Capitulo nueve

Hasta que llego, el día que menos esperaba Maya.

Henry envió mensaje que iba en camino.

Ella solo leyó y no contesto el mensaje, siempre le hacía lo mismo.

Él llegó a la casa de campo en su auto y el abogado en otro.

Firmaron el contrato y el acuerdo matrimonial, el abogado llevaría los documentos para legalizar el matrimonio.

Henry le entrega un vestido blanco y ordena a Maya qué se vista con él , necesitaba que se tomaran una foto de matrimonio.

Ella hizo lo que le ordenó, el ahora su esposo.

Se tomaron la foto, él pidió que sonriera un poco.

Pareces que estuvieras en un funeral, le dice Henry.

Corrección, este es el día de mi funeral, le dice Maya.

Henry no dijo nada, él sabía que no estaba haciendo bien las cosas, pero él no quería una mujer enamorada de él, él no creía en esas cosas.

Ella solo dio una gran sonrisa, no aguantaba un minuto más cerca de él.

Y no quería que se estuviera repitiendo una y otra vez una toma, para conseguir una foto que sirviera.

Llegó la hora de la despedida. Su abuela lloraba, Maya se aguantaba para no llorar.

David le decía que se fuera tranquila, que ella la cuidaría.

Maya se sube al auto, cuando estaban a punto de arrancar, su abuela corre a decirle que necesita entregarle algo.

Maya baja del auto entra a la casa, sigue a su abuela al ático.

La abuela saca una llave y abre el baúl, que hace un tiempo Maya vio.

Dentro de una caja, había ropa de bebe y un sobre dirigido a Maya.

Esto te pertenece, le dice la abuela.

Maya no entendía nada.

Una vez que abras el sobre entenderás muchas cosas, le dijo la abuela Mariane.

Ahora vete, qué tu esposo te espera.

Henry tocaba la bocina en señal que debía apurarse.

Maya sale con la caja en las manos. Se sube al auto. No entendía nada, solo miraba la caja intrigada.

¿¿Qué es esa caja??, le pregunta Henry, al ver a su esposa tan concentrada mirándola.

No lo se, la abuela dijo que me pertenecía. Dijo Maya aun concentrada en la caja.

Pues ábrela y ve que contiene. Le sugiere Henry.

Maya volviendo en sí.

Yo se que contiene, pero no la abriré delante de ti. No es algo que te concierne.

Maya deja la caja en el asiento trasero del auto y solo guardo silencio mirando hacia afuera.

Para ella fue el camino más largo que haya tomado en su vida.

Llegaron a una gran casa muy moderna por cierto, con un jardín hermoso, Maya estaba asombrada de tanta belleza. Pero no lo dio a demostrar ante su esposo.

Abren un gran puerta de madera tallada, una señora de mediana edad se presenta.

Bienvenida señora, me llamo Judith.

Yo seré la encargada de atenderla.

Después se dirige a Henry.

Mi niño, no me dijiste que tu esposa era tan bella.

Como sea nana, dice Henry, y se pierde en una habitación.

Pase, por favor señora, le dice Judith.

Ya le traerán su equipaje. Le dice la Sra muy amable.

Llámeme Maya, le dice ella. Que la llamaran señora la hacía sentir vieja.

Maya entra a la casa, era muy lujosa, un gran recibidor, era muy moderno.

No como los que Maya imaginaba en sus novelas, que tenía una gran candelabro colgante en la entrada y unas escaleras talladas en madera.

Ahora nada de eso era realidad. Ella había perdido esos sueños.

Judith le enseñó donde estaría su habitación, Maya la siguió viendo cada detalle de la casa.

Entraron a una habitación en tonos grises, era la de su ahora esposo.

Esta es la habitación del señor, le dice Judith.

Maya le dijo, quiero otra habitación.

Cualquiera para mí está bien.

Judith la miró con desconcierto.

No me mire así, si no entiende algo, puede preguntar al señor, dice Maya saliendo de la habitación.

Maya eligió la habitación más apartada de Henry.

Llevaron su maleta, ella no tenía tantas cosas. Tenía más libros que ropa. Pero nada de eso traía consigo.

Ella acomodó sus cosas.

Y ya no sabía más que hacer. En el campo siempre había algo que hacer y no había espacio para aburrirse.

Pero acá se le harían eterno los días.

Tomo su viaja laptop y empezó a buscar universidades, ella había decidido estudiar arquitectura, era la carrera más rentable.

Vio en varias universidades. Finalmente, se decidió por una qué tenía la carrera de arquitectura y paisajismo.

Ya había ordenado su ropa, vio universidades, se sacó el vestido que le había ordenado Henry colocarse para la foto, lo metió en un fondo de un cajón, y ya no tenía más que hacer. A ella no le gustaba no hacer nada.

Bajo, salió al jardín trasero, había una enorme piscina y otro jardín inmenso, con distintos tipos de flores, había un columpio, se sentó un rato ahí, echaba de menos a Baltasar, pero no podía llevarlo allí, él era del campo, no lo haría correr la misma suerte que ella.

Estar encerrada sin saber que hacer.

Estaba meciéndose en el columpio, cuando tuvo la sensación de ser observaba. Miro a su alrededor y vio detrás de un gran ventanal a Henry con un vaso de algún tipo de alcohol en su mano, observándola, eso hizo que se le helara la sangre.

Salió de ahí, y se fue a su habitación, ya no volvió a salir en lo que restó del día.

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