Capitulo diesiocho.

Al día siguiente, Maya despierta, Henry no estaba a su lado, a ella le dolía la cabeza, de tanto que lloró.

Henry estaba en el baño, se estaba dando una ducha.

Sale y ve a Maya sentada en la cama, tenía los ojos hinchados de tanto llorar.

Hola!! Hermosa, le dice Henry.

Como amaneciste.??

Hola!! Con muchas cosas en la cabeza, le dice Maya.

En que piensas, le dice él , acercándose a ella.

Pienso, qué tal vez mi familia me abandonó y no quieren saber de mi. Que nunca me quisieron. Decía Maya con sus ojos llorosos

No. No piense eso cariño, algo debió suceder para que te dejaran ahí. Le decía Henry.

Es que piénsalo de esa manera. Abandonan a un bebé, dejan dinero, leche y pañales, esta claro que es para que alguien lo encuentre y se haga cargo.

No creo que haya sido así. Le decía Henry tratando de sacarle esas ideas de la cabeza. Que la estaban haciendo sufrir aun más.

Mira ya no pienses en eso, si??

Ve y duchate y yo llamaré a Ronald qué nos ayude. Te parece??

Esta bien, le dice ella. Y entra al baño.

Henry llama a su amigo, el le dice que esta a punto de entrar a una reunión, que en cuanto termine, va a la casa.

Henry baja y pide a Judith que le prepare el desayuno a su esposa.

Maya baja, Henry la espera en el comedor para desayunar, Maya solo tomó el jugo, no tenía ganas de nada.

Su cuerpo se sentia pesado, como si llevara una tonelada encima.

Se levantaron y se fueron a la sala.

Henry la tenia abrazada.

Gracias por estar conmigo, le decía Maya.

No tienes que agradecer, si yo estuviera en tu situación tu harías los mismo por mi.

La abraza aun más y le da un beso en la frente.

Ahí se quedaron un buen rato.

Momentos más tarde, llega Ronald.

Saluda y ve a Maya qué no tenía buena cara.

Él no dejaba de mirarla, le parecía conocido su rostro. Como si lo hubiese visto en algún lado.

Para que soy bueno, dice Ronald.

Sentándose en el sofá y cruzado las piernas.

Lo que te vamos a decir es delicado, y necesitaremos tu ayuda. Le dice Henry a su amigo.

Si, claro, en que los puedo ayudar. Les dice el rubio.

Queremos encontrar a una persona, en este caso a una familia.

Roland no entendía.

Henry, pidio a Judith qué fuera por la caja de Maya.

Quiero que nos ayudes a buscar a mis padres le dice Maya.

Roland, no entendía, él no conocía la historia de Maya.

Judith llega con la caja.

Ahora te explicaremos le dice Henry.

Maya qué no podía hablar, porque no paraba de llorar.

Henry le contó la historia a su amigo.

Él rubio escuchaba atentamente, sin decir una palabra.

Para terminar de contar la historia, Henry le enseña el contenido de la caja.

El fue viendo una a una las cosas. Hasta que llego y abrió muy despacio la pequeña caja de la medallita.

La miro y sus ojos le brillaron, no puede ser, no puede ser, decia Ronald.

Que no puede ser, le dijo Henry.

Roland, abre su corbata, desabrocha la camisa y saca una medallita igual que la de Maya. Solamente cambiaba las iniciales, la de él era R. A.

Maya se levanta, seca sus lágrimas, se acerca a Ronald y mira de cerca la medallita.

Pudo ver que eran igual.

Como es posible, le dice Maya. Como puedes tener una medalla igual.

Esta medalla nos la dio mi abuelo a sus nietos, y les grabo nuestras iniciales.

Estas medallas son únicas, mi abuelo las mando hacer para su hijos y nietos.

Maya se tapaba la boca, estaba asombrada.

Entonces tu podrías ser mi hermano??

Preguntaba Maya.

No. Le dice él , yo soy hijo único.

Tu debes ser mi prima. Hija de mi tía Susan, le dice Ronald .

Con razón tu cara me parecía conocida.

Tanto Henry como Maya no salían del asombro.

Roland les pide la caja con las cosas, se las lleva y les dice que le traerá respuestas. Que al regreso le explicará todo.

Roland, sale de la casa de Henry, llama a sus abuelos le dice que lo esperen en casa y que avisen a la tía Susan, que no salga.

Roland, condujo a toda prisa hasta la mansión de sus abuelos.

Llega, estaciona el auto y entra a la casa.

Su abuelo estaba de pie espantando afirmado de su bastón. La abuela y la tía estaban en la gran sala.

Ven abuelo por favor, vamos con las demás. Fueron a la sala.

El abuelo tomo asiento.

Tía, te voy a mostrar algo, y quiero saber si conoces lo que te voy a mostrar y tu abuela también.

Roland abre la caja. Y se las pasa a las mujeres.

Susan toma muy despacio la ropa de bebé, mientras lagrimas le corrían por sus mejillas..

Sus ojos no podían creer lo que veían.

Luego tomó la ropa la abuela.

Hijo!! Le dice, esta es la ropa que llevaba mi nieta Sarah cuando desapareció.

Abuelo reconoces esta medalla?? Le pregunta, pasándole la caja con la medalla.

Estas medallas son únicas, yo se las mande hacer a mis hijos y después a mis nietos. Dice el abuelo de Ronald .

Entonces no hay duda, por cosas del destino, encontré a tu hija, tía.

Le dice Ronald a Susan, dándole un abrazo.

Donde está ?? , como diste con ella?? Preguntaba Susan.

Recuerdan a mi amigo de la infancia a Henry Font.

Pues ella es su esposa.

Fue ahí que la conocí, y me pareció conocida.

Su tía lloraba de emoción, quería ir ya a ver a su hija.

Roland les dijo que ella recién supo lo que habia pasado con ella y que está en shock al igual que lo están ustedes.

Roland les cuenta el resto de la historia.

Susan estaba muy afectada. Que tuvieron que darle un calmante, para que se tranquilizara.

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