No desistiré

Capítulo 15

Pedro había viajado al Cairo tenía que reunirse con Farid, más que nada sobre un pedido especial, para unos clientes en Colombia. Aprovecharía para comprarle Hiyab y joyas a Mahtob, que mejor que en las tiendas de sus futuros cuñados. Si, Pedro era sádico, le gustaba disfrutar del dolor que infringía en las personas. Por lo menos a los Rashid los golpeó fuertemente cuando les quitó a Mahtob.

—Señor qué gusto tenerlo de vuelta sea bienvenido.—dijo Farid

—Espero que esta vez hayas mejorado buscando calidad, los hermanos Bolivar son de nuestros mejores clientes. Tienes idea de la gran oportunidad que te estamos otorgando.—dijo Pedro

—Claro que lo se, usted ha hecho crecer a su organización y a mi. Aunque lo tiene por herencia.—dijo Farid

—Ya basta de tanta lambisconería, cuéntame y mi cuñado ya no volvió por aquí. ¿Cómo se llamaba? A si Ali.—preguntó Pedro

—No tarda en merodear por aquí, al parecer no funcionó lo de la llamada. Pero como usted me ordenó, finjo no saber nada.—respondió Farid

—Es lo mínimo que debes hacer, otra cosa quiero ir a las tiendas de mis cuñados. Quiero comprarle ropa, hiyab y joyas a mi mujer. Así que dinos ¿dónde los podemos encontrar?.—pregunto Pedro

—Es aquí mismo en La Ataba señor, en este pasillo casi donde está la fuente, la tienda se llama el secreto del desierto. Lo atiende su cuñado el hermano mayor Amin todo tipo de Hiyab, ropa etc. la joyería está al lado ahí atiende Mustafa, el hace las joyas más hermosas de todo Egipto, ya por último si quiere ver a su suegro, es día que él estará a la vuelta, en el negocio de su hijo menor Abdul, él atiende el de pieles y telas, me sorprende que Mahtob aún sigue usando Hiyab entonces no era tan rebelde como todos creíamos.—respondió Farid

—Cuida de tus palabras, no vayas a decir una imprudencia y te corte la lengua, en fin aquí te entregamos el cincuenta por ciento, cuando la mercancía sea entregada en Colombia. Te enviaremos el resto. Te dejamos, para que continúes vendiendo tus zapatos y telas.—dijo Pedro

Como cada día, estaba ahí Ali, pero esta vez el noto al hombre de los tatuajes. Recordó que su padre le había comentado que Mahtob, le mencionó un hombre con tatuajes, sería coincidencia. Por lo que veía tenían una buena amistad Farid y el extranjero. Ali no dudó un segundo en confrontar a Farid enfrente de él extraño y así mirar su reacción.

—Farid vengo a que me enfrentes y me digas a quien le entregaste a mi hermana, ella no abandonaría su vida y su familia.—dijo Ali mientras lo tomaba de la túnica y lo amenazaba con una daga.

—Suéltame, ya te dije que no sé absolutamente nada. Si tienes pruebas adelante, te recuerdo que son tres testigos que vieron la acción. Y si puedes comprobarlo seré colgado. Pero si no, a ti será al que terminen castigando.—dijo Farid muerto de miedo.

Pedro dio la señal de quitarle a Ali de encima a Farid, Danilo sacó la pistola y se la puso en la cíen a Ali.

—Suéltalo, como te a través a amenazar a mi persona de confianza. Enfrente de mi. Has lo que te ordeno si quieres seguir con vida.—dijo Pedro

—Este infeliz vendió a mi hermana a un extranjero, porque ella jamás faltaría a mi padre. Era una mujer de religión. No voy a descansar hasta encontrarla.—dijo Ali sin soltar a Farid a pesar de la pistola de Danilo en su cabeza

—Danilo baja el arma y tu baja la daga. suelta a Farid. —dijo Pedro una vez más.

Ali hizo lo que Pedro ordenó al igual Danilo.

—Farid no se dedica al tráfico de personas, él es un simple Zapatero. ¿Por qué piensas que tu hermana no huiría por su propia voluntad?—preguntó Pedro

—Porque la conozco, si hay algo que ella le entregaría su vida sin pensarlo, sería por nuestro padre. Supongo que la persona que la tiene, la está amenazando.—dijo Ali

—Bien vamos a suponer que la tiene alguien peligroso. ¿Como la vas a salvar?, sin poner en riesgo a toda tu familia. No has pensado en ellos. Se que es tu hermana, pero recuperarla vale la pena, yo pensaría en todos los que vas a sacrificar para lograrlo. Te estoy dando solo un panorama, si lo que piensas fuera verdad. El otro lado de la moneda es que en verdad se fue por voluntad propia, si regresa acaso no la llevaría tu padre al castigo hasta la muerte para limpiar su honra. Piensa un poco en lo que te estoy diciendo y deja a Farid en paz.—dijo Pedro

—No desistiré, no soy un cobarde. La encontrare y la salvaré del animal que la tenga.—dijo Ali

—Bien, si te vuelves a meter con Farid. Te aniquilare. Grábatelo no te quiero volver a ver rondando por aquí.—dijo Pedro

Ali tomó su daga y se fue de La Ataba directo a la facultad, no podía evitar pensar que él tenía a Mahtob. Pero ¿por que no se lo restregó?, ¿por qué no acepto que él lo hizo? Lo que sí hizo fue lanzar una amenaza directa a él y a toda su familia.

Mientras tanto Pedro y Danilo iban a buscar los regalos para Mahtob, llegaron hasta donde se encontraba la tienda de Amin.

—Adelante sean bienvenidos ¿Que les podemos ofrecer?—dijo Amin

—Quiero Hiyab los más finos y bonitos. Son para un regalo.—dijo Pedro

—Claro sus deseos son órdenes, le traeré los mejores.—respondió Amin

Pedro era nuevo en esto, el observaba la tienda. Era enorme, pero al fondo estaba un bedlah (traje para la danza del vientre) era color negro con dorado. Por un momento imagino a Mahtob danzando para él, con ese bedlah.

—Quiero ese bedlah, también el de color verde.—dijo Pedro

—Tiene muy buen gusto querido cliente, se los empaco ahora.—dijo Amin

—¿Sabe de algún joyero, que nos pueda recomendar? Quiero comprar una gargantilla para mi futura esposa.—preguntó Pedro

—Por supuesto, mi hermano es el mejor Joyero de la región sus diseños son únicos, pero permítame entregarle su pedido, lo acompaño con mi hermano.—dijo Amin mientras los guiaba hasta Mustafa

—Hermano mira aquí te traje un cliente, el señor quiere que le muestres tu trabajo.—dijo Amin

—Sea bienvenido con gusto los atiendo, ¿que es lo que están buscando?.—preguntó Mustafa

—Quiero la gargantilla más bonita, con el zafiro más grande que tengas, más un anillo de compromiso. Del mismo color que los ojos de mi futura esposa. No escatime en costo.—dijo Pedro

Mustafa tenía el juego de zafiro que le había encargado su padre, para cuando su hermana cumpliera los dieciocho años. Ahora que ella ya había desaparecido, pensó que era una buena oportunidad para deshacerse de el.

—Tengo un juego especial que me habían encargado, se lo traeré de inmediato.—dijo Mustafa

Mustafa fue a sacarlo de la caja fuerte, al contemplarlo pensó de nuevo en su hermana. Ya no tenía caso conservarlo ella nunca volvería.

—Mire caballero es un diseño exquisito y viene completo collar, aretes, pulsera y anillo. todos son zafiros y oro blanco de 22 kilates ¿le agrada?—preguntó Mustafa

—Sin duda es extraordinario es digno de la realeza, me lo llevo.—dijo Pedro

—Shukran, le doy mi tarjeta si necesita más diseños, los hago personalizados.—dijo Mustafa

—¿De verdad? Puedo preguntar ¿para quien era este diseño que acabó de comprar?—preguntó Pedro

—Un comerciante lo mandó hacer para su única hija, pero ella ya no está con ellos.—respondió Mustafa

—Shukran.—dijo Pedro

Pedro y Danilo salieron del lugar con todo lo que habían comprado para Mahtob. A Pedro le daba la impresión que la familia de Mahtob continuaban su vida como si ella no hubiera existido, el único que no desistía era Ali.

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