Capitulo 4 NUEVA VIDA

...PARÍS OSORIO...

Desperté después de haberme dormido sola, aún mi muñeca estaba bien aferrada a mis brazos, llamé a papá pero no obtuve respuesta. Creí que él había llegado tarde y estaba durmiendo pero al buscarlo no pude encontrarlo.

Comencé a llorar, era muy pequeña para saber que estaba pasando pero sentía que papá no volvería a casa, lo extrañaba.

Volví a comer pastel, no tenía nada más, era muy pequeña para cocinar. Debí subirme a un pequeño banco para mirar por la ventana rogando verlo llegar pero no sucedió.

El día era gris, nublado y parecía que llovería. Con papá aveces salíamos a comprar en días así. Mi piel era bastante delicada para exponerme al sol y el no sabía mucho sobre como cuidarme, aún así hacía lo mejor que podía y yo era feliz con eso. Disfrutaba los días nublados así como también las pocas veces que salíamos por las noches.

Esperé a mí padre pero no llegó, con cuidado miré por la ventana cada cierto tiempo y el no vino tampoco. Lloré por momentos y me angustié por el miedo que me daba estar sola por tantas horas.

Se cumplió un día y más también porque la noche cayó de nuevo y lo único que había comido era pastel. Me dolía el estómago y papá no estaba para ayudarme a olvidar eso, me sentía muy mal. No sabía cómo buscarlo y el mundo era aterrador para una niña tan pequeña como lo era yo. ¿Que debía de hacer?

Fui a mi cuarto y volví a cerrar la puerta temblando de miedo, aún aferrada a mi muñeca. No podía dormir, tampoco quería hacerlo, estaba preocupada por mi padre pero el no aparecía. No teníamos un teléfono, apenas el tenía uno pero yo no sabía ni leer, ¿Cómo podría haberlo localizado?

Esa noche sopló un viento demasiado fuerte, aún con la ventana cerrada las cortinas se movían y las sombras de las ramas de los árboles agitándose con el viento se reflejaban en mi cuarto. Debí esconderme debajo de las mantas y cerrar con fuerza mis ojos para no sentir tanto miedo. Así fue que acabé dormida.

Por la mañana comenzó a llover y la puerta fue abierta, me levanté de un salto pensando que fue papá quien llegó pero no era él, frente a mi había un hombre mayor que mi padre, una vez había visto una fotografía de él en el teléfono de mi padre. No sabía si sentir miedo o sentirme a salvo.

-¿Dónde está papá?- ese hombre se quedó en silencio

-Tu padre no volverá- comencé a llorar angustiada, papá regresaría porque el solo había ido a trabajar y luego llegaría para que juguemos juntos

-Papá va a venir a jugar conmigo pero se le hizo tarde- lo justifique, él no rompía sus promesas ni me mentía

-Tu papá murió, vine a buscarte para llevarte conmigo- el no tuvo consideración al soltarme esa verdad tan dolorosa, no quería creer en algo así, no podía suceder

Dos hombres más jóvenes que ese señor entraron y empacaron varias cosas, mi ropa y documentos. Me llevaron afuera de casa y cargándome me subieron a una camioneta negra que tenía las ventanas tan oscuras que parecía ser de noche.

Lloré abrazada a mi muñeca todo el trayecto que la camioneta estuvo en movimiento. Veía a ese hombre con miedo, ¿Qué sería capaz de hacer? No sabía adónde me llevaba ni le creía que mi padre había fallecido, eso no podía ser verdad.

Llegamos a una mansión que me dió más miedo, creía que podría perderme allí adentro. El me tomó de la mano con fuerza y me llevó adentro del enorme lugar que daba miedo y yo temblaba sin poderlo evitar mientras aún lloraba por la supuesta muerte de papá.

Allí el me presentó algunas personas que estarían para cuidarme y luego a su esposa Miriam y su hija Mary Luz que era mayor que yo.

-¿Cómo te llamas?- la niña se acercó a mi y quiso conocerme

-Soy Cristel, ¿Podemos ser amigas?- ella negó

-Los amigos traicionan, serás como mi hermana aquí. Deberías dejar esa muñeca, ya verás que de nada te servirá- no la comprendí y yo solo la tomé con más fuerza. Fue lo único que me acompañó cuando estaba sola y además de eso me la había regalado mi padre

-Me la dió papá por mi cumpleaños y se fue, no me quedé sola porque estaba con ella- quería que supiera cuan importante era para mí y por un momento lo comprendió y solo se fue a otro sitio

-Tu padre murió el día de tu cumpleaños- fueron las palabras de ese hombre que me había acogido en su casa

Su mujer me abrazó sin decir nada, era bastante más joven que él. No había tenido consideración ese señor para decirme algo tan duro y difícil a mi corta edad. Ni aunque esa mujer me abrazara e intentara consolarme había modo de hacerlo.

-Ven conmigo cariño, necesitas darte un baño y cambiar tu ropa, yo te mostraré tu nueva habitación- miré mi ropa y estaba sucia

Había manchado con pastel mi ropa y mi cabello estaba enredado, aún tenía el peinado simple y defectuoso que papá me había hecho pero no se veía bien días después.

Había llorado tanto y no podía dejar de hacerlo.

-Quiero a mi papá, el me baña, no la conozco a usted- sujeté mi ropa sucia sin soltar mi muñeca

Esa mujer me miraba con lástima e intentaba buscar las palabras justas para dirigirse a una niña que no comprendía razones.

-Cristel, tu papá está en el cielo, por eso el no llegó contigo, ¿Entiendes? Ahora vivirás con nosotros como nuestra hija, seremos tu familia- era amable pero yo no quería a otra familia

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