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—¡Que desvergüenza! —gritaron las señoras, totalmente indignadas.

—¡Oh, por dios! —chilló una adolescente que se encontraba entre la multitud. Su voz aguda atrajo la atención de más de un adulto, quiénes voltearon a verla, pensando que había sucedido algo. Al final, solo se toparon con una adolescente vestida de naranja, y el cabello largo suelto tras la espalda. Era una niña de unos quince años. Parecía una princesita, delicada y costosa.

—¿Por qué te quejas, niña?

—¿No es obvio? —preguntó indignada, aunque solo obtuvo una mirada confusa de todos. Ella golpeó el suelo con su pie, haciendo un berrinche adorable. La molestia era visible. —¿Acaso no conocen la historia del joven Noah y su novio Víctor?

Los invitados se miraron unos a otros, sin comprender. ¿Había una historia? ¡Ellos no lo sabían! Después de todo, esos chismes eran cosas que solo a los niños les interesaban. No tenían el tiempo necesario para perderlo en la vida amorosa de la generación más joven.

—¿Qué historia? —indagó una señora bien vestida. Era evidente que le encantaba escuchar y recolectar buenos chismes.

Noah, por su parte, vio a la niña y quiso detenerla, puesto que toda la situación era demasiado cruda y no deseaba que una menor de edad se viera involucrada en temas tan escabrosos. Pero aunque quería alejarla, la princesita le miró directo a los ojos. La tristeza y la lástima era casi perceptible a simple vista. El chico nunca había recibido una mirada así, y le dio cierta curiosidad saber que diría.

Mientras la miraba con mayor atención, sintió que la niña le parecía conocida. Y entonces recordó. En su primer vida, ella era una de sus principales opositoras cada que hacía una aparición pública. Fuera en donde sea. En el centro comercial, en algún banquete, en reuniones de trabajo. Nunca supo por qué discutía tanto con él, cuál era la enemistad entre ambos… o cómo es que su mala suerte era tanta, que los hacía encontrarse con tanta frecuencia. ¿Y ahora lo defendía?

La niña no decepcionó y pronto comenzó su narración con dolor. Poco faltaba para que las lágrimas corrieran por sus mejillas sonrosadas.

—Yo soy una estudiante de la secundaria Santa Elena, voy en segundo grado.

—¿Es necesario contar tu trayectoria académica? —Se quejó un beta a su lado. La princesita lo miró con desaprobación. La disparidad entre ambos era evidente a simple vista, pero a pesar de que el hombre era un adulto, fue callado por la mirada de la niña.

—Hmm. —Despreció ella, y pronto reanudó sus palabras. —¡Como decía! Es la misma escuela a la que fue el joven Noah. Y en nuestra escuela, todos conocen la historia del Príncipe y la Bestia. Es muy famosa.

—¿Eso es todo? ¿Solo un cuento para niños? —reclamó un alfa. La princesita lo miró con el mismo desprecio anterior y continuó como si no hubiera escuchado nada. —Esa es la historia de amor entre el joven Noah y el joven Víctor, pueden imaginarse quién es quién.

—¿Por qué un romance adolescente es tan famoso en tu escuela? —preguntó con interés la señora bien vestida, quién había instado a la niña a hablar en primer lugar.

—Después de todo, ellos se enamoraron a pesar del estatus y en un entorno sumamente desfavorable. Todos saben como el joven Noah persiguió al joven Víctor, que siempre pareció despreciarlo; y como a pesar de eso, lo salvaba una y otra vez del bullying que sufría, porque no era de la clase alta. Con el paso del tiempo, los sentimientos mutuos florecieron entre ambos y comenzaron su romance. Tengo entendido que desde hace poco más de dos años, ellos son novios.

—Cierto…recuerdo que hace tiempo hubo revuelo por algo así —dijeron pensativas algunas señoras. —Un niño rico y un niño pobre que se habían enamorado.

—Para muchas de mis compañeras es la historia de un amor de cuento, incluso lo era para mí. Pero… —Aquí las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de la princesita y volteó indignada hacía el alfa infiel, señalándolo. —¡Pero nunca imaginé que el joven Víctor fuera un embustero! El joven Noah lo vio y se enamoró cuando no tenía nada, y ahora viene con otro omega a reclamar su apellido. ¡Encima, acostándose con ese otro hombre no hace mucho! Lo más indignante es que todos saben que era el joven Noah quién patrocinó al alfa. ¡Es gracias a él que pudo ingresar a la misma universidad que el joven Noah!

Un “Ah” colectivo viajó entre la multitud, y las señoras no pudieron evitar cubrir sus bocas con las manos, como si nunca hubieran escuchado la historia de una infidelidad y estafa. Tal parecía que estas revelaciones eran las más escandalosas que habían escuchado en sus vidas.

Noah vio como la opinión pública parecía haber cambiado, todo gracias a las palabras de una niña que antes le había despreciado.

“Un momento, ¿realmente me despreciaba?”, se preguntó viendo como la niña se sonrojaba cuando la miró detenidamente. “¿No es solo una fan que se volvió una hater al pensar que había engañado a mi novio?”

—Serle infiel al joven Noah…es claro que viene de los barrios bajos —balbucearon algunos con desprecio. —Nada como un hijo criado en casa. De sangre o no, tiene la educación que los forasteros jamás tendrán.

Víctor escuchó las duras palabras, y aunque quería refutar, no pudo hacer más que apretar los dientes. Pues él sabía mejor que nadie la diferencia que había entre su estatus y el de estas personas. Si…por casualidad resultó ser hijo de una gran familia, pero creció lejos. A decir verdad, no tenía mucha confianza en ganar el amor de sus padres biológicos.

Lo peor es que gracias a esa niña, no podía dejar de pensar en el inicio de su historia con Noah. Siempre lo vio como un lastre, pero ¿era realmente así? Un sentimiento agrio lo inundó. ¿Por qué estaba haciendo todo esto?

Él no sabía que pensar, por lo que solo pudo quedarse en silencio, y ni siquiera consideró contradecir las maldiciones de los demás.

—Además, según la misma Erminia, los chicos fueron cambiados al nacer. ¿Se le puede culpar por eso al joven Noah? —razonaron algunos otros, recobrando el tema que los había reunido en primer lugar, aunque con una perspectiva diferente. —No es como si un bebé recién nacido pueda cambiar de cuna si lo desea.

—Acostarse con el novio de un amigo cercano, y creer que se tiene la superioridad moral para exigir el puesto de la familia, y en un evento público… —Las voces viajaban de un tema a otro. Era evidente que los invitados estaban disfrutando a lo grande.

—¡Que conveniente! Se queda con el hombre, y luego con el apellido —dijo una mujer desde el fondo, aunque su voz que intentaba ser baja, fue perfectamente escuchada por la pareja regañada.

—¡No! Esa no era mi intención. —Se defendió Ángel. Quería seguir hablando, no obstante Erminia le dio un pellizco que lo hizo callar.

Victor vio la situación que se invertía contra ellos, y se levantó, dejando en el suelo al omega y su madre. De pie era un joven alto y bien parecido. Varios que lo maldecían, se sintieron cohibidos y las voces disminuyeron considerablemente.

—Esto no es nuestra culpa —dijo el alfa con soltura. —No lo planeamos, solo nos dimos cuenta de que somos destinados en cuanto nos conocimos…

Noah casi volvió a reírse a carcajadas por la estupidez con la que intentaba justificarse el alfa. No podía creer que le estuvieran dando más armas para atacarlos.

Si…si esta fuera su primer vida y escuchara esto por primera vez, su corazón podría haberse roto para nunca recuperarse. Es solo que ya había vivido y sufrido mucho más, que lo de ahora solo parecía un ridículo juego de niños.

Sin verse afectado en el interior, dejó que las lágrimas volvieran a brotar de sus bonitos ojos grises.

—¿Estás diciéndome que me engañan desde hace cinco meses? ¡Yo fui quien los presentó Víctor! —La cara del alfa se desfiguró debido al impacto. Escuchar esas palabras de una manera tan directa fue un shock.

Especialmente, el verdadero significado de sus palabras. ¡Había engañado durante meses a Noah!

Nadie más, él lo había hecho. Se dio cuenta de que estaba equivocado, pero ¿importaba? La mirada dolida de Noah le dijo que no.

En ese instante Víctor sintió como si una venda que no le dejaba razonar fuera arrebatada de sus ojos, y solo entonces pudo apreciar en todo su esplendor la fealdad de sus acciones, y principalmente, de su desagradable actitud hacía el beta.

De aquel que durante mucho tiempo, fue la única luz en su vida.

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