Cartas

Kevin Montiel

Después del golpe que me dio su padre, de descargar toda su furia, de gritarme…

—Eres un maldito bastardo, ¿no sé cómo tienes cara de venir a presentarte aquí? Heriste lo que más amo y he cuidado en esta vida. He visto a mi princesa llorar como nunca, la he visto rota, he tenido que ayudarla a levantarse y te aseguro algo. Mientras esté en mis manos, nunca volverás a estar cerca de ella. Eres un maldito imbécil que cree que con unas disculpas solucionas todo, que con un estúpido regalo compra el perdón. Déjame decir que eso no es así, solo fuiste almacenando la basura bajo el tapete. Llegó el día en que no fue posible ocultarla más. Así que te pido que te largues de mi casa, de la vida de mi hija y agradece a tu familia, que aún puedes jugar fútbol. porque si fuese por mí ni en un equipo de barrio lo hubiera permitido.— cada palabra que ha dicho, sé que me la merezco.

Veo acercarse a Silvia, quien me dice.

—Kevin, mi esposo, te ha dejado las cosas claras, así que por favor vete.

—Lo siento de verdad, pero permítanme hablar con ella, aunque sea por última vez, déjenme despedir— veo su rostro de decepción.

—Lo siento, pero ella no desea hablar contigo — dice Silvia, quien siempre me apoyo, ahora muestra una mirada fría y sus palabras llevan ese tono de rabia.

—Díganle que vendré cada día, hasta que me permita hablar con ella.— le respondo.

—Ya te dije que no te quiero ver en mi casa, ni cerca de mi hija— William vuelve a echarme.

—Amor tranquilo, Kevin ya entendió el mensaje, ahora se va —habla Silvia, tratando de tranquilizar a William y me envía una mirada asesina. Observo como ella lo toma de la mano y lo jala hacia adentro cerrándome la puerta, en la cara, sé que lo tengo merecido, pero eso no implica que me deje de sentir miserable.

Me voy para el departamento y comienzo a divagar en mis pensamientos, a seguir reprochándome, el porqué tuve que ser tan estúpido de perder lo que más he amado, si ella siempre estuvo para mí, porque la aleje de mi vida.

El teléfono suena, es mamá, no quiero contestar, pero sé que si no lo hago, no dejará de llamar, así que lo tomo tratando de fingir una alegría que no existe.

—📱Hola, mamá.

—📱Hola, cariño, ¿cómo has estado?

—📱Bien, recorriendo la ciudad y mirando los paisajes, las hermosas francesas, ya me conoces.

—📱 A quien pretendes engañar, sabes que soy tu madre y siento cuando alguno de mis hijos está triste.—Me desplomo, y el llanto que tenía retenido emerge.

—📱la perdí, le hice daño a la persona que más he amado, no fui capaz de lidiar con los fantasmas de mi pasado, y la abandone, como me abandonaron a mí.

-📱 Tranquilo hijo, trata de descansar tu madre y yo mañana temprano estaremos ahí.— es mi padre el que ha tomado el teléfono y me habla.

Como lo habían dicho, ellos llegaron en la mañana, junto con Stefano y Sander, me abrazaron, estuvieron preocupados por mi mal semblante. Así que, como ya casi era hora del almuerzo, mamá lo preparó, pasamos a la mesa y comimos. Ellos trataban de hablar sobre temas de los equipos, para buscar distraerme, cosa que era imposible. En mi mente solo estaba Mar y el daño que le cause. Al terminar de almorzar, mamá pidió pasar a la sala a tomar un café, como era costumbre cuando ella tenía cosas serias que decir. Así que ya me imaginaba la jalada de orejas, porque cuando ella sacaba su sayajin interior no había quien la pudiese controlar. Pero al contrario de lo que esperaba, la vi acongojada, fue hacia su bolso y sacó dos cartas, que me entregó.

—Estas cartas, las dejo una tu madre y otra tu padre, léelas y cuando termines responderé las preguntas que tengas— Me dice mamá con su mirada triste. Mire a los chicos buscando saber que era.

—No tenemos idea de qué es, mamá, nos pidió venir. Dijo que tenía algo muy importante que decirte y que lo más seguro es que tú nos necesitarás, así que aquí estamos. — Me dice Stefano con su cara de sorpresa. Tomé los sobres en mis manos y comencé a leer.

Carta de mamá

Mi querido bebé, dejé esta carta para ti, y una para tu padre, con la doctora que me atendió le pedí que te la entregara cuando sintiera que era el momento adecuado.

También que siempre estuviera pendiente de ti y de tu padre.

Ella es la oncóloga que durante mis últimos meses ha sido mi ángel de la guarda, quien me brindo un cupo en su fundación para ingresar a los cuidados paliativos.

Perdona por haberlos abandonado, pero ustedes no merecían ver cómo mi vida se marchitaba día a día, mis días están contados.

Cuando me enteré de que estaba embarazada, tanto tu padre como yo fuimos la pareja más feliz, habíamos buscado por más de 10 años un hijo, ya con 36 años había perdido la esperanza, pero el milagro ocurrió.

Cuando tenías dos años, me enteré de que padecía cáncer de mama, en estado avanzado, que ya había hecho metástasis. Los médicos me pidieron comenzar el tratamiento para alargar mi vida, pero no para curarme. Pero cómo iba a desaprovechar ese tiempo, de disfrutar a mi hijo tan anhelado, el fruto de mi amor, así que tome la decisión de continuar, como si nada, lo oculte de tu padre.

Él no merecía tener que vivir eso, fue mi decisión ignorar la enfermedad.

Sé que tu papá, es el ser más generoso que existe.

Me voy tranquila de este mundo, sin remordimientos. Te dejo con el hombre que me enamoró y llenó mis días de ilusión, el que siempre te protegerá y velará por ti.

Tu madre que tanto te ama, mi pequeño Kevin, en mi mente siempre está presente, tu imagen.

...----------------...

Carta de papá

Kevin, ¿no sé cómo pedirte perdón? Por no haber sido el padre que esperabas, porque fracasé cómo esposo y como padre.

Cada día que pasó, después de que supe que tu madre había muerto de cáncer, que no nos había abandonado, me sentí el hombre más inservible.

Nunca me di cuenta de cómo su vida se apagaba, ella siempre estaba ahí, tan altiva, con una sonrisa en todo momento.

Al enterarme de que llevaba dos años padeciendo esa mortal enfermedad que había hecho metástasis en su cuerpo, que se negó a tomar un tratamiento, me quebró.

Saber que no me percate, que estuvo sola lidiando con su agonía, solo me hizo sentir más culpable. Sentía vergüenza, de ser el cretino que no conoció a su esposa, que no estuvo ahí para brindarle su apoyo, para verla marchar, me odiaba por eso.

Deje que la bebida me consumiera. Si te golpeaba y te insultaba, era porque quería que te alejaras de mí, que te fueras. No fui capaz de proteger a tu madre, la dejé morir sola, así que ¿qué vida te esperaba a mi lado?

Perdóname, hijo, por todo el daño que te hice, por haber sido el miserable que fui, por haber dejado morir a tu madre.

Cuando me entere de que me iba a morir de una enfermedad, que yo mismo provoque, quise que te alejaras, que no vieras mi agonía, pero tu terquedad fue más fuerte, por más que te insultaba, que te decía las peores palabras, no me abandonaste, mostraste ser más resistente que yo, estuviste ahí, como yo hubiera querido estar con tu madre.

Ahora que mi tiempo llega a su fin por mis malas decisiones, le pedí a la doctora que trató a tu madre, y por ironías de la vida a mí también, que no te desamparara, que borrara todo rastro de la miserable vida que te di.

El hombre que te amó y no supo cómo expresarlo.

Tu padre, que siempre te amó, quien jamás te mereció.

...----------------...

Me enteré de que mamá había muerto, que jamás me abandonó, que papá no pudo con su culpa y su dolor.

Esas cartas me quitaron el peso de mi alma, pero aún tenía que trabajar para superar mis inseguridades.

Mamá me explicó que había sido la oncóloga de mi madre biológica, que lo único que le preocupaba al abandonar este mundo era yo, que le pidió siempre protegerme. Por eso siempre velo por mí, además de que ese pequeño había conquistado su corazón.

Se enteró de los golpes y los malos tratos que mi padre me daba, cuando él estuvo en su lecho de muerte. Por azares de la vida también fue su paciente y, al igual que mi madre, le pidió protegerme. Así que entendí que ellos jamás me abandonaron, que su intranquilidad era yo y que no pudieron encontrar mejor ángel al cual encargarme.

Abrace a mis padres y les agradecí todo lo que han hecho por mí, prometí ir a terapia, además dejar de comportarme como un imbécil.

Con la firme convicción de que, sin importar el tiempo que tardara y lo que tuviese que hacer, iba a recuperar a mi francesa.

Stefano y Sander me abrazaron, me felicitaron.

– Ese es el enano que yo conozco, mi hermano— me dice Stefano mientras enreda mi cabello.

—Stefano, no molestes a tu hermano — sale mi padre en mi defensa, reímos y le hago una mueca de burla a mi hermano.

—Ese es el chico que yo conozco, que siempre nos saca carcajadas — me dice Sander mientras me abraza. —Ja, ja, ja.

—Pero que no abuse porque esta mamá —recalca Stefano en forma burlona y volvemos a reír —. Ja, ja, ja.

—¿Qué te he dicho, Stefano?— Él levanta sus hombros, papá vuelve a reprenderlo. —Ya te dije que debes cuidar de tu hermano menor —hago una mueca de victoria, y voy hacia mis padres dándoles un abrazo, vuelvo a agradecerles.

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Comments

MARIA LUISA CAMACHO ANGULO

MARIA LUISA CAMACHO ANGULO

cada capítulo es un verdadero regalo, gracias escritora, mi admiración y respeto para usted

2024-09-26

0

Elsy Flores

Elsy Flores

que bonito que eda familia se haya echo cargo de Kevin

2024-09-10

0

Belkys Natalia

Belkys Natalia

hermoso capítulo felicitaciones autora

2024-04-29

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