Lejos de ella

Capítulo 13

Florencia vivía en un departamento que Pedro financiaba, ambos coincidieron en una reunión organizada por socios de Pedro en España. Ella era una dama de compañía, cuando conoció a Pedro quedó enganchada por el. Era guapo, misterioso, él siempre daba la impresión que era inalcanzable. Florencia era una mujer muy atractiva, de las mejores pagadas, de las más cotizadas por todos los jefes de la mafia, así que pudo meterse en la vida de Pedro. A tal grado de que pago por ella para darle su libertad, para así poder llevarla con él a Milán, ya tenían 5 años juntos. Ella sabía que jamás sería la esposa de él, Pedro siempre había sido honesto con ella. Aún así Pedro le daba todo a manos llenas, excepto el amor y el lugar que ella deseaba. Florencia estaba en su departamento con su manicurista, cuando llegó Pedro.

—Cariño no te esperaba, dame un minuto.—dijo Florencia

—¿Que fue exactamente lo que le dijiste a Mahtob?—preguntó Pedro

—¿A quien? No tengo idea de quién hablas, o a quien te estás refiriendo.—respondió Florencia

—Claro que si, a la joven que está viviendo en mi casa. No tienes ningún derecho de ofenderla entendiste, por lo tanto jamás volverás a pisar mi casa.—dijo Pedro furioso.

—Te refieres a la sirvienta, con razón se sentía tan importante. ¿Que tiene que ver contigo, es una nueva amante? Porqué es muy joven y no creo que te satisfaga como yo lo hago cariño.—dijo Florencia

—No vuelvas a expresarte así de ella, si no quieres perder todo lo que te doy. ¿Entendiste? Ella es muy importante para mi, lo que tengamos ella y yo no es tu asunto mantente alejada de ella, también de mi casa.—dijo Pedro

—Como tú lo órdenes.—respondió Florencia

—Me retiró—dijo Pedro

—¿Cuando te volveré a ver?.—preguntó Florencia, Pedro simplemente se dio la vuelta y salió del departamento.

Florencia sabía que esa mujer era peligrosa para ella, no estaba dispuesta a perderlo todo por una mujer tan insignificante. Lo que más detestaba ella era las mujeres que parecían inocentes, por lo tanto la nueva no sería la excepción, tenía que hacer algo, para que se alejara de Pedro.

—Realmente no se porque a los hombres les llama la atención una mujer que se ve inocente y pura. Se vuelven locos, después la obtienen y vuelven.—dijo Florencia a la manicurista

—Tiene razón señorita, usted es muy bonita. y por todo lo que veo también es la favorita del señor. Nadie se compara con usted.—dijo la manicurista

—Es que si la conocieras es tan ordinaria, parecía una señora con la ropa que traía toda holgada. Su cara redondeta, muy apagada, sin maquillaje. A mi amado Pedro le gustan las mujeres maquilladas y con ropa elegante. Además esa noche él me mandó llamar para que tuviéramos sexo. Si ella estaba ahí, para que me llamo, es una señal evidente de que no le apetece como mujer. Yo digo que solo es un capricho. Ya verás que la desechará cuando obtenga lo que todos los hombres quieren, la virginidad de una mujer.—dijo Florencia burlándose.

Más tarde Pedro regresaba a casa, mientras recorrían la ciudad, recordaba a Mahtob cuando danzaba. Le hervía la sangre sólo de pensar que ella bailara exclusivamente para él, siempre había querido ver su figura. Cuando pensaba en ese momento no podía olvidar su cuerpo definido, su piel se veía tersa y suave. Sus caderas eran de buen tamaño, su cabello largo era sano y definido, simplemente era la mujer más perfecta y hermosa que había visto. A pesar de su corta edad tenía un cuerpo bien desarrollado. Ansiaba poder tocarla y hacerla suya, pero para Pedro, ella era tan valiosa que no se atrevería a forzarla. El beso que le había robado lo freno por completo, ella jamás había besado a alguien.

—Necesito que lleguemos a la joyería, necesito mandar hacer un collar para Mahtob.—dijo Pedro al chofer y a Danilo

—Como usted ordené señor.—respondieron

Las joyas que llevaba Mahtob cuando se la robó eran de muy buena calidad y ostentosas. Así que él también la llenaría de oro, tenía que conquistarla. Valía la pena hacer el esfuerzo para convertirla en su esposa. Aunque con Mahtob no se sabía si podría ya que ella solo le mostraba temor y repudio.

Mientras tanto en El Cairo su hermano Ali buscaba cualquier pista que la llevara a encontrar a su hermana. Su padre ya había prohibido cualquier contacto con ella. Pero Ali no se daría por vencido, siempre vigilaba la tienda de Farid sabía que él había sido cómplice del rapto. Suponia que tarde o temprano, en ese lugar obtendría la respuesta para encontrar a su amada hermana. No le importaría que al encontrarla, ninguno de los dos pudiera volver a su familia, pero si quería rescatarla.

Farid ya había notado que Ali vigilaba todos los días su tienda y sus movimientos. Eso lo ponía nervioso porque era un delincuente, pero también era un cobarde. Decidió llamar a Pedro.

—Señor tiene llamada del Cairo.—dijo Danilo

—¿Tenemos algo pendiente con ese rufián?—preguntó Pedro

—No, pero lo escuchó nervioso.—respondió Danilo

—Tomare la llamada.—dijo Pedro, Se alejó del joyero para recibir la llamada.

—¿Como te atreves a llamarme? ¿Ahora que es lo quieres?—dijo Pedro molesto

—Señor perdóneme pero lo pensé mucho antes de decidirme a llamarlo. hay problemas.—dijo Farid

—No le des más vueltas, habla de una vez,¿qué pasa ahora?.—preguntó Pedro

—El hermano de la joven a estado haciendo guardia afuera de mi tienda, de mi casa estos días. Si descubre que yo le ayude me va a entregar a las autoridades y seré sacrificado como un carnero.—dijo Farid

—Eres un cobarde, si te ve todo atemorizado sabrá que fuiste tú quien me ayudó a llevarme a su hermana. Esta bien te ayudaré consígueme el teléfono de la universidad, haré que Mahtob lo llame.—dijo Pedro

—Señor cree que ella cooperará, ellos eran muy unidos no creo que sea prudente.—dijo Farid

—¿Crees que soy un idiota?—preguntó Pedro

—Jamás pensaría algo así de usted, entiéndame por favor. Le conseguiré el número de teléfono de la universidad, Ali Rashid es su nombre.— dijo Farid

—Y no llames de nuevo hasta que yo te contacte, pronto iré por lo que se te pidió espero lo consigas de buena calidad, ya recibí quejas de mis clientes.—dijo Pedro y colgó

Pedro terminó de hacer su encargo al joyero y se dirigieron a la casa. más tarde llegó hasta la habitación de Mahtob.

—¿Podrías tocar antes de entrar?—dijo Mahtob

—Estoy en mi casa, necesito que le llames a tu hermano Ali y le digas que es verdad que te fugaste conmigo.—dijo Pedro

—¿Que? jamás haría eso, no le voy a mentir. Eso quiere decir que él cree en mi inocencia.—dijo Mahtob

—Si, pero si tú no le dices lo que te acabo de decir. Habrá consecuencias, no abuses de mi buena voluntad para contigo. Tu me perteneces y te quedarás a mi lado.—dijo Pedro

—Déjame regresar con mi hermano, que es lo que quieres mi cuerpo para que me dejes libre. Tómalo, a cambio de mi libertad.—dijo Mahtob en un arranque de desesperación

—Te quiero a ti, toda para siempre. ¿Por qué? no tengo idea pero eres mía. Y jamás te vas a ir de mi lado.—dijo Pedro

Mahtob estaba confundida, entonces él no solo la quería por un interés físico o un deseo carnal. La quería solo para él como si ella fuera un trofeo que no hubiera podido conseguir de buena manera. Pero si no hacía lo que él le pedía que clase de consecuencias serían. Le aterraba el solo pensar si llegara atentar contra su familia e incluso contra su hermano.

—Está bien haré lo que tú digas.—respondió Mahtob, Pedro marcó desde su celular y se lo pasó a Mahtob.

—Hola podría comunicarme con Ali Rashid.—dijo Mahtob

—Recuerda que entiendo árabe, por si lo olvidas.—dijo Pedro, minutos después lo comunicaron

—Salam Aleikum ¿quien llama?—dijo Ali

—Aleikum Salam Ali, soy Mahtob.—dijo mientras le temblaba la voz era emocionante para ella volver a escuchar a su hermano.

—Mahtob ¿estás bien? ¿Dónde estás? Gracias a Allah que llamas, dime donde te encuentras iré por ti en este momento.—dijo Ali

Mahtob se sentía entre la espada y la pared, sentía la necesidad de jugársela, decirle donde estaba para que fuera a ayudarla. Por otro lado pensaba en su seguridad y la de su familia.

—Ali… este…—dijo Mahtob mientras sentía cómo se clavaba la mirada de Pedro en ella.—es difícil para mi llamarte, pero tenía que decirte la verdad. Es cierto que escape con un extranjero, estoy feliz a su lado. Olvídate de mi, continua con tu vida y que Allah llene tu vida de alegría. Adiós hermano, cuida de nuestro padre, perdón.—dijo Mahtob y colgó no pudo contener su llanto corrió al baño a encerrarse. Lloraba amargamente por la mentira que acababa de decirle a su amado hermano. Ahora ya no había marcha atrás, jamás podría volverse a parar enfrente de Ali. Sin duda alguna esa llamada era el clavo de su ataúd.

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