Erik se estaba preocupando, Susan no había dicho nada desde que ambos se embarcaron de regreso al ducado y él tampoco había pensado mucho en que le iba a decir a sus padres.
Pero por ahora, solo quería enfocarse en ella, ya no parecía tan feliz como antes de salir del Marquesado.
—¿Sucede algo malo?— Preguntó mientras la miraba de reojo, ella solamente soltó un suspiro, como si quisiera decirle algo, pero un nudo en su garganta se hubiera formado impidiéndole expresarse.
—Antes de salir me encontré con Raquel...— Dijo entrecortada
—¿Te hizo algo? ¿Qué te dijo?— La tomó con urgencia y la colocó en su sus piernas, sus manos rodearon su pequeño rostro lloroso.
—Ella dijo... Que tú no querías verme— En ese momento su llanto fluyó, quería fingir que sus palabras solo fueron para herirla, pero el hecho de que no lo había conocido hasta ahora hacia un poco factible que fuera verdad.
Erik tragó saliva de forma dolorosa, sabia de lo que estaba hablando, así que la abrazó con firmeza, pensando en la manera correcta para responderle.
Después de un rato de silencio, Susan clavó sus ojos café en él buscando una respuesta, quería escuchar su verdad.
—El mismo día que te conocí, desperté de un accidente, no recordaba quien era o cómo habia llegado allí, prácticamente la persona que pidió no verte, ya no existe desde ese punto. Ahora serás mi hija, no quiero que mis acciones pasadas te persigan, a partir de ahora todo irá a mejor, ya verás— Por primera vez, se atrevió a besar su frente, Susan los abrió de sorpresa, detuvo su respiración, sintió la calidez y el cariño que Erik le profesaba sin palabras, estaba segura, que Raquel ya no lo conocía.
Después de eso, Susan volvió a sonreír, hablaba de cualquier cosa, hasta que el carruaje se detuvo.
—Bueno, es hora— Dijo Erik tomándola de la mano, era hora de enfrentar a sus padres.
Tal vez había cambiado un poco la dirección de la historia, pero había algo que no podía negar, el roce de Raquel le erizó la piel." Será que la pasión desbordante que describió mi hermana no ha desaparecido" Mordió sus labios, Susan lo miraba de forma expectante, "No puedo ponerla otra vez en riesgo" Tal vez, si ya no volvía a ver a Raquel aquello solo acabaría.
—Bienvenido joven maestro...— El mayordomo no termino su saludo cuando vio a la niña, aferrada a la mano de su señor, escondida en parte detrás de él.
—¿Dónde están mis padres?— Preguntó sintiendo la mirada sorprendida del hombre.
—Están en el jardín tomando el té, el joven Gester está con ellos.
—Ya veo, eso está bien. Ven, entremos— Llevó a Susan dentro, recorriendo el pasillo, todos los sirvientes con los que se cruzaban los miraban sorprendidos, ni siquiera disimulaban.
Erik sintió como Susan se detuvo, estaba abrumada al sentir tantas miradas, de lástima, de miedo, de sorpresa.
La volteó a ver, después de pensarlo muy poco la tomó en brazos.
—Yo estoy contigo, no te preocupes— Siguió caminando después de que ella asintió con la cabeza, sus brazos enrollaban su cuello, y escondió su cabeza en su hombro
Cuando por fin tuvo a sus padres a la vista, ellos voltearon, no entendían lo que estaba sucediendo.
—Buenos días, madre, padre— Dijo a un con un poco de distancia, Susan se estremeció en sus brazos.
—¿Quién es tu pequeña invitada?— Gester ya imaginaba que es lo que había hecho su hermano, así que solo seguiría la corriente de la situación.
—Bueno, esta señorita es Susan Ferret, mi nueva hija— Dijo con seguridad, haciendo que las tres personas frente a él escupieran el té.
—¿De qué estás hablando?— Su padre temblaba, probablemente de ira.
—¿Qué quieres decir con eso?— Su madre se levantó, le dio la vuelta a Erik para poder mirar el rostro de la niña.
—Bueno, lo que quiero decir es que, si no lo aceptan, renunciaré como heredero del ducado— Estaba sonriendo, mientras su padre estaba morado.
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