Obsesionado

Capítulo 4

Pedro había quedado hechizado por ella, intentó detenerla. Aunque ella fue más rápida a todos los hombres les gusta la cacería. El verla correr como un conejo asustado hizo que llamara aún más su atención.

—Así que estabas regañando a esa jovencita, jamás vuelvas hacerlo Farid. Eres el menos indicado de hablar sobre las buenas costumbres. Tengo entendido que a los hombres como tú, en tú religión son colgados, es la última vez que la intimidas.—le ordenó Pedro

—Señor por favor es solo que no quiero que se acerque a mi hija, es una mala influencia. Su padre debería buscarle un esposo y no dejarla andar sola por la Ataba.—dijo Farid

—Basta! Mejor háblame de ella y su familia. Quiero saber todo de ellos, comienza.— exigió Pedro

—Su padre es Mohamed Rashid es un comerciante de pieles, telas y camellos. Sus hijos están también en el negocio de las pieles y uno de ellos es joyero. Excepto su hermano Ali y Mahtob. Ali es docente en la facultad y Mahtob estudia medicina, también mi hija estudiaba con ella, pero mi hija fue llamada al matrimonio. Se sabe que muchos le han hecho propuestas de matrimonio a Mohamed para desposar a su hija y todas han sido rechazadas. Además dudo que usted, que no es parte de la religión pueda pretender casarse con una mujer musulmana y más con esa joven.—contestó Farid

—Quien dijo que yo pretendía casarme con ella, siempre obtengo lo que quiero. Todos tenemos un precio, se cómo hacer para que su padre me la entregue o mejor aún tenerla sin su consentimiento.—respondió Pedro

Farid le temía, sabía que el líder de la mafia de Milán era de armas tomar, y que siempre se salía con la suya. Mahtob llegó corriendo hasta la facultad Ali ya estaba ahí esperándola.

—Te he dicho que no te apartes de aquí, no puedes andar sola. Esta prohibido, si padre se entera te azotara como manda el corán.—dijo Ali molesto

—Fui a buscar a Khadijah, pero su padre evitó que hablara con ella.— respondió Mahtob

—Obviamente si andas sola por las calles que ejemplo le estás dando a su hija. Mañana si quieres ir a verla me esperas y te acompaño a verla.—dijo Ali

—Está bien hermano lo siento.—respondió Mahtob

De camino a casa ella seguía pensando en ese hombre, nunca le había asustado tanto una persona. Su vestir, los tatuajes que tenía en sus brazos. Lo hacían ver aterrador, o por lo menos para ella si. Su instinto de supervivencia le decía que tenía que mantenerse lejos de él.

Más tarde ya en su habitación Pedro había decidido conseguirla a cualquier precio. Fantaseaba con el hecho de poder tocarla, besarla y acariciarla. Sabía que ella no era como las demás, ya que en su mirada era notorio ese fuego lleno de pasión. Estaba obsesionado con ella, mataría por tenerla a su lado. Sin esperar más llamó a uno de sus hombres de confianza.

—Danilo, necesito que le digan a Farid que invite a Mahtob a la boda de su hija. Que le daré mucho dinero si me ayuda a conseguirla, si se resiste a cooperar arrasaré con él y su familia.—dijo Pedro

—Como usted ordené señor.—respondió Danilo

Mientras tanto Mahtob, estaba en su habitación estudiando para sus exámenes de fin de semestre. No podía evitar sentirse en peligro, había decidió no volver a buscar a Khadijah algo le avisaba que era mejor dejar todo así.

Ya cansada de tanto estudiar se sentó a la orilla de su cama para observar la luz de la luna. Sin darse cuenta su padre entró a su habitación.

—¿Que pasa mi luz de Luna?, te noté extraña cuando llegaste.— preguntó Mohamed

—Nada papá, todo está bien, sabes mañana tengo exámenes finales de primer semestre. estoy un poco angustiada.—respondió Mahtob

—Se que sacarás las mejores calificaciones sin dudas mis hijos heredaron mi inteligencia.— respondió Mohamed

—Padre cuando estudiaste en Londres, ¿todo era distinto que aquí?.— preguntó Mahtob

—Si muy distinto, en costumbres, comida y diversión. Ellos no viven bajo las reglas del Corán, viven mezclados hombres y mujeres como si fueran iguales. Pero un musulmán debe vivir como lo manda el libro sagrado, en cualquier parte de la tierra. Para los ojos de Allah donde quiera que se encuentre un musulmán seguir sus enseñanzas, ¿Por qué la pregunta?—pregunto Mohamed

—Es que hoy observe a un hombre y tenía tatuajes en sus brazos, no había tenido oportunidad de ver a alguien así. Me imagino que no es de aquí.—respondió Mahtob

—A sí, ¿donde lo viste?.—preguntó Mohamed

—Afuera de la facultad, mientras estaba esperando a Ali.—respondió Mahtob

—Espero que me estés diciendo la verdad, recuerda que no debes salir sola de la facultad, recuerda que hay muchos visitantes extranjeros en el Cairo. Y no todos son buenos.—respondió Mohamed

—Si padre, no saldré sin mi hermano a ningún lado de la facultad.— respondió Mahtob

—Descansa mi luz de Luna. Espero no hayas olvidado hacer tus oraciones.— dijo Mohamed

—Si ya las hice, descansa padre.—respondió Mahtob

Mahtob se sentía segura después de hablar con su padre, era reconfortante. Se sentía bendecida de la vida que tenía. Solo añoraba que pronto pudiera atender a sus pacientes. Ejercer y ser más que una esposa esperando en casa. Lo que no podía imaginar es que la maldad la acechaba.

Mientras tanto Farid había recibido a Danilo y sus secuaces, cómo oponerse si estaba en juego la vida de su familia y de él mismo.

—¿Que respondes?.— preguntó Danilo

—Si el padre de la joven se entera que yo tuve algo que ver. Puedo ser colgado. Si el señor me promete protección lo haré.— respondió Farid

—No creo que haya problema por ello, entonces harás que la muchacha venga y te las ingeniaras para darle este tranquilizante yo te ayudaré a distraer a quien venga a acompañarla a la boda y la sacaremos del país inmediatamente. Vamos ya quita esa cara, te vas hacer muy rico, el jefe te cubrirá de oro y riqueza. No me digas que ahora si tienes cargo de conciencia, has lo que se te ordena. Si no antes de desaparecer a tu familia se enterarán a lo que te dedicas.—dijo Danilo

—Está bien, yo me encargaré.— respondió Farid

Sabía que si mandaba a Khadijah a invitar a Mahtob ella sin ninguna duda asistiría a la boda. Además ganaría mucho dinero por una joven que ni siquiera le agradaba.