CAPÍTULO 15 El SILENCIO QUE PROCLAMA A QUIEN SE SIRVE

El duque Erik se encontraba a las puertas con toda la caballería elegida para mitigar a los bárbaros que azotaban pueblos aledaños a la frontera.

El duque estaba listo para partir, en su mano tenía un pequeño mapa con señales de ubicación y estrategias de ataques, mientras su escudero se acercaba con su majestuoso caballo de las riendas, manifestado a su señor, el duque, que Dior había sido alimentado adecuadamente.

El príncipe Miler se hallaba a su lado escuchando la ruta de salida que llevaría menos tiempo, esta consistía en atravesar el bosque en línea reta, así se evitarían 4 días de viaje, pero se corría el riesgo de perderse, pero no observaba ninguna mirada de protesta de los caballeros, su silencio y entusiasmo solo demostraban la fidelidad hacia el duque y su confianza ciega, podía percibir que estos hombres le eran más fiel al duque que a sus reyes y por esta razón siempre había un ápice de desconfianza con el duque Cork, al contrario de su padre que no guardaba ninguna duda de su fidelidad, pero se preguntaba... tanto poder podía dañar su corazón e ir encontra del reino a quien le juró lealtad.

De repente alguien llegó acercándose sigilosamente, era unos de los fieles sabuesos del duque, que se inclinó y manifestó "mi señor traigo noticias", Erik sin dejar de ver el mapa le hizo señas de que hablara y este anunció "La duquesa mi señor, no se dirigió a la mansión Lennox pero tampoco hacia el Ducado del Sol" Erik levantó la vista al igual que Miler, escuchar que se trataba de Isabella agitó el corazón del príncipe pero también desconcierto al saber que la joven no había elegido ninguno de los dos lugares, estos mismos pensamientos abarcaban en la mente de Erik, el joven prosiguió ante la mirada inquietante de Erik "la señora se dirigió al palacio real, a los aposentos que el rey siempre ha mantenido disponible para mí señor" ...Erik desconocía la razón de sus decisiones pero si a ella le resultaba cómodo era su libertad de decisión ...así que le indicó a su sirviente que se podía retirar pero este al parecer no había terminado de informar pero tampoco se atrevía a desobedecer.

Miler notó que no era todo lo que había por decir así que manifestó "si tienes algo más que decir habla" el Joven no se atrevía a pronunciar una sola palabra si el duque no le daba la orden así que con su mano Erik le señaló que podía hacerlo y de manera muy sutil dijo "mi señor al parecer la duquesa no se encuentra bien de salud... desde que salió de las caballerizas, su hermana cuida de ella pero según me informó Maria quien esta con ellas como usted ordenó, la fiebre no le baja"

Miler no podía creer lo que estaba escuchando, Todo el tiempo que conoció a Isabella nunca la vio enferma pero hoy había sido un día demasiado duro para ella, tanto que colapsó y al ver la cara relajada del duque le enfureció más el que no se preocupara por la salud de Isabella y le dijo: "No crees que debería ir a ver a la duquesa" Erik dio señales para el joven mensajero se retirara, y con una mirada vacía le respondió "una fiebre no la matará y mi presencia no se la quitará, está siendo cuidada y usted príncipe no debería preocuparse más por los asuntos del reino que por la esposa de otro"

Miler no podía refutar sus palabras, seguir en contienda era colocarse en bandeja de plata para el duque y no le daría ese gusto. Así que optó por callar.

El duque dio una risa burlesca y de un salto montó su bestia y proclamó a gran voz, "! Es momento de partir, todos a sus caballos, las guarniciones irán al centro, la línea defensiva a larga distancia estarán en la parte de atrás atentas con sus arcos, los demás manejen la distancia, recuerden sus lugares, cada uno a su posición!" Erik bajó su mirada al príncipe Miler quien lo observaba con cara de pocos amigos y le dijo: "príncipe es hora de partir, por favor monte su bestia o hay algo que debe hacer antes de partir" Erik sencillamente lo estaba provocando e insinuando si deseaba ir a ver a Isabella antes de su salida, y aunque era su gran anhelo no lo podía hacer, era una mujer casada y sus acciones no se verían bien ante nadie, así que se montó sobre su caballo y llamó a unos de sus mensajeros y le dijo: "Isabella de Lennox se encuentra en los aposentos alejados del palacio en cama, mientras no esté provea de todo lo que necesite, si es necesario llevar el médico real... hazlo...entendido", el sirviente sentía que estaba ahogándose en dos mares diferentes, el príncipe había nombrado a la señora por el apellido de la casa Lennox cuando obviamente ya no lo era, al parecer buscaba provocar al duque, desobedecer su orden era irse en contra de la realeza y de quien sería el futuro rey pero... quien le garantizaba su vida y la de su familia cuando el duque era un ser sanguinario con sus enemigos y no quería incluirse en su lista, así que levantó un poco su mirada hacia el duque buscando su aprobación y este con una seña dio su aprobación y salió corriendo a cumplir la encomienda del príncipe.

El príncipe se sentía humillado, su misma servidumbre que no debía cuestionar una orden, buscaba la aprobación del duque, esto irritaba aún más su corazón.

Erik solo giró su caballo al frente y solicitó que las puertas fuesen abiertas, la caballería empezó a salir de manera organizada y tranquila, al pasar por el pueblo, las personas levantaban con su mano y movían al aire un pañuelo blanco que simbolizaba buena fortuna, eran los hijos, esposos que se iban sin saber si volverían, algunos rostros tristes otros alegres.

Y así el duque junto al príncipe y la caballería emprendieron un largo viaje de 11 días que buscaban acortarle 4 días pasando por el bosque de Efron.