Era una noche sin luna, la oscuridad ocultaba a todo ser que caminara por el bosque, la única luz eran las de las casas, en las cuales sus habitantes aún no se iban a dormir, en otras, la oscuridad era la misma que fuera. Los pasos veloces de algo se escucha por el bosque cuando, hasta detenerse ante una barda, aquella era una persona cubierta por una capa, de un solo salto sube la barda y baja ante dos guardias, sacando una espada con las cuales de un solo corte acaba con ellos, mientras que de su sombra salen varias en forma humanoide, pero con ojos rojos y garras, que de inmediato se pierden en la oscuridad y los gritos no se hacen esperar en la mansión Caruso, los sirvientes corren aterrados y los guardias intentan luchar contra las sombras.
Pronto seis personas son arrastradas por las sombras, están son lanzadas a los pies de aquella persona cubierta por una capucha, la cual al quitársela, revela a una hermosa albina quien se muestra tranquila.
— t-tú...— menciona el hombre.
Aquel es el conde Caruso y las otras personas son, su esposa, la condesa Martha Caruso, su hija Alondra, la otra mujer era Hilda la concubina y sus dos hijas.
— ¿como te atreves? Mal agradecida...— se queja Martha.
— voy a matarte maldita perra.— reclama el conde.
El conde se puso de pie y se acerca a la albina intentando golpearla, pero no logra darle, su brazo se ha separado de él, la sangre brota y el conde cae gritando de dolor, las mujeres se miran asustadas. La espada de la estaba cubierta de sangre, era la causante de haber cortado aquel brazo.
— maldita ¿así agradeces lo que hemos por ti? Perra traicionera.—
— yo solo revuelvo lo que me hicieron con creces.—
Las mujeres pegan un grito cuando ven rodar la cabeza del conde, así que se levantan intentando huir, pero las sombras las rodean.
— maldita, no se quedará así...todos sabrán que eres una asesina.— grita Hilda.
— a nadie les va importar...—
La albina, en un movimiento ágil, atraviesa con su espada a Hilda por el cuello, al apartar la espada se lleva las manos a su cuello, pero poco puede hacer, sus hijas lloran al ver lo que ha sucedido, pero antes de poder reclamar, ellas también son atravesadas por la espada, Alondra y Martha miran todo. Martha se tira de rodillas suplicando por su vida, pero eso no funciona, la albina hace rodar su cabeza, causando que Alondra grite, pero la albina se acerca acariciando su rostro, manchando su mejilla con sangre.
— es una pena, que siendo tan joven tengas que pasar por esto.—
— p-por favor...somos hermanas...perdona mi vida.— las lágrimas recorren sus mejillas.
— exactamente, somos hermanas, pero ¿alguna vez te tuviste compasión por mí?—
— d-debes perdonarme...tu eres mejor persona ¿verdad?—
La albina sonríe y la abraza, a lo que Alondra sonríe con malicia, buscando una pequeña daga en su vestido, pero pronto siente un dolor punzante en su vientre.
— yo soy peor de lo que puedes imaginar...—
La albina se aparta dejando caer a Alondra, quien se lleva las manos donde estaba herida, pero aunque intenta alejarse, su cabeza rueda igual que la de su madre. Las sombras se inclinan abriendo una especie de bocas con grandes dientes y comienzan a devorarse a los muertos, mientras que la albina sonríe, deseaba tanto su venganza y gracias a que las cosas cambiaron, no tuvo que esperar mas años para lograrlo, se cubre con la capucha y mientras camina las sombras dejan de comer, para seguirla, adentrándose bajo los pies de la chica, formando una sombra de ella, gracias a la antorcha que estaba cerca.
La albina sigue su camino, saliendo de ese lugar por la puerta principal y una especie de humo negro la cubre por completo hasta desaparecer de ahí.
Al día siguiente, una noticia ha circulado por todo el lugar, los Caruso habían sido masacrados, apenas algunos sirvientes habían logrado huir y los cuerpos dentro de la mansión, habían sido encontrados como si algo se los hubiera empezado a comer, pensaban que fue un ataque algún animal, pero se dice que a los condes les han cortado la cabeza y eso sin duda no lo haría un animal.
— no me agradaban, pero que terrible...me pregunto si debería decirle a Evelyn.—
— es necesario decirle ahora, antes que se enteré de otra forma.— menciona el duque.
— yo le digo...— se ofrece caesar.
Se retira de la sala en busca de Evelyn, cuando pregunta por ella, una doncella le dice que estaba en el jardín, al llegar, la albina estaba sentada en silencio, como si estuviera perdida en sus pensamientos, pero ve una lagrima recorrer su mejilla.
— esposa...necesitamos hablar.—
— es sobre mi familia...lo escuche de los guardias.—
— lamento eso...—
— ellos nunca fueron buenos conmigo, pero es horrible lo que les paso.—
Caesar se sienta a su lado y la abraza, siendo correspondido el abrazado, pero Evelyn no luce para nada triste. El funeral se hizo en el condado, la mansión fue previamente limpiada y ahí se recibieron a los familiares de las víctimas, Evelyn estaba en primera fila, vestida de negro y con un velo cubriendo su rostro.
"Si ella no se casaba, habría acabado igual."
"Al menos ya se caso, porque aunque hubiera sobrevivido, ella no heredaria nada."
Evelyn solo escucha a todos, mientras que Caesar le sostiene la mano, como si intentará tranquilizarla, la ceremonia dio final, Evelyn iba saliendo cuando en su camino se cruza Jerry, el hijo de Martha, es decir, su medio hermano.
— no esperes nada de la herencia de padre, el condado es mío y espero no ver tu horrenda cara en mi territorio.— la miro con repulsión.
Pero de inmediato recibe un golpe en la cara que lo hace caer, fue Caesar quien le había propinado un puñetazo.
— a mi esposa la respetas, que por mucho, tiene un nivel más alto que el tuyo y de mi cuenta corre que los Caruso se vayan a la ruina.—
Todos los presentes se sorprenden por lo sucedido, en especial por la actitud de Caesar.
— no tienes respeto, tus padres acaban de morir y vienes peleando su herencia, que vergüenza.— agrega la duquesa.
Sostiene a Evelyn de los hombros y se la lleva, siendo seguidas por el duque y Caesar. Tal como Caesar dijo, poco le duro el gusto a Jerry, porque en cuestión de semanas, el condado se estaba yendo en ruinas, los negocios ilegales del conde fueron quedando al descubierto y eso le hacía perder socios a Jerry, el título de conde no será nada, si se queda sin dinero.
Finalmente, Caesar se marcha de regreso a la academia, debe terminar su formación para poder tomar el cargo de duque y además le prometió a Ethan que sería su mano derecha, el príncipe solo confía en él. Todos se despiden de Caesar, la duquesa estaba triste, porque no vera a su hijo en dos años.
— no te preocupes, nosotros cuidaremos de ti hasta su regreso.—
— gracias duquesa, usted siempre tan amable.—
Ambas entran a la casa, seguidas del duque, era hora del postre y quería preparar algunos con Evelyn.
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Comments
Elizabeth Bustamante Gaona
Wow!! Dicen que la venganza es dulce, y ella lo disfrutoʻ
2025-03-27
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Julieta Rodríguez
Fue muy rápido, debieron sufrir un poquito...
2024-11-10
8
Tina Ixchiel Puthod
toda esa porqueria siempre viene de la "familia"
2024-10-17
0