Si los enemigos fueran humanos normales, pudieran infiltrarse en medio de la noche; no obstante, tratándose de daimones, de seguro ya sabían de su llegada. Al salir de la camioneta militar, negó con la cabeza, el calor era insoportable bajo su uniforme, algo que hasta los mismos miembros masculinos se quejaban, pero prefería eso a usar el uniforme incómodo de su género.
—¡Ey! ¡Tú!—la llamó el chofer intentando tomarla del brazo—¡No te muevas maldita mujer! Arreglaremos el fallo...
Cuando intentó terminar, ella, asqueada por su toque, y con un fuerte dolor de cabeza, dobló su brazo tomando con fuerza su muñeca y lo azotó contra la camioneta, provocando que casi se volcara.
—¡Lightning calma!—dijo el copiloto—mi compañero es muy cerrado de mente, pero no te enojes. Tanto tú como yo queremos recuperar a los nietos del capitán, cálmate por la misión por favor.
Su compañero, el único que medio le agradaba y que se había graduado con ella en la misma generación, intentó apelar para que la situación no se volviera más crítica de lo que ya era. Sin mirarlo, solo asintió, antes de alejarse un poco para observar en la cima de una colina, oculta entre los árboles, la aldea donde estaban recluidos los mellizos.
—¡¿Por qué intervienes?!—cuestionó él pilotó de la camioneta—¡Es una mujer! ¡Seguro que le enseñaré cómo comportarse!
—¡Esa mujer es la única que puede salvar a esos dos niños!—respondió su compañero cansado—fue la única ángel que nació directamente de las cenizas del fuego fatuo, y de las primeras en entrar en los Kingsglaive, ¡Su entrenamiento fue supervisado por el mismo rey! Si quieres joderla, ¡Adelante! ¡Solo no digas que no te lo advertí!
Luego de ver como él pilotó rodó amargado los ojos, se acercó a su otra compañera. La mujer, que ni siquiera se sabía su verdadero nombre, era la única capaz de entrar a la aldea infiltrándose en pleno día. Algo complicado hasta para el propio capitán, pero los daimones eran seres muy impredecibles así que no podían tomar nada a la ligera.
—Si algo llega a pasar—habló Lightning apenas sintió la presencia de su compañero—este medallón de rosas se iluminará en tus manos, Edwin.
—¿Por qué me entregas esto?—preguntó mientras sostenía el raro objeto de plata en sus manos.
—Porque eres el único de los dos que confío—respondió con seriedad—sacaré a esos dos niños de la aldea; no obstante, si algo pasa, tu misión será llevarlos a como de lugar con el capitán.
—Entiendo—asintió al comprender la situación.
LONDON - CAPITAL REAL DE ENGLAND - AÑO 1000
El primer rey de England, Jacobo I, sucesor de su padre, el último emperador, fue el primer monarca en enfrentarse a la llegada de los daimones. En agosto del año 1000, cuarenta años después del nacimiento de sus dos hijos gemelos, nombró a su hijo menor como el primer duque de London.
Se suponía que como el primer duque y hermano gemelo del príncipe heredero, sería su mano derecha; no obstante, jamás pensaron que un daimonio de la primera legión lograra invadir el recién construido castillo del ducado. El primer duque de London, Kenshi de Oliveira, hijo de una reina de tierras orientales, se encontraba en el calabozo amarrado a cadenas en cada brazo.
—¡Hija mía! ¡Yo te protegeré! ¡Pero debes ir con nosotros a las murallas del castillo para purificar la puerta y poder salvar a tu esposo!—dijo su padre.
—¡No iré! ¡Por mí que él muera!—exclamó la nueva santa de la iglesia.
Su padre, gran sacerdote de la rama real sacerdotal, estaba angustiado. Su hija, la única con el poder de purificar el miasma alrededor para que el ejército real pudiera ingresar, se negaba aun cuando pudiera ser ejecutada por el propio rey. Exclamaba que los daimones habían maldecido su cristal mágico, por lo que no podía hacer nada, aunque él sabía que era lo contrario.
—Hija de mi vida, el rey está esperando—volvió a rogar el anciano.
—¡Diles que estoy mal cuando me rescataron! ¡Odio al duque! ¡Maldito sea el día en que me casaste con él y no con el príncipe heredero!—volvió a relinchar de la rabia.
Mientras tanto su esposo, el hombre que había logrado que ella saliera en el primer intento de rescate, se encontraba moribundo. Sus ojos, como señal de trofeo por parte de Argón, fueron extraídos sin anestesia alguna y puestos en un collar que ostentaba el daimonio. Fue en ese momento que, aunque no lo pudo ver, sintió como una fuerte ráfaga de viento azotaba todo el calabozo y un aroma a rosas invadía sus fosas nasales, alejando el olor a sangre.
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Comments
yelit
me pasó igual querida amiga tuve que repetir los capítulos 2 y 3 por que no lo había captado
2024-07-03
0
yelit
me pasó igual querida amiga tuve que repetir los capítulos 2 y 3 por que no lo había captado
2024-07-03
0
Yesika Bastidas
voy a empezar otra vez me confundo un poco quizás no oreste atención a la lectura
2024-05-11
2