interrumpió de manera abrupta.

—¡¿Cómo?!—gritó la reina mientras corría a la habitación de su hijo.

Según lo que le informaron, el duque se había encerrado con varias botellas de vino y en cuento pudieron forzar la puerta de sus aposentos lo encontraron sentado, tambaleándose, en el borde de su balcón. La reina tenía miedo de perder a su hijo por una insensatez.

—¡Baja Kenshi!—ordenó al momento de llegar al balcón.

—¿Kenshi?—preguntó borracho—¡Soy yo! ¡Mira que no me había dado cuenta! ¡Si tan solo tuviera mis ojos para ver a mi hermosa madre!

—Hijo, baja del borde por favor, no me dejes sin ti—rogó con el corazón destrozado al verlo así de borracho.

—¿Está mi guardiana contigo?—preguntó dando un pequeño salto en el borde—¿Qué se siente ser la próxima esposa de un lisiado maldito como yo?

En ese momento terminó por dar un paso en falso, provocando que sintiera el frío del abismo en su espalda, mientras su madre corría para evitar su caída. No obstante, como si de un rayo se tratara, el cuerpo de su guardiana se movió con tal velocidad que solo dejó una estela rosa a su paso, antes de llegar a donde estaba el duque.

—Pero, ¿Qué?—preguntó el duque al caer encima del cuerpo de su guardiana.

Por un momento el extraño olor a rosas tan característico desde un principio logró quitarle un poco lo borracho, o tal vez hubiera sido el terrorífico frío de casi haber muerto por una caída de 30 metros.

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