Capítulo 5 ADAPTACIÓN COMPLICADA

...PARÍS OSORIO...

Debí aceptar que esa mujer me ayudara con lo que antes hacia mi padre. Ella no se rendía y parecía buena pero yo no dejaba de llorar por quien amaba y había perdido, ¿Cómo hacerlo? Extrañaba a mi padre.

Los cambios duelen y son difíciles, tanto que me estaba costando muchísimo y más con la nueva manera de vivir. Lo único que conservaba de mi, era mi último regalo de cumpleaños.

La mujer con quién me llevó a esa casa, osea su esposo, me llevaron al cementerio una semana después y allí pude ver la tumba de mi padre. Allí estaba puesta su fotografía y eso fue una confirmación de que él de verdad se había ido.

-Solo quiero a mi padre- mencioné negada a comprender que el ya no estaba más

-¿Planeas morirte para verlo niña?- fue Mary Luz quien me habló de una forma muy ruda

-Yo... no quiero morir- agaché mi mirada, no deseaba morir pero quería ver a mi padre, quería que el viviera

-¡Mary Luz! No seas tan ruda, ¿No te das cuenta de que es pequeña?- la mujer la regañó

-Le dije la verdad, todos los días dice lo mismo- ella se retiró

No podía formar una opinión pero Mary Luz no podía ser mi amiga, era demasiado ruda y directa mientras que yo apenas tenía 5 años, era muy joven y frágil.

Me fui al cuarto que habían asignado para mí para intentar desahogar mi tristeza sin que eso molestara a nadie, tanto Mari Luz como su padre eran demasiado rudos, la única que me trataba más dulce era la mujer.

Ellos eran buenos conmigo, al menos no me hacían faltar nada y cubrían todas mis necesidades. No pasó mucho tiempo, la mujer había logrado que un tema serio a tratar del cual desconocía se aplazara lo suficiente pero su esposo debía dejarlo zanjado y me incluía.

-¿Sabes tu nombre?- me preguntó ese señor en una habitación que tenía un escritorio

-Me llamo Cristel- respondí pero el negó serio

-Ahora te llamas París y te apellidas Osorio- su voz me hacía sentir mal, parecía estarme retando por cometer algo grave cuando era apenas alguien inocente viviendo con gente que no conocía

-Pero... me llamo Cristel- le dije, no comprendía porque me decía que yo tenía otro nombre muy diferente el mío

-Te llamas París Osorio ahora, jamás nadie debe saber que eres Cristel o acabarás muerta como tu padre, ¿No lo entiendes? ¿Eso esperas?- temblé en mi sitio, era muy chiquita para morir y estar donde papá parecía muy aterrador

Acepté que mi nombre había cambiado y que ahora ya mi identidad era otra. Pregunté varias veces por qué mi vida cambió tanto, aún conservando los recuerdos felices pero dolorosos de quién era hasta mis cinco años.

Con el transcurso del tiempo fui aceptando mi realidad, y más cuando Mary Luz con su manera cruel y directa de hablar me dijo la verdad que nadie me contaba. Sus palabras se grabaron en mi memoria y serían imposibles de borrar.

-A tu padre lo mataron, ¿Entiendes? Si no quieres acabar muerta como el, es mejor que te olvides para siempre. Ahora eres hija de mis padres y mi hermana para todos. Si quieres vivir cierra la boca y acepta quien eres ahora- Me hablaba con más rudeza que nadie, no tenía filtros para decir las cosas

-¿Cómo sabes eso?

-Porque escuché a mis padres hablar. A tu padre lo mataron, así que cuídate o te pasará lo mismo- me sentí aterrorizada, mi padre era un buen hombre que no merecía morir. El no sabía muchas cosas pero me daba lo mejor que podía siempre

-No deberías escuchar las cosas de adultos- siempre mi padre me decía eso y por eso cuando él tenía una llamada importante me decía que fuera a mi habitación, yo sentía curiosidad pero jamás rompí su regla

-¿Vas a decirles tu que escuché de que hablaban?- a veces ella me daba miedo así que solo negué y ella salió del cuarto dejándome del modo que siempre estaba, triste

Comencé la escuela más adelante pero seguía recordando a mi padre y mi verdadero nombre. Me esforcé por adaptarme y no cometer errores. Quería que me llamaran por mi verdadero nombre y había días donde me costaba reconocer el que habían escogido para mí. Recordaba mi antigua identidad con temor porque eso podía significar muerte; pero también con cariño por mi padre.

Cada cumpleaños era un día triste porque supe que ese día mi padre había fallecido, ¿Cómo podría vivir con eso y festejar ese día? Lo amaba y siempre lo haría. Guardé su foto como lo más preciado que tenía, junto a mi muñeca. No sabía quién había asesinado a papá pero a esa persona le deseaba la peor de las vidas y el mayor sufrimiento porque me había arrebatado a quien más amaba de una manera cruel.

Dejé una flor cada cumpleaños a medida que fui creciendo. Lo único que quería hacer ese día era ir al cementerio donde solo lloraba con tristeza mirando la tumba donde estaba la imagen de mi padre.

Mi adaptación a mi nueva vida era complicada pero por miedo estaba poniendo lo mejor de mi. Mary Luz no me hacía sentir parte de su familia, no era particularmente cariñosa pero tampoco era mala. Su padre era igual que ella. La única mujer que era diferente era mi nueva madre, pero tampoco era tan amorosa como las de las niñas que conocía.

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