CAPÍTULO 16 A LA ENTRADA DE EFROM

Habían trascurrido 3 días de viajes intensos donde solo paraban unas cuantas horas en la noche para descansar las bestias y alimentarlas, pero esta noche era diferente, habían acampado apenas el sol se escondió, y levantaron las carpas, necesitaban descansar adecuadamente, porque al siguiente día apenas el sol destellara sus primeros rayos se internarían en el bosque de Efron, un lugar lleno de misterios y de mucho cuidado, el perderse no era una opción.

El mapa estaba extendido en la mesa improvisada, había sido hecho en pergamino por el barón Joel indicando los puntos de los viajes señalados por el duque Cork, la ruta estaba trazada, se desvarían del camino al paso del río, entrarían a través de las montañas de Nari, al cruzarlas el bosque estaría en frente, atravesarían durante dos días y medio si el clima les ayudaba, al salir volverían al camino real directo a las fronteras del reino de Deria, el primer lugar de asentamiento sería el pueblo de Dímana, quien fue altamente afectado por los bárbaros, después se desplazarían Irgam y por último a Siriam.

El príncipe Miler quien se encontraba también discutiendo las posibles rutas, se preguntaba como podía Cork saber por dónde dirigirse, no era cualquier bosque pero no era la primera vez que el duque se internaba en sus profundidades, siempre lo hacía con un grupo mínimo aunque esta vez era diferente, 120 caballeros se desplazarían al bosque por primera vez y solo podían confiar en el duque Erik.

Erik no pasó de vista la preocupación del príncipe así que le dijo: "ya hemos pasado las montañas de Nari... si seguimos la ruta y nadie se desvía, no tendremos problemas"

El príncipe preguntó, "a qué nos podemos enfrentar"

"Es un bosque misterioso no dejes que te engañe, o perderás la cordura", respondió Erik

"A qué te refieres", interrogó Miler

"Se dice que allí viven las ninfas dueñas y señoras del bosque que se aprovechan de las emociones del ser humano desviándolo del camino hasta desaparecerlos, se valen de ilusiones y voces", puntualizó Erik

"Y cómo pretendes que no escuchemos o veamos si debemos ver hacia donde nos dirigimos" respondió el príncipe.

El barón Joel vio preocupación en los ojos del príncipe y para tranquilizarlo le dijo: "su majestad el duque Erik y la caballería cercana, será los encargados de guiar a los caballeros, nosotros seremos su vista, pero deberan hacer caso omiso a lo que escuchen"

"¿Qué quieres decir?" , preguntó nuevamente el príncipe

"Que deberán cubrir sus ojos mientras pasemos por el bosque... así no habrá ningún riesgo de perderse su majestad", respondió el barón Joel.

El duque Erik se retiró para dar instrucciones a los caballeros sobre el paso por Efrom, pero el príncipe seguía intranquilo conocía historias a través de su padre y de hombres que el bosque era de cuidado y quien se adentraba en sus profundidades no salía nunca. El barón quien quedó con él le dijo: "No debe de temer"

"No es temor barón... son demasiados hombres que sus familias le esperan", respondió el príncipe.

"Su majestad debe de saber que en la guerra se pierden vidas, y los caballeros están dispuestos a darla por la seguridad de sus familias... El príncipe no debe ser blando... siempre se perderán vidas... además, estos hombres no le temen a la muerte, sino al deshonor de llegar a casa derrotados" respondió el barón quien conocía al príncipe desde que se unió a los 18 años a la mayoría de misiones. El barón había notado que el príncipe tenía un corazón muy débil para la guerra y esto siempre le disgustó a Erik quien amaba estar en un campo de batalla.

El duque no tenía misericordia con sus enemigos, era sanguinario pero el príncipe era todo lo contrario por eso la personalidad de estos dos chocaban... nunca se ponían de acuerdo. Erik jamás le faltaba respeto al príncipe ante la caballería pero era notorio el ambiente entre ellos. La caballería no movía una herradura sin la orden del Duque y siempre ante las órdenes del príncipe pedían la aprobación del duque. ¿Cómo podría gobernar el futuro rey si sus hombres no le tenían confianza?, estos eran los pensamientos del barón Joel al ver al príncipe lleno de inquietudes.

El príncipe preguntó "Dime barón Joel que nos garantiza que no se pierdan vidas en el bosque"

"Mi Señor el duque conoce bien sus profundidades... es como si el pudiera conectarse con el bosque... de niño vivió dentro de él", respondió muy seguro el barón.

"Al parecer no me queda más que confiar también en el duque Cork y rogar a los cielos que salgamos con vida de allí", manifestó el príncipe.

^^^Horas después^^^

El duque había terminado de dar instrucciones a los caballeros, muchos se encontraban descansando, otros apostando... Erik se estaba a las afueras de su tienda afilando su espada de manera tranquila, mientras el príncipe le observaba a lo lejos, preguntándose que tipo de vida había llevado el duque.

El príncipe Miler recordó el pasado cuando conoció al duque Erik, su padre lo llevó a palacio a la edad de doce años, no permaneció mucho tiempo, pero fue suficiente para saber que siempre fue de pocas palabras... y las únicas palabras que mencionaba era el deseo de ir al a guerra.

El Rey buscó persuadirlo de su petición de ir en batalla tan joven, pero él estaba más que decidido, El rey intentó que desistiera de su locura, cómo podría ingresar un niño a la guerra y sobrevivir, sin embargo, debido a espías dentro del palacio que tenían una sola orden, acabar con la vida del príncipe heredero y así dejar si linaje al reino de Deira, estos intentaron cegar la vida del príncipe en su corta edad de 10 años. Erik de manera audaz acabó con la vida de uno de ellos delante de los ojos del príncipe sin mostrar ni un ápice de clemencia... estas acciones llevaron al rey a concederle su deseo.

El príncipe volvió a verlo cuando ya se había hecho mayor, a la edad de 18 años, tiempo en que debía ingresar a la caballería y hacerse cargo de la tropa, pero al llegar empezó un nuevo entrenamiento ordenado por Erik. El príncipe Miler no objeto su orden, reconocía su autoridad ganada en batallas, así que empezó su entrenamienot oficial con los caballeros de altos rangos y solo hasta los 20 años del príncipe, Erik le permitió ser de la caballería, si no cumplía las condiciones físicas no le permitía ser parte de sus hombres y muchos menos estar a cargo de ellos. Le había dejado claro que para él no existían los títulos en la batalla, era la fuerza física y la voluntad que necesitaba de un hombre para que formara parte de sus filas.

A pesar de que el príncipe Miler fue entrenado por los mejores en las caballerizas del palacio, para el duque Erik no era suficiente, pasaron dos largos años de intenso entrenamiento de cuerpo a cuerpo con los mejores de la caballería, debía de derrotar a sus mejores hombres uno por uno, ese sería su pase al reconocimiento como segundo al mando.

No fue para nada fácil, su orgullo y linaje fueron pisoteados, no existía ningún respeto por él, era tratado como uno igual o de menor categoría. El príncipe trabajó poco a poco ganándose su lugar y respeto, venció a todos excepto uno, el duque de Cork quien lo venció fácilmente y, de manera honorable el príncipe reconoció su posición de mando mayor en los caballeros.

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