Capitulo siete

Maya después de salir de las oficinas, fue a la camioneta, lloro por un largo rato, no entendía como las cosas habían llegado hasta este punto.

Todo lo que ella soñaba, nada se haría realidad.

Pero ella lucharía por lo menos ir a la universidad y estudiar lo que quería.

Seco sus lágrimas y fue por su abuela al campo.

Llegó con ella al hospital y las noticias que había eran desgarradoras, el abuelo había tenido un nuevo paro cardíaco y esta vez no pudieron traerlo de vuelta.

Las dos se abrazaron, lloraban desconsoladas.

Pero en la mente de Maya solo había una cosa, el odio que había crecido aún más por ese despreciable hombre.

Aun así también había una solución a su problema. Ya no tendría que ser la prometida de ese hombre.

Ella le había dejado claro que si su abuelo moría, ella no sería su prometida.

Pero ella no contaba con que ya había firmado y le había llegado la notificación del pago de la hipoteca.

Prácticamente, ya no había nada que hacer, ni vendiendo el terreno, podía devolver la cantidad de dinero.

Si lo hacía no les quedaría dinero para comprar un techo donde vivir con su abuela.

Estaba atada de manos.

El desconsuelo de esas dos mujeres era desgarrador.

Henry ya se había enterado del desenlace del abuelo de Maya.

Mando a que prepararán todo para el funeral.

Ellas no tuvieron que hacer nada.

Esa noche Henry, le dijo a Maya que no había necesidad de ir a la cena en su casa.

Lo cual agradeció que no la obligara a ir a dicha cena.

El tiempo fue pasando, Maya ya no leía sus novelas, se dedicaba ir a la escuela y ayudar a su abuela.

Ellas ya no estaban solas, un día llego un hombre pidiendo trabajo, como pago solo pedía un techo y comida.

La abuela que necesitaba manos extras ahora que no estaba su esposo, le venía bien la ayuda.

Pero ese hombre no había llegado solo ahí, sino que lo había enviado Henry con el fin de vigilar a Maya.

Ya se acercaba la fecha de la junta directiva y Maya aún no ha sido presentada.

Pensaba en la manera de que la junta directiva la conociera.

Así que le envío un mensaje que tal día irían por ella, enviaría ropa para la ocasión.

Así fue, el chófer paso por ella, se vistió con la que le envío Henry y se fue con el chófer.

El chófer la llevó a las oficinas, ella parecía una chica de sociedad, ya nada había en la chica de campo, qué conoció en las orillas del río Henry.

La mirada hacia él, era de odio.

Él la observó de pies a cabeza, no podía creer lo que veían sus ojos.

Pero emitió hacer algún comentario.

Solo le dijo, sígueme.

La chica de mirada sombría, lo siguió.

Antes de entrar a la sala de juntas, Henry le dice que sonría, porque más parecía que estaba obligada y no parecía ser la prometida, que cualquier mujer estaría feliz en su posición.

Dicho eso el tomo su mano para entrar.

Maya que estaba a punto de contestar, él entra con ella tomada de la mano, ella vio que todos los presentes tenían los ojos puestos sobre ellos, no le quedo otra de seguir las órdenes de Henry y sonreír.

Él la presento como su prometida, la señorita Maya Fritz, besando su mano.

Ella en ese momento sintió que se le revolvía el estómago.

Matthew que ya la había visto en la oficina de su primo, fue el primero en pararse a saludar, pero no había nada de la chica que vio ese día.

Él se presentó como primo de Henry, tomando la mano de la chica y depositando un beso. Ella solo le sonrió.

Los presentes murmuraban de que familia era la chica tan distinguida.

Algunos especulaban que se trataba de un familiar de la familia Fritz, dueños de la cadena de Hoteles.

Maya ya estaba harta de estar tomada de la mano de ese hombre.

Que con una sonrisa en los labios, pidió permiso y se retiró.

Henry le pidió esperar en la oficina, qué dentro de un rato estaría con ella.

Henry, ese día consiguió los votos necesarios para seguir como CEO de las empresas.

Estaba feliz, volvió a la oficina, quería invitar a Maya almorzar, pero ella ya se había ido.

Dejo una nota en el escritorio.

"No vuelvas a tocarme, ya estuvo bueno de fingir por hoy.

Me retiro porque siento que vomitaré"

PD: espero no volverte a ver por el tiempo que resta del contrato.

Adiós.

Henry no le tomo importancia, a las palabras escritas en el papel.

En fin, había conseguido estar al frente de la compañía por un periodo de dos años más, así su padre no lo estaría obligando a contraer matrimonio.

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