─No sé porque quieres que te siga leyendo esta mierda de novela ─dijo una chica de cabello negro y ojos marrón ─Están asquerosa y ¿qué le pasa a la autora? Una violación no es bonita, ni romántica, si ella lo hubiera hecho por sí sola, lo entendería más… pero una violación y luego jamás se le condenó a ese bastardo por lo que le hizo ─seguía refunfuñando.
Una chica menor que ella le sonreía al escucharla, estaba postrada en una cama de hospital, por fin estaba saliendo de su enfermedad, pero aún estaba muy débil, así que cada cierto tiempo le pedía a su hermana que le leyera esa novela.
─Es hermoso, ver como superan todo, gracias al amor que se tienen, a él no le importa que ella no sea virgen ─responde la chica.
─¡Ay bicho! ─suspira con paciencia ─Tienes que entender algo, la mayoría de los hombres no son vírgenes cuando llegan al matrimonio, ¿Entonces por qué las mujeres sí tienen que serlo? Es absurdo y eso no te resta nada, quien te quiera lo va a hacer por quien eres, no por tu cuerpo… En fin ─dice levantándose ─Debo regresar al trabajo.
La chica se levanta, dejando el libro sobre una mesita, no era que le moleste visitar o leer un libro para su hermana, pero pronto se enfrentaría al mundo, luego de pasar gran parte de su vida en las salas de emergencia y habitaciones de hospitales, tenía miedo que saliera al exterior con basura en la mente, era su hermana mayor y siempre la protegerá de cualquier cosa.
─Sara… ─la llamo la chica ─Algún dia llegará alguien valioso, que te haga cambiar de opinión y verás el mundo diferente.
Sara sonríe, su hermanita era muy inocente y cursi, por su parte, era un poco más cruel y aunque había estado con varios hombres, siempre se sentía atraída por su físico, en lugar de sentimentalismos. Ella se acerca hasta la cama y le da un beso en la frente a su hermana.
Sale de la habitación, junto a la puerta estaban dos guardias custodiando la puerta, suspira de manera exagerada y sigue con su camino. Su padre el famoso doctor Hilton, era el dueño de ese hospital y muchos más, por la razón que su hermana había pasado la mayor tiempo de su vida en hospitales, pues desde que le fue detectada la enfermedad su padre la internó, no escatimo en gastos.
Sara era como la oveja negra de la familia, luego de graduarse de la preparatoria, su padre insistió en que entrará en la carrera de medicina, siguiendo sus pasos, estuvo a punto de terminarla, estaba a punto de convertirse en una de las mejores, pero no le gustaba, por lo que abandonó la escuela y optó por seguir su pasión, su padre casi le da un infarto cuando eso ocurrió, pues ella se convirtió en médico veterinario, era más amable con los animales que con las personas y eso le había acarreado muchos problemas.
Cuando la chica está a punto de subir a su auto, su celular suena e inmediatamente contesta.
─Nena, te tengo buenas noticias ─habla un hombre del otro lado de la línea ─Ya tengo la dirección, donde se llevará a cabo la siguiente pelea.
─Excelente, mándame la ubicación y te veré ahí.
Sara sonríe ampliamente, desde que abrió una veterinaria, jamás se había sentido tan emocionada, ya que, inició con un hábito muy peligroso, ella no solo se dedicaba a curar animalitos indefensos, sino también a rescatarlos. Esa actividad llevaba un año, aunque lo último que había hecho era mucho más peligroso. Luego de ser informada de un perrito encontrado tirado en una calle, fue investigando y lo que encontró, la dejó helada y furiosa, pues el animalito era un “perro cebo”, usado cruelmente para entrenar a perros de pelea, el pobre estaba al punto de la muerte, a duras penas pudo salvarle, aunque su patita había sido amputada y estaba ciego de un ojo, le tomó mucho tiempo a que el animal se acostumbrara a ella y sus caricias, antes temblaba y lloraba mucho, hasta que con paciencia recuperó un poco de tranquilidad, su amigo lo había adoptado y ahora tenía una gran vida. Sin embargo, eso detonó una chispa en Sara, quería salvar a todos los animalitos posibles de la crueldad de las personas, aunque era peligroso, pues a veces en esas peleas había mafiosos y los que lo manejaban tan poco eran una perita en dulce.
Sus actividades eran secretas para su familia y así quería que se mantuviera, por lo que empezó a vivir aparte. Cuando llegó a su departamento, enseguida busco unas cosas que necesitaba, se cambió de ropa, sujetó su cabello y salió de nuevo, no tardó mucho en llegar al lugar, su amigo ya se encontraba en el lugar con una camioneta para transportar a los animales que logren sacar.
─¿Cuál es el plan? ─pregunta el chico ─¿Entramos y amenazamos?
Sara mantiene la vista fija en una bodega un tanto descuidada y un escalofrío recorrió su columna, era extraño, pues nunca lo había sentido antes.
─Primero entraré, revisaré el lugar, luego si todo marcha bien, lanzaré esto en el lugar ─muestra una granada de humo ─Nos dará algo de tiempo, para los que están ahí dentro, usaremos los sedantes.
─¿Llamaremos a la policía? ─pregunta nerviosa ─Te recuerdo que esta gente es más peligrosa.
─No, ellos tienen a la policía bajo su mando, son gente peligrosa, como dijiste, por eso lo hacemos antes del evento. Vamos ─Se coloca un cubrebocas y una gorra.
Sara se aproxima al edificio mientras que su amigo se mantiene en su lugar, hasta que ella no le dé una señal. Ella entra al sitio con cuidado, pasan unos minutos en los que nada ocurre cuando, el chico escucha un sonido raro, a causa de la granada, él se apresura, enciende la camioneta y se acerca al lugar. Baja del vehículo y luego abre las puertas de atrás, mientras toma algunas cosas.
Cuando entra coloca una mascarilla en su rostro, avanza un poco y encuentra a personas tiradas en el piso, las cuales tenían pequeños dardos, a lo lejos ve a Sara, se acerca a ella y le entrega una mascarilla. La chica le hace una señal y le entrega una pistola con dardos, eran los mismos que usaban a veces para los animales agresivos.
Poco a poco avanzan y al fondo encuentran a donde tienen unos perros enjaulados, algunos se ven con cicatrices y otros más en muy malas condiciones.
─Disparales solo a esos ─menciona Sara.
A los que había mencionado, eran los que ponían a pelear, a ellos necesitaban sacarlos dormidos, pues en muchas ocasiones eran agresivos por el trato y educación que recibieron, mientras que Sara se acerca a los que estaban más heridos.
Todo lo hicieron tan rápido como pudieron, al final todo había salido bien, se marcharon antes de que despertaran o llegara alguien más. Luego de irse del lugar, llevaron a los perros a su consultorio para atender sus heridas y revisarlos.
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Comments
Isabel Conde Lema
qué linda 😍😍
2024-03-27
1
ROSS T.
todo muy lindo pero pues en las épocas de atrás no aplicaba
2023-09-20
8
Maritza Valecillos
gracias x los animales defendernos
2023-08-09
1