El resto del camino estuvo callado, ¿Cómo era posible querer lejos tanta ternura? Suspiro pesadamente, su padre lo miraba, como si lo estuviera estudiando.
—Al parecer el golpe que te dio tu hermano fue más grave de lo que pensé, aunque el médico dijo que estarías bien ¿Debería matarlo?—Su tono sonaba burlón, ¿Entonces el viejo sabe bromear?
—Solo hay que hacerle lo mismo y ver si sobrevive— Ambos rieron, pero su padre se detuvo, como si fuera a decir algo importante.
—No eres el único hijo mío que ha cambiado, Gester está igual de rarito que tú— Era una forma de hablar bastante informal, lo que lo hizo sentir aun mas cómodo.
—¿Rarito?— No entendió en que sentido lo decía su padre, pero se veía avergonzado.
—Cuando llegues a casa lo sabrás, y por cierto, mañana tienes que ir a disculparte y aclarar por qué ahora estás tan encariñado con la hermana de la chica a la que pretendes.
—Ya veo... ¿Pero si no quiero estar con ella?—Sus ojos se hicieron grandes y el color rojo dominó en su rostro ¿En qué estás pensando?
Erik entendió de inmediato su reacción, así que intentó aclarar.
—No soy un pervertido, es solo que no pienso seguir pretendiendo a la señorita Raquel— Agitaba sus manos de un lugar a otro, su padre solo sonrió por el evidente cambio en la forma de ser de su hijo, que, aunque haya perdido su anterior orgullo, ahora parecía ser más sincero con lo que decía y sentía.
—No estoy muy de acuerdo, ese matrimonio nos traerá grandes beneficios, pero si eso es lo que quieres está bien, únicamente si consigues algo mejor que esa jovencita.
Erik asintió, si esa era la condición, lo tomaría como una misión
Al abrir la puerta de la mansión, una mujer de cabello café rojizo se abalanzó sobre él, besando su rostro con cariño.
—Me alegra tanto saber que estás bien— La mujer se apartó aunque parecía costarle, era la primera vez que su hijo se dejaba abrazar de esa manera, sus ojos, naranjas con un ligero toque dorado se llenaron de lágrimas, el sentimiento de verlo bien tranquilizó su corazón.
—¿Cómo te fue en tu fiesta?—La voz de su marido resonó detrás de Erik, quien lo empujó a un lado para abrazar a su adorable esposa. En sus brazos, el Duque Klaus se sentía mejor.
Su duquesa, algo molesta, le dio un suave golpe "Eso es por empujar a mi bebé" dijo mientras Erik avanzaba, dejando a sus padres disfrutar de su cariño.
—¡¡HERMANO!!— Se escuchó una voz desde lo profundo del pasillo, cuando un chico de unos dos años menor que él salió corriendo para finalmente tirarlo al piso, tenía el cabello café igual que él, pero con los ojos naranjas y dorados de su madre.
—Me da gusto volverte a ver— Susurró el chico en su oído, Erik de inmediato entendió las palabras.
—Ariana— Abrazo a Gester con fuerza y Gester a él, sus padres los miraron extrañados, así que decidieron retirarse en silencio a su habitación.
"Al parecer, la relacion de nuestros hijos ha mejorado"
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