El Rey Evan se encontraba profundamente preocupado por la respuesta del Duque Erik. Era un joven testarudo, una roca que no cedía ante él, salvo cuando utilizaba un decreto real como yunque y martillo. Sin embargo, a pesar de que en todas las ocasiones anteriores Erik había acatado sin objetar, esta vez había sido diferente. El Rey temía que, en su ingratitud, el duque prefiriera vivir en la miseria antes de acceder a su petición. Caminaba de un lado a otro en los jardines, sus pasos medidos y pensativos, mientras su hijo se preguntaba qué clase de orden había dado su padre para que el duque se opusiera, poniendo en riesgo la lealtad que lo unía al reino.
El Príncipe Miler, su curiosidad insoportable, rompió el silencio. "Padre, ¿qué habéis hecho? ¿Por qué habéis provocado la ira del Duque de Cork hasta el punto de que prefiera vivir en la pobreza antes que acceder a vuestro mandato?"
Una sonrisa se dibujó en el rostro del Rey. Colocó sus manos empuñadas sobre su cintura con un gesto de orgullo. "Solo le he conseguido una esposa," respondió, la voz llena de satisfacción. "Para un hombre valeroso y rico, lo único que le falta es casarse y tener hijos. Quizás su mal humor cambie un poco, ¿no crees, hijo?"
El príncipe Miler no podía creer lo que escuchaba. Su Majestad pretendía obligar al Duque a casarse, con quién sabía qué persona, a través de un decreto real. La obsesión de su padre por ese hombre había llegado a un punto de no retorno. En ese mismo instante, el rey se detuvo al ver a su esposa, la Reina Vera, que se apresuraba hacia el jardín. Al llegar a su lado, el rey tomó su mano, la besó y le preguntó: "Dime, esposa mía, ¿lo habéis logrado? Porque yo he fallado. Ese granuja prefiere ser pobre e incluso que lo envíe a la horca antes de obedecer. ¿Acaso el matrimonio no es algo maravilloso?"
El Príncipe Miler sintió que no podía sorprenderse más, pero las palabras de su madre lo hicieron agitarse de vergüenza. El solo pensar en lo que el Duque Erik podría pensar desfavorablemente de la familia real, y que él también sería señalado por un acto tan degradante a causa de sus padres, lo hizo temblar.
La Reina Vera tomó las manos de su esposo y lo guio hacia unos muebles que hacían juego con el jardín. Con una calma que solo ella poseía, le dijo: "Ha accedido a casarse sin problema, solo ha impuesto una condición."
"¿Cuál condición, esposa mía?" preguntó el Rey con impaciencia.
"Que su futura esposa no tenga nada que ver con la sangre real," contestó la Reina.
El Rey Evan no se sintió sorprendido por las palabras de su esposa. El Duque Erik había ganado su título por su destacada labor al dirigir las caballerías militares, sobresaliendo desde muy joven. Fue él quien llevó al Reino de Deira a someter a sus opresores, permitiendo que vivieran en un tiempo de paz. Erik no provenía de la nobleza, pero por sus venas corría la sangre de un guerrero que merecía todos los honores y privilegios que se le habían otorgado. Incluso en la administración de sus bienes y tierras, Erik no lo había decepcionado, multiplicando sus ganancias y convirtiendo al Ducado del Sol en la segunda tierra más fértil y comercial del reino, cuando no existía ninguna esperanza. El Rey comprendía el rechazo de Erik por la realeza.
"¡Jajajajaja, qué miserable al rechazar a mi hija!" exclamó el Rey con una carcajada. "Pero algo así suponía... no sé cómo lo hiciste, pero eres maravillosa, cariño. Ah, envejeceré, pero tendré una preocupación menos... tranquilidad."
La Reina respondió: "Cariño, el Duque de Cork es muy joven y en su mente solo existen las palabras 'espada' o 'negocios'. Así que no opté por luchar, sino por negociar. Le prometí, como Reina de Deira, que si accedía, vos decretaríais que sus tierras y bienes no podrían ser tocados ni siquiera por la realeza."
"¡Madre!" exclamó el Príncipe Miler. No podía creer hasta dónde habían llegado solo por casar al duque. Continuó su oposición: "El Duque de Cork es un hombre muy poderoso. ¿Cómo sabremos que un día no se opondrá al reino y nos traicionará? Si hacemos eso, no podríamos doblegar su voluntad."
La Reina y el Rey estaban seguros de una cosa: la fidelidad de Erik. No podían olvidar la primera vez que lo conocieron. Tenía tan solo 12 años y ya podía manejar una espada con destreza. Había crecido en un mundo lleno de dolor; la muerte de sus padres a manos de los bárbaros lo había vuelto un hombre impulsado por el odio a ser fuerte y hábil con la espada.
Erik había salvado la vida de la reina cuando se dirigía en su carruaje con la princesa a uno de los poblados para realizar obras de caridad a las familias afectadas por los bárbaros. El filo de la espada del enemigo estuvo a punto de cortar su garganta mientras abrazaba a su hija, que tan solo tenía seis años. Pero un niño salió de entre los árboles y, con una agilidad impresionante, acabó con todos ellos. El Rey Evan quedó sorprendido al ver la escena de los hombres muertos en el suelo, y no podía creer la historia contada por su esposa. Así que le ofreció a Erik una vida cómoda en la realeza, pero este únicamente pidió ser parte del ejército de Deira e ir a la guerra. Era un alma sin vida que, con el paso de los años, había cumplido la venganza por la muerte de sus padres y ahora necesitaba otro motivo para seguir adelante... Y para los reyes de Deira, el matrimonio era lo que le faltaba al Duque Erik de Cork.
La Reina tomó las manos de su hijo y le dijo: "Hijo mío, Erik jamás nos traicionaría. Él tiene un lazo irrompible con tu padre y conmigo. Si aún fuera despojado de toda su riqueza, aun así acudiría a nuestro llamado de auxilio. Así que trata de mantenerlo a tu lado, él debe convertirse en tu mano derecha también cuando seas rey."
El príncipe Miler desconocía los hechos del pasado y el lazo que los unía, pero sabía que sus padres amaban a Cork como a otro hijo más. Y, a pesar de que el duque no era muy afable y se mostraba esquivo al afecto de sus padres, reconocía que los respetaba y daría la vida por ellos.
El príncipe, al despejar todas sus dudas, preguntó a sus padres: "Madre y padre, ¿con quién piensan casarlo?"
El Rey respondió con orgullo: "Bueno, hubo un momento en que pensamos casarlo con tu hermana. Como sabes, la pobre se desvive por él, pero solo sufriría rogando por un poco de afecto. La idea fue inmediatamente descartada, aunque pensamos en sus sentimientos. Además, no estaba calificada. Y él dejó claro que no quiere nada con la realeza."
"Entonces, ¿quién es su futura esposa?" preguntó el príncipe.
"Será la hija del Duque de Lennox, la señorita Isabella," contestó la Reina muy feliz.
El príncipe Miler sintió, ante su respuesta, como si un rayo hubiera caído sobre él. ¿Acaso su hermana y él estaban destinados a sufrir por su primer amor? El príncipe solo sonrió, pero su corazón sintió dolor al saber que Isabella sería la esposa del duque. No podía oponerse a la decisión de sus padres, una decisión que, aunque dolorosa para él, era para el bien del reino.
...^^Autora^^...
...Gracias por el apoyo de sus 👍...
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 149 Episodes
Comments
Yessica Moreno
y lo dice con tanto orgullo, solo es un metido
2025-09-08
0
Lecris
granuja
2024-10-11
1
Lucia game23
si lo quieren y lo repetan no debieron tomar esa decisión por el, como dije puede ser bueno o malo, pero Él debería tomar esa decisión
2024-09-05
0