16

...

Noah vio el rostro sonrojado de Ángel y no pudo evitar reírse a carcajadas al darse cuenta de las intenciones del chico. El sonido de su risa era de cierta manera encantador, aunque fue difícil apreciar su belleza en dicho contexto. Varios lo miraron llenos de comprensión pero nadie lo secundó. Solo Jerome observó con deleite su expresión divertida.

Después de unos segundos, el chico dejó de reír y se enderezó, pues ya le dolía un poco el estómago.

—Realmente tengo curiosidad, ¿no tienes llenadera? O ¿En realidad necesitas arrastrarte frente a cada hombre capaz solo para sentirte realizado? —cuestionó mientras se limpiaba las lágrimas fisiológicas. — ¡Es que nunca supe que fueras tan gracioso Ángel!

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó el alfa, sin apartar la vista del pelinegro. —Creo que me estoy perdiendo del chiste.

—Noah, querido, es hora de terminar el banquete —interrumpió Aleida, temiendo que el chico dijera cosas que no debía frente al líder de los Barlovento. Se secó el sudor en la frente con nerviosismo e intentó sonreír.

—¡Vamos! ¿Cómo podemos hacerle ese desaire a Jerome, madre? —dijo con sorna, y continuó viéndolo. —Tu prometido, desde luego. —Se jactó, sin temor a molestar al hombre, un hábito inconsciente del pasado.

—¡Noah! —chillo Ángel, como si fuera una víctima cruelmente burlada. La indignación era evidente en su rostro blanco. No obstante, en esta ocasión nadie deseó dar un paso al frente para defenderle. Algo de lo que si se percató y lo hizo sentir incómodo, además de molesto. Los puntos de credibilidad perdidos ya comenzaban a mostrar su ausencia. —¡No necesitas burlarte así de mí! Solo vine a saludar a Jerome, ¿o ni siquiera me permitirás eso?

—No me burlo de ti Ángel —comentó el pelinegro, sintiéndose aburrido por la actitud predecible del rubio. ¿Es qué acaso no conocía otras tácticas? ¿Cómo lo pudo embaucar en su vida pasada? ¿Significaba eso qué antes era demasiado tonto? —Solo me sorprende lo gracioso que eres.

—Desde luego, ocultas la suciedad bajo la alfombra, y vienes aquí a mostrar tu estatus de “prometido del líder Barlovento”. ¿No te avergüenzas de ti mismo?

—¿Cómo? —Una sola palabra que heló la sangre de todos, e hizo que Ángel se llenara de orgullo. ¡El alfa se escuchaba molesto! Eso significaba que lo estaba defendiendo, incluso después de su último encuentro vergonzoso, ¿no?

Este pensamiento casi pone eufórico al omega, quién tuvo que controlarse para no ponerse a brincar en el acto. A fin de cuentas, ¡Jerome lo estaba defendiendo! ¿Quién no se emocionaría?

Es solo que el joven Noah no se asustó, contrario a lo que un emocionado Ángel esperaba.

Después de todo, un detalle que nadie sabía era que el pelinegro había pasado cuatro años de su vida casado con el hombre en silla de ruedas, y si bien no podía decir mucho sobre sentimientos mutuos, si podía presumir sobre una cosa, y esa era saber cuando el alfa estaba realmente enojado; y ahora, aunque la atmósfera era tensa, no era debido al alfa, sino más bien a todos los ojos fijos en ellos. Así que el chico se relajó y sin pizca alguna de miedo, respondió:

—No es prudente hablar de eso aquí —declaró. Que no sintiera miedo del hombre tampoco significaba que deseaba humillar a Jerome y ganárselo como enemigo. Conocía bien los límites de hasta donde debía molestarle.

—No te preocupes, no creo que haya algo tan grave que los presentes no puedan escuchar —respondió el alfa, como si nada de lo que pudiera decir le afectaría.

—¿Estás seguro? Podría ser vergonzoso para ti —Sabía de antemano que aunque el hombre lo hubiera elogiado antes y fuera amigable, era un enemigo a tener en cuenta, por eso quiso cerciorarse antes de hablar.

—Siempre.

—Entonces no me culpes por no advertirte.

—Desde luego.

—Noah, hijo, no deberías… —intentó interrumpir Aleida, pero el chico fue un paso más rápido y habló.

—Él se acuesta desde hace seis meses con mi novio, pero viene aquí con una ridícula sonrisa en el rostro para subirse a tu regazo, fingiendo ser tan puro y limpio como siempre —dijo con voz clara, haciendo que cada palabra fuera perfectamente entendible. Lo que provocó que todos a su alrededor entraran en una crisis de pánico y volvieran a sus propios lugares al siguiente segundo, casi parecía que les habían pisado las colas.

Pues aunque les gustaba ver un buen espectáculo desde el primer asiento, más si se trataba de los peces gordos del estanque, también tenían la prudencia para determinar los límites a lo mucho que podían acercarse a ver.

Sabían que no podrían soportar el enojo del alfa, luego de que él escuchara esta verdad, lo que volvía el asunto más insoportable.

Con el miedo corriendo dentro de sus corazones, se alejaron por fin, dejando a Noah, Ángel, Aleida, Jerome y sus guardaespaldas solos.

Erminia, quien había sido olvidada por los presentes, tenía el rostro terriblemente pálido. Quería volver a tirarse al suelo para llamar la atención, pero al recordar que se trataba de Jerome Barlovento y que el hombre no se conmovía con nada, era probable que si llevaba a cabo su acto, enfureciera más al otro y solo haría las cosas peores para su hijo. Así que se quedó quieta en su lugar.

En ese mismo instante se arrepintió profundamente, no debió haber venido a esta fiesta y revelar lo que sabía. ¡Es solo que se había dejado persuadir por Ángel! Su hijo de pronto había insistido en que era la ocasión perfecta para revelar el asunto, y ella se dejó convencer. ¡Pero que tontos habían sido! Lo peor es que ya sentía la mirada enojada de Aleida.

—Me has entendido mal —dijo Jerome al poco tiempo. Fue entonces que Hugo volvió con el vaso de agua.

El beta vio que los antiguos espectadores se habían alejado y algunos incluso ya iban de camino a la salida con suma discreción. Casi parecían excluir al pequeño grupo, inclusive temerosos de mirar en su dirección. No se sorprendió, conocía a su jefe y solía provocar ese efecto en la gente cuando algo no iba como él deseaba.

El alfa reparó en la presencia de Hugo. Extendió su brazo sin decir una palabra, pero el beta entendió. Colocó el vaso de cristal en la mano del jefe y se retiró un paso, parecía ser la tercer estatua detrás de él.

Jerome extendió el vaso hacia Noah y dijo: —No pedí una explicación sobre tu encantadora sonrisa, sino más bien sobre ¿cómo te has referido al joven Craso?

—¡Eh! —Noah se sofocó cuando escuchó las palabras “encantadora sonrisa”, pero ahogó la sorpresa lo mejor que pudo e ignoró sin reparos el cumplido. Se acercó fugazmente a Jerome, y tomó el vaso de agua que le extendía. —¿Tu prometido? —balbuceó confundido. Por el rabillo del ojo alcanzó a vislumbrar qué el rostro originalmente sonrojado de Ángel, se turbaba a simple vista. Esto le llamó la atención.

Tomó un par de sorbos del agua fría y esto le ayudó a disminuir el calor en sus mejillas.

—Si, eso. Como tú me lo sugeriste antes, debo devolverte el consejo —dijo el alfa, apoyando cómodamente ambos brazos en los costados de la silla. —Creo que deberías actualizar tu información.

—¿Cuál?

—No hice un anuncio público en ese momento debido a la carga de trabajo, además tampoco quería afectar la reputación del joven Craso, ya que su padre es un buen amigo de mi abuelo, pero debo aclararlo hoy sin falta.

—¿Qué cosa?

—Nosotros dos hemos roto el compromiso, desde hace más de dos meses.

Noah sintió que su boca se abría en una gran O y no pudo retractar su expresión a tiempo, por poco deja caer el vaso de cristal. Y no solo él se quedó atónito, sino aquellos a su alrededor, quiénes mantenían un oído escuchando.

...

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Comments

Lisvet 🥰🏳️‍🌈🏳️‍🌈❤️🥰🥰😘

Lisvet 🥰🏳️‍🌈🏳️‍🌈❤️🥰🥰😘

por favor alguien que me explique porque no logro comprender esto. Es decir que Jerome reencarnó al igual que Noah?

2024-04-08

4

Dabi

Dabi

si tardo mucho el vaso, de agua ya se me había olvidado!!

2024-04-06

0

luna velez colon

luna velez colon

no era prometido de noah?

2024-03-18

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