Ambos reyes estaban en su audiencia matutina, cuando una carta llegó, era de los Klaus, solicitando una aprobación de adopción junto con un documento que avalaba la confirmación del marqués, de quien provenía la niña.
—Yesenia no se aguantó las ganas de tener una niña verdad— Bromeó la reina soltando una risa.
Sin embargo, su esposo no la siguió, lo que la preocupó.
—La niña no será hija de los duques, sino de Erik Klaus— Puso una expresión terrible, ¿Cómo era posible que le permitieran tal cosa, la arrogancia de su hijo era bastante conocida por el reino.
—Debe haber un error— Dijo arrebatando el documento de las manos de su esposo.
"Yo, el Marqués Gerald Farret otorgo la guardia y custodia al joven Erik Fallen de Klaus de mi joven sobrina, Susan Farret Valencia, esa es mi voluntad"
No había duda, era para Erik, ambos se quedaron callados, los Klaus no eran personas crueles, al menos no los duques, pero sus hijos parecían tener una maldad natural, tal vez por culpa de su abuelo materno, que muy buena persona no era.
—Debemos mandarlos a traer lo antes posible, y saber si esa niña está con ellos en contra de su voluntad, tal vez el marqués lo apruebe, pero si ella no quiere estar allí... Veremos que hacer— La reina habló con un tono alterado, cuando su hijo Darrel entró sin pedir permiso, era un joven despistado e inocente, pero muy inteligente y audaz, quien no estaba muy feliz al ver la expresión de su madre.
—¿Ocurre algo? Que los tiene tan molestos— Observó la cara de ambos, vio la duda sobre decirle o no.
—Traeremos a los duques y sus hijos aquí, será una fiesta de té antes de la celebración— Dijo su padre, quien sonreía de forma tensa
—¿¡Qué!? Entiendo querer invitar a los duques, pero ¿Por qué a sus malvados hijos? Ellos no merecen personas tan crueles— Darrel no tardo en demostrar su disgusto, era bien conocido el carácter de ambos hermanos, era desagradable para él tratarlos, pues al ser Erik el futuro duque, ya todo se trataría con él.
—Solo queremos observar algunas cosas, apóyanos en esto— El rey tomó su hombro, esta es la clase de cosas que un gobernante debería afrontar con mas seriedad.
Darrel solo hizo una mueca mientras asentía
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Cuando Erik tuvo la invitación en sus manos, Gester se puso nervioso, eso era justo lo que quería evitar, que una mala reunión con la familia real llevara a la tumba a su hermano.
—¿Qué piensas hacer? Supongo que no querrás asistir— Dijo tratando de aliviar sus ideas.
—Te equivocas, no es como que me pueda negar si quiero que ellos aprueben la adopción de Susan— Quería que la niña tuviera el respaldo de su apellido para que nadie mas se atreviera a hacerle daño. Pues si en un futuro ya no querría pertenecer a la familia, al menos tendrá su respaldo.
—Ya veo, bueno. Entonces hay que avisarles a mis padres, estoy seguro de que madre ansia volver a ver a su amiga de la infancia— Gester conocía a muchos de sus personajes como la palma de su mano, así que sabia el cariño que existía entre la reina y la duquesa Yesenia. Ella fue su consuelo cuando Erik fue hallado muerto en la novela.
—Hay que darnos prisa, la invitación es para esta tarde— Erik dobló la invitación y la colocó en su bolsillo, antes, debería hablar con Susan, quien estaba dibujando en la sala de estar.
Estaba sentada en la pequeña mesa que los duques insistieron en comprarle, concentrada sosteniendo el crayón café rellenando algo con esmero.
—¿Qué haces con tanto interés?— Incluso cuando él entró, ella no le pudo atención en absoluto. Fue hasta que tocó su hombro que ella salió de su trance y le sonrió.
—¿Ya has terminado tus deberes?— Preguntó tallándose los ojos, y después tapando su dibujo con ambas manos.
Erik lo notó, pero no le dijo nada, solo la subió a su regazo mientras ella daba vuelta a la libreta.
—Iremos a un lugar importante, asi que debes arreglarte ¿De acuerdo?— Acarició su cabeza con cuidado, para no asustarla.
—Está bien— Dijo, pues notó en los ojos de Erik que era importante.
Bajo con cuidado y tomo el dibujo, se lo llevaría a su habitación, pues todavía no estaba terminado así que aún no podía enseñárselo.
Era su forma de agradecerle por haberle ofrecido una familia y un hogar. Miró los golpes que tenía en sus brazos, le temía a las sirvientas, pero por él, haría lo que fuera necesario.
—Falta poco para que pueda llamarlo papá— Era curioso que alguien a quien apenas conocía quisiera hacerla su hija. Había soportado muchas cosas desde que llegó a este mundo, así que no se soltaría tan fácil de esa calidez.
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