8

...

—No. Yo… —Víctor avanzó un par de pasos, extendiendo la mano para alcanzar a Noah. No obstante, lo único que recibió a cambio fue la mirada llena de desagrado por parte del chico. Los dos pares de ojos grises chocaron, el arrepentimiento era evidente en unos, y el desagrado en los otros. Fue obvio para cualquiera que no estaban en la misma sintonía.

Ángel vio la escena de los dos y quiso alejarlos, temiendo que el lavado de cerebro del sistema se volviera inútil. Pero cuando solicitó la ayuda de 0010, este no respondió. No sabía que hacer y temía llevar el agua sucia sobre sí mismo aún más. Si amaba algo por sobre todas las cosas, eso era su reputación. Y ahora, podía ver como los puntos de credibilidad disminuían con rapidez frente a sus ojos. Así que sin una mejor opción, intentó reducir su sentido de presencia y dejar que toda la atención se centrara en esos dos. Ya vendría el momento de volver a engatusar al tonto alfa.

Con una cara llena de falsa tristeza, se quedó a lado de su madre. Y en voz baja, le dijo que se fueran. La mujer entendió que esta parecía ser una causa perdida, y aceptó. Para su mala suerte, aunque se levantaron con discreción, el muro de personas les impidió alejarse. Su única opción era esperar a que todo terminara y se olvidaran de ellos dos.

Fue entonces que la mano de Víctor se alzó de nuevo, solo para tocar el aire, pues Noah se había apartado sin discreción de su alcance. Todo el mundo vio la interacción de ambos, ignorando por completo los movimientos de Ángel y Erminia, e inclusive en un consenso general no expresado, guardaron silencio, temerosos de perderse algún segundo del drama ajeno y en vivo.

Los hombres y mujeres mayores, que en un día habitual, no tenían tiempo para preocuparse por los enredos amorosos de la generación más joven, eran los que más veían la escena con sumo interés. Poco faltaba para que se pusieran a comer palomitas.

Noah podía percatarse de las miradas atentas de su público, y pensando que ya había apartado la atención del tema que lo colocaba como un villano invasor de hogares, decidió que quería proporcionarles un buen final.

—Está bien que ya no me amaras… —dijo el chico, ya no con una tristeza falsa, sino con enojo. Esta emoción era verdadera, puesto que ahora estaba hablando realmente por sí mismo, o al menos la versión de sí mismo que había pasado esto por primera vez. Un joven Noah de recién cumplidos diecinueve años, quien esperaba que su novio llegara a su fiesta; y el que en su lugar, solo obtuvo el rechazo de su amado, familia y amigos. —Pero dime, ¿alguna vez te ofendí? ¿Te lastimé?

Es cierto que ya habían pasado varios años de este suceso en su vida anterior, a este punto las heridas ya deberían estar más que sanadas, o en su defecto, cicatrizadas. Pero a Noah no le apetecía quedarse callado ahora. No podía permitírselo. No cuando ya había muerto una vez, y no pudo quejarse jamás sobre lo que sucedió en su vida, desde que Víctor había regresado como el verdadero hijo de los Ballestero.

—Nunca hiciste algo para lastimarme —reconoció con vergüenza el alfa.

A pesar de todo, a Noah en ningún momento le había molestado que Víctor recuperara su familia, pues él mejor que nadie conocía el sufrimiento del otro. Así que cuando la verdad salió a la luz por primera vez, no se quejó; tampoco cuando todo el mundo lo condenó por ocupar un lugar que no era suyo.

Él lo aceptó, pues según lo que sabía, era su padre biológico quién había echo el cambio. Era justo que cargara con la culpa de su progenitor. O así lo pensó en su momento.

Solo ahora comprendía que él no era el culpable. Él no cambió a los recién nacidos de dos familias; tampoco ocupó el lugar de otro a propósito; y lo más importante, nunca mintió sobre sus sentimientos hacia Víctor. En todo momento, lo ayudó por amor, no para chantajearlo o retenerlo a su lado. Quería que el alfa creciera y se superara a sí mismo, aún si en el camino terminaba alejándose de él.

Fue el mismo Victor quien ignoró sus años de amistad…relación, y lo traicionó. Además, había cientos de maneras de decir la verdad, pero el alfa había decidido revelar todo de la mano de su amante y en su fiesta de cumpleaños. Como si le apuntara directamente. Con esto, le demostraba cuanto lo había odiado siempre.

Bueno, pues él nunca fue de los que ponen la otra mejilla para ser golpeados por segunda vez.

Años de agravios, rencores y descontento se reflejaron en su rostro delicado, provocando que Víctor se sorprendiera. Era la primera vez que le veía tan molesto. Ni siquiera en sus peores discusiones, Noah había puesto una expresión así, lo que hizo que quisiera retroceder pero sin el coraje para hacerlo.

“¿Cómo puedo sentirme intimidado por un beta?”, se preguntó, “¡Soy un alfa dominante!”

—…Pero, ¿por qué me odias tanto? —preguntó Noah, atrayendo la atención de todos. —Nunca hice nada para lastimarte.

—Noah…¡yo no te odio! Yo… —Víctor ni siquiera encontraba las palabras para expresarse. Quería pedir perdón, pero no sabía cómo.

—¿No pudiste decirlo antes? Sabes que si hubieras hablado conmigo, ¡yo me habría apartado sin quejas! Tampoco deseo estar con un hombre destinado a alguien más, ni ocupar el puesto de familia de otro. Sin embargo, vienes aquí, en el día de nuestro cumpleaños, para gritarme a la cara que estoy ocupando tu lugar. ¡Pues bien! Tómalo todo —gritó con un tono desgarrador, que a más de un invitado le rompió el corazón. —¡Atención a todos! Les presento a mi ex-novio, y al parecer, al verdadero hijo de los Ballestero.

Sus palabras eran caóticas, aunque sorpresivamente entendibles. Los invitados se miraron unos a otros, y luego al omega que estaba a lado de Erminia. El omega era Ángel Craso, y el alfa… ¿el verdadero hijo de los Ballestero?

Víctor siendo el centro de atención, no le dio importancia a nada, más que a las palabras que acababa de pronunciar Noah. En especial al “ex-novio” que había salido de su boca.

Las lágrimas corrían desenfrenadas por las mejillas de Noah, pero ya no mostraba la apariencia lamentable del inicio, sino todo lo contrario. Lucía como una hermosa rosa que florecía en la adversidad. En ese momento, cuando los invitados se percataron de sus lágrimas, sintieron que el chico estaba en el centro de todo, convirtiéndose en lo único que debía ser visto.

Si, esta era la verdadera apariencia orgullosa de Noah. Incluso cuando acababa de ser desplazado, engañado, convertido en el enemigo, y aunque las lágrimas no dejaban de caer, no se doblegó. En su lugar, declaró su caída con orgullo.

Los presentes no pudieron evitar sentirse atraídos ante la imagen estoica de Noah, era como si una magia los atrajera hacía él. Incluso los alfas veteranos se vieron conmovidos por el chico. Más de uno reprimió el impulso de dar un paso al frente y tomarlo en brazos, para limpiar sus lágrimas. Todo lo contrario a cuando el odio general se cernía sobre él.

Noah, ajeno a la admiración de los demás, se limpió bruscamente las últimas lágrimas que derramaría por este asunto. Las despedidas se habían realizado, los reclamos que debía pronunciar habían sido expresados; ahora podía sentirse en paz y dejar de lado por completo este tema.

Después de todo, una nueva vida feliz le esperaba. Él se encargaría de ello.

El chico estaba por dar media vuelta y dejar todo atrás, cuando un estruendo resonó en el salón, asustando a varios.

Debido al sonido estridente, muchos retrocedieron en pánico, tratando de evitar el posible peligro.

—¡Alto! —gritó alguien, atrayendo la atención del público y calmando el pánico que se estaba extendiendo como pólvora. Por suerte, su grito fue suficiente para detener una posible catástrofe. —Fue mi culpa, yo tiré el arreglo. Me disculpo —dijo el hombre, aunque no sonaba como una verdadera disculpa lo que salía de su boca.

Los invitados y los anfitriones voltearon a ver a un joven que rondaba entre los veinticinco y los treinta. Era un beta, que aunque no destacaba por su apariencia, era bien conocido por todos los presentes. En especial, por los grandes magnates que habían asistido al banquete.

Noah le dio un vistazo superficial al inicio cuando lo escuchó gritar, pensando que no sería nadie importante, pero se sintió aturdido cuando vio de quién se trataba. ¡Ese era Hugo! El secretario principal de Grupo Corporativo Barlovento.

Y donde estaba Hugo…un paso detrás siempre estaba él.

...

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Comments

RainbowRember

RainbowRember

prostipirugolfohijoesumama

2024-03-03

10

315ツ

315ツ

ojala q tu sistema de mrd no sirva para nada

2023-10-23

19

gia

gia

ah la perra se confia de su sistema , ya veras que eso no te va a servir

2023-10-05

13

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