capítulo 10- encuentro...

Evelyn ha salido al pueblo, supo que hay una feria, por lo que probablemente podrá encontrar buenos artículos y a buen precio, en especial algunas armas, desea entrenar con todas las que pueda, pues ha decidido, que cuando salga de mansión del duque, se unirá al ejército del rey, algo que la madre de la verdadera Evelyn siempre deseo y a ella no le parece mala idea, si logra su objetivo podrá tener buenos ingresos, quizás no como los de un noble, pero si suficientes para tener una casa y comida, además podrá llevarse a Lily con ella. Mientras camina choca con alguien que lleva una capucha, lo cual le impide ver su rostro.

— me disculpo mi lady...—

La voz era de un chico, alguien joven al parecer, este se inclina para levantar lo que a Evelyn se le cayó y era una pequeña espada.

— que buen gusto mi lady, es una espada ligera, pero resistente.— comenta el chico.

— lo es, por eso la elegí, el herrero Charles, hace buenas armas.— toma de regreso su espada.

— cierto, he conseguido armas con él, aunque es la primera vez que veo a una dama comprando armas.—

— es por protección, el lugar es un sitio peligroso y hay que estar preparados.—

El chico sonríe y se despide siguiendo su camino, lo cual se le hace extraño a Evelyn, pero le resta importancia, seguirá con su recorrido. Ya siendo tarde, regresa a la mansión del conde, al bajar Martha es quien se acerca para reclamar por su salida.

— ya se que fuiste a esa mugrosa feria como si fueses una campesina ¿no te cansas de humillar a la familia?—

— ¿campesina? yo he sido noble desde que nací, mi madre lo fue y mis abuelos también, por generaciones hemos sido nobles, lástima que no pueda decir lo mismo de ti, Martha.—

—¿como te atreves? Soy condesa para ti, mugrosa bastarda.—

Martha quiso pegarle pero le detiene la mano, Evelyn siempre mantiene una expresión tranquila.

— bastarda su hija, yo soy y siempre será la hija de la verdadera condesa, usted solo es la prostituta que subió de estatus.—

Evelyn aprieta la mano de Martha quien se queja por el dolor, pero Evelyn la suelta y aleja, para regresar a su residencia, Martha estaba furiosa y se queja de dolor, incluso llama al médico quejándose de que le rompieron la muñeca. Esa misma noche, su padre la manda llamar, ordenando un castigo para ella por herir a la condesa.

— mi espalda ya tiene suficientes cicatrices, me pregunto que le tendré que decir a mi futuro esposo cuando las vea.—

— ¿que? Insolente, aún faltan dos años, lo suficiente para que sanen.—

— tengo incluso las que me hicieron de pequeña, no creo que desaparezcan, que pena, tendré que hablar con la verdad.— Evelyn sonríe con burla.

—¿te atreves a amenazarme? Mugrosa bastarda.— le riñe el conde.

— jamás lo haría, solo hablo con la verdad. Adelante caballeros, vayamos por mi castigo.— le habla a los guardias.

Pero mientras se dirige a la salida, el conde los detiene y ordena que solo no le permitan salir de su residencia por una semana, en la cual no recibirá comida hasta nuevo aviso. Martha se queja porque no hay castigo físico, pero al menos no podrá comer en días, en la residencia, después de que las puertas principales fueron cerradas, Lily le sirve la cena y ambas se sientan a comer, aún cuando no le envíen comida, tiene suficiente para sobrevivir por meses y mejor de la que ellos le envían.

Los días iban pasando, Alondra asistía a cada evento donde se presentaban la duquesa Smirnova, de alguna manera lograba que la invitarán, pero ni así podía tener la oportunidad de acercarse a ella y aunque se presentaba, era ignorada, cosa que la hacía enojar aún más y siempre hablaba mal de Evelyn, diciendo lo mal educada que es y que suele acercarse a los guardias del condado, alegando que probablemente deja que esos hombres le hagan de todo, al enterarse de esto, el duque, hizo llamar al conde, para informar que si los rumores eran ciertos, el compromiso quedaría disuelto y que buscaría a otra familia con la cual aliarse, ante esto, el conde enseguida ofrece a Alondra.

— no me interesa que mi hijo se case con la hija de una concubina plebeya.—

— alteza le aseguró que Alondra es una dama educada y siempre correcta, aunque la condesa fue plebeya, ahora tiene un título honorable.—

— eso no la hace noble y no borra su pasado, no aceptaré como nuera a la hija de una plebeya. Si los rumores sobre lady Evelyn son falsos, hagalos callar o mejor vaya olvidándose de la alianza.— sentencio el Duque.

No es que de verdad desprecie a Evelyn por esos rumores, sabe que son falsos y su esposa le dijo que seguramente era Martha o Alondra, quien empezó dicho rumor y debe presionar al conde para hacer callar esos rumores.

Al volver a casa, el conde sabía perfectamente quienes habían esparcido tal rumor, por lo que fue en busca de Alondra y esta recibió dos cachetadas de su padre que la hicieron caer y un corte en su labio la hizo sangrar.

— pero cariño ¿por qué has hecho eso? Mira el rostro de nuestra h...—

Martha no pudo decir nada más, su rostro también fue golpeado y ordenó limpiar el nombre de Evelyn o de los contrario las echara a la calle, pues el Duque asegura que solo aceptará a Evelyn y ha nadie más.

— sigo sin entender porque ella...yo soy mejor y la hija de la actual condesa, tengo una mejor educación que la mugrosa.— se queja.

— tu padre dice que el duque no acepta a nadie más y el matrimonio es necesario o nos quedamos en la ruina.—

— voy a conseguir la atención del príncipe heredero y voy a hundir a esa duquesa.— asegura Alondra.

Una pequeña risilla se escucha tras ellas y era Evelyn quien iba pasando por ahí.

— el príncipe es un hombre honorable, no se involucrará con la hija de una amante que solo subió de estatus.—

— ¿como te atreves? Si eres quien se la pasa revolcándose con los caballeros de la mansión.— grita Alondra.

— así que el rumor salió de la insolente boca de una plebeya...—

Alondra y Martha voltean, observando que se trata de la Duquesa. Ambas rápidamente se acercan y hacen una reverencia, Martha la invita a tomar el té, esperando olvide lo que acababa de pasar, la duquesa sujeta de la barbilla a Alondra y la hace levantar la vista, notando la chica el enojo en el rostro de la mujer.

— conoce tu lugar, como se nota que vienes del vientre de una mujer vulgar...—

Martha aprieta las manos en su vestido al escuchar las palabras de la duquesa.

— esa chica a la que has ofendido es mi futura nuera, quien la ofenda me ofende a mí.—

— lo sentimos Duquesa, mi hija es joven e impulsiva, pero no pasará de nuevo.—

— callen los rumores que han esparcido y si me entero que siguen molestando, me encargaré de que el conde las devuelva al basurero al que pertenecen.—

Ambas se quedan calladas sin saber que responder, mientras que Evelyn observa en silencio, sin duda la duquesa sabe donde presionar para humillar a esas mujeres y aunque suene bastante clasista lo que dice, bien merecido se lo tienen ese par. La duquesa sigue su camino, yéndose con Evelyn a su residencia para beber un poco de té.

— no puedo creer que esa mujer y su hija tengan esa clase de comportamiento, sin duda, el título no la hace una dama.— se queja la duquesa.

— siento que haya presenciado algo así, pero mi padre tampoco le pone límites y si yo me defiendo, termino castigada.— agacha la mirada.

—¿como es eso posible? ¿Que clase de familia tiene el conde? Castigar a su hija legítima, que falta de respeto.— esto se lo tiene que decir a su esposo.

— por favor, no le diga nada al conde, se enojara conmigo y no quiero que me golpeen más.— se abraza así misma.

La duquesa la mira con preocupación, no creyó que el conde llegara tan lejos como para castigar a golpes a su propia hija.

— pero esto no puede ser, no te preocupes pequeña, me encargaré de todo.— trata de consolarla.

Más tarde, la duquesa se iba y como era guiada por Lily, se detiene antes de salir de la residencia.

— cuéntame todo lo que sepas que pasa en esta casa ¿de verdad hay una injusticia contra tu ama?—

— s-si lo hay...mi lady tiene cicatrices en su espalda que comprueban el trato que recibe. Por favor, no rompa el compromiso, esos rumores sobre ella son falsos, mi lady solo es una víctimad de esas arpías.— suplica Lily.

— no te preocupes, quiero que me informes si algo malo vuelve a suceder.— le entrega un par de monedas de oro.

— no es necesario, yo lo haré para proteger a mi lady.—

— acéptalo, si no quieres gastarlo, úsalo para pagarle al mensajero en caso de que suceda algo.—

Lily guarda las monedas y la duquesa se retira de ahí, pero sabe que tiene que hacer algo antes de que Evelyn siga sufriendo en esa mansión, ella le prometió a Ophelia que cuidaría de su hija y así lo hará, pues ella le debe la vida a Ophelia, su única forma de pagarle, es protegiendo a su hija.

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