Todo el camino al reino fue tenso, Susan no dejaba de apretar su mano, la cual comenzaba a tener un ligero hormigueo, pero a un así no se quejó, sus padres admiraban la escena con curiosidad, era extraño que ambos tuvieran esa conexión tan grande.
Parados frente la gran puerta, Erik tragó saliva, lo que le esperaba probablemente no era tan bueno, pero valía la pena el riesgo comparado al beneficio, con paso firme, ambos avanzaron tomados de la mano, Susan vestía un lindo vestido azul oscuro y lazos negros resaltando sus ojos café, con un broche de pavo real adornando su cabello, ese vestido fue su elección de entre varios que tiene hasta que la modista entregara los que oficialmente iba a usar, algo excesivo de parte de los duques, pero necesario, ya que no sacó nada de la casa del marqués.
—Sus majestades están esperando en el jardín, por aquí— El mayordomo los acompaño, visiblemente incómodo por la presencia de Gester y Erik, pero aun mas sorprendido de la sonriente niña tomada de su brazo.
—Bienvenidos— La reina se levantó y recibió con brazos abiertos a Yesenia, quien hizo lo mismo mientras los hombres se saludaban cordialmente, pues el duque y el rey, estaban hartos ver sus caras en cada reunión política y social. Sin embargo, al llegar el turno de Gester, este puso su mano en el corazón e inclinó la cabeza, para después mirarlo con los ojos más brillantes y grandes que jamás había visto, haciéndolo sentir extrañado.
—Saludos, su majestad— Dijo con la voz más suave y serena que sus cuerdas bocales podían emitir, era un chico encantador, que lo mostró en un mal momento.
Erik carraspeó su garganta y tomó a Gester por los hombros para quitarlo de enfrente, fue cuando el rey, vio con toda claridad, que era lo que sostenía con tanto cuidado que lo hacía permanecer ligeramente encorvado cuidando lo que parecía ser lo mas valioso que sus manos habían tocado.
—Buenos días, majestad— Dijo Erik inclinándose ligeramente y de forma breve, seguido por Susan, quien lo imitó de forma torpe.
—¿Quién es la pequeña que se aferra de esa manera a ti?— Preguntó tranquilamente, agachándose para estar a su altura, observó que, aunque no llevaba capa pues estaban en pleno otoño, sus ropas parecían nuevas y cálidas, lo bastante gruesas para permitirle guardar calor sin perder la elegancia, una buena opción.
—Mi nombre es Susan Ferret majestad, próximamente Susan Klaus— De nuevo hizo la reverencia, pero esta vez muy marcada y firme, haciendo que él subiera las cejas.
—Ya veo, espero sea así— Dijo antes de revolverle un poco el cabello, a Susan no le gustaba que nadie hiciera eso mas que Erik.
Todos tomaron sus asientos, la primera interacción con la niña lo dejó dudando, no parecía ser que estuviera siendo obligada o algo así, pero en toda la reunión, estaba decidido a no quitarles la vista.
La reina tampoco estaba muy convencida, así que decidió hacer algo.
—Margaret, por favor, entrégale a Susan un plato de galletas solo para ella por favor— Margaret era su dama de compañía, la hija mayor del duque Silva, si los Klaus eran la mano derecha de los reyes, los Silva eran la mano izquierda, aunque sus padres se negaron ante la solicitud de su hija para un compromiso con un Klaus.
Se acercó con la bandeja sintiendo que su corazón latía con fuerza, el perfume de Erik invadió sus fosas nasales haciéndola estremecer, esperaba que nadie notara su reacción, pero pronto se dio cuenta de que fue completamente ignorada, pues Erik había tomado una galleta y se la entregó a Susan, quien la mordía con tanto gusto que lo hacía sonreír.
Margaret se sintió dolorosamente desplazada por una niña comiendo como ardilla.
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Comments
Laura Aguado
❤️❤️
2023-06-13
3