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Noah se sintió estupefacto, pues la simple pregunta de Jerome lo había sacado de órbita. No sabía porqué el alfa frente a él lucía como su esposo…antiguo esposo, pero actuaba de diferente manera al hombre que recordaba.
Si…en esencia parecía ser el mismo, y aún así el chico tenía una sensación en el pecho que lo inquietaba.
El Jerome al que estaba acostumbrado y con el que había vivido por cuatro largos años, era un alfa distante, cruel y arrogante. Alguien que no se detenía a saludar en la calle, mucho menos a pronunciar frases como “feliz cumpleaños” con una sonrisa en el rostro.
¿A quién le importaba que estuviera en silla de ruedas? ¡El hombre de por sí era intimidante sentado en esa silla! No quería ni imaginar la opresión que exudaría si pudiera ponerse de pie. ¡Nadie podría respirar a su alrededor!
Sin embargo, el hombre frente a él sí que se había detenido a saludar, incluso a dar felicitaciones y mantener conversaciones amigables. Esto era demasiado opuesto a lo que conocía.
“¿Olvidar quién eres?”, repitió en su mente.
—Imposible, ¿cómo podría hacerlo? —exclamó, sin dejar de ver al par de ojos negros. Jerome lo contempló con la misma intensidad, y Noah encontró que igual que antes, no podía leer nada de lo que pasaba por la mente del hombre. Y por extraño que pudiera llegar a parecer, eso lo alivió un poco, puesto que estaba acostumbrado a no poder discernir ningún detalle del alfa.
Como sucedió cuando la s4ngr3 no dejaba de brotar de su vientre, quería que Jerome siguiera siendo el mismo personaje indiferente de siempre. Pues en esa indiferencia, había algo que le transmitía un sentimiento de tranquilidad.
—Es bueno que lo recuerdes —dijo el alfa con orgullo.
Noah espió el rostro de Jerome buscando alguna diferencia con la persona en su memoria. Viajó desde el cabello largo, la mandíbula firme, la piel trigueña y tersa, los ojos negros que parecían tragarse todo lo que veían. Y se detuvo en los labios delgados. Fue imposible para él no recordar cierta escena que sucedió en una vida pasada, y se ahogó al pasar saliva.
Un tanto alarmada, Aleida se acercó y le dio un par de palmadas en la espalda.
—¿Estás bien? —inquirió la omega, con una expresión preocupada. Con delicadeza, el chico se apartó cuando estabilizó su respiración. Viendo directo a sus propios pies, el pelinegro oró para que la tierra se lo tragara en ese instante. Pero dios no respondió y lo dejó de pie en su lugar.
“¿Te ahogas solo por recordar un tonto beso?”, se reprendió. “Que vergüenza Noah, ¡que vergüenza!”
—¿Todo bien? —preguntó el alfa, con un tono ligeramente divertido. Las mejillas del chico se enrojecieron aún más.
—En perfecto estado.
—Hugo, trae un vaso de agua —ordenó Jerome sin apartar la mirada del chico, aunque pronto pareció recordar algo. —Por favor —agregó.
El beta acató la orden tan pronto como fue pronunciada, aunque casi se tropieza el pobre luego de escuchar un sencillo “por favor” de su jefe. Jamás, en sus años de servicio, había escuchado las palabras mágicas de la boca del otro. El jefe estaba tan acostumbrado a dar órdenes, que no se detenía en esa pequeña cortesía al hablar, ¿y quién se quejaría? Se trataba de un CEO que trabajaba cada día de la semana, en una ronda laboral de más de doce horas. Con una carga excesiva de trabajo era imposible mantener los buenos modales en cada instrucción que se daba.
Hugo miró al alfa en silla de ruedas, quería preguntar si todo estaba en orden, pero al sentir la mirada directa del jefe sintió un cosquilleo en el cuero cabelludo, tal como si se enfrentara a una bestia temible y poderosa. Salió corriendo, temiendo que el hombre estuviera molesto por algo y ser víctima de su furia si no se alejaba.
Y no solo él, las personas que los rodeaban incluso dieron un paso atrás, haciendo que esa barrera invisible aumentara de tamaño. Los únicos que se mantuvieron en su lugar fueron los guardaespaldas, casi como un par de estatuas. No se movían, algunos incluso pensaban que tampoco respiraban. Nadie podía imaginarse que cada uno sentía el sudor frío correr por la espalda al escuchar el espeluznante “por favor”. Es solo que su trabajo era muy bien remunerado y por esos 000 extras en sus cuentas, podían soportar el suplicio de un jefe tan excéntrico.
—Aún así debo preguntar, ¿cómo es que sabe todo esto? Acaso… —Noah cambió de tema para distraerse de su acto vergonzoso, ajeno a la sorpresa en el corazón de todos. Pero entonces llegó a un pensamiento clave.
Si, lo que dijo Jerome podría ser información muy básica. Una pregunta por aquí y por allá, y cualquiera podría saber en donde estudiaba. El problema radicaba en que para eso, se debía tener un interés previo en la persona o su situación. Y el hombre era indiferente por naturaleza, ¿cómo podría tener el interés necesario para preguntar sobre él y saber dicha información?
No estaban relacionados en ningún aspecto. No se conocían a profundidad, no eran amigos ni tenían amigos en común. ¿De dónde venía la información?
—Es tal como lo piensas —respondió él con una sonrisa ladina. —Antes de venir hoy aquí, te investigué un poco.
—¿Por qué? —el chico sintió que el suelo en donde estaba de pie, dejaba de ser estable.
—Después de todo, eres uno de los mejores alumnos del departamento de Física biomédica. Es obvio que quiera atrapar a una persona con talento y potencial. Me disculpo por mi ofensa.
Noah escuchó y creyó en las palabras sin pensar demasiado, puesto que eso parecía tener más lógica que un Jerome interesado en él. Con una respuesta esperada —y ligeramente decepcionante por alguna extraña razón—, el chico no dejó que su mente divagara en temas inoportunos.
—Sin problema. Comprendo. —Fue todo lo que pudo decir.
Otra cosa que escapó al entendimiento de Noah fue que las “simples palabras” resonaron en los oídos de los invitados, en especial de los viejos zorros que esperaban por las sobras, cuyo significado era más profundo que un extraño “por favor”.
Varios sabían que el hijo de los Ballestero había elegido un camino completamente diferente al padre desde hace un año, alejándose del negocio familiar; en ese entonces, unos aplaudieron su valentía, otros se burlaron de su decisión.
Sin indagar más en el tema, este se desvaneció de sus mentes hasta ahora. Desconocían que el chico fuera alguien tan destacado por sí mismo, como para llamar la atención del Líder de los Barlovento, conocido por su inteligencia en múltiples áreas. Y lo mejor, en una rama tan importante como esa.
Con una potencia así en sus familias, bastaba para poder desarrollarse aún mejor en el futuro cercano, ya que todos sabían que las cosas estaban por cambiar en los próximos años, en cuanto al campo de la ciencia e investigación se refería. Al menos el 80% de los hombres de negocios presentes habían escuchado las noticias susurradas de voz en voz, sobre el nuevo grupo de investigación que se formaría en Universidad H, una de las más importantes del país, para el desarrollo de nuevos supresores y otros medicamentos, que permitirían a todos mantener el control sobre sus instintos.
Hace años eso podría considerarse como un sueño lejano, pero ¿y si el grupo tenía éxito esta vez? La vida como se conoce cambiaría radicalmente. La invención de nuevas máquinas que pudieran determinar el género secundario a una edad más temprana y de una manera más específica, supresores que no generaran adicción, tratamientos contra enfermedades como el trastorno de feromonas…eran muchos propósitos, pero si tan solo pudieran tener suerte en alguno, era un avance gigante para la sociedad.
Y casualmente, el joven Noah era un estudiante de dicha universidad. ¿Quién no aseguraba que el chico pudiera estar dentro del grupo de investigación?
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Comments
Francis Rodriguez
Los guardaespaldas: Si no me muevo no me vé.
2025-03-08
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Francis Rodriguez
Hugo: PERO QUE ESTÁ PASANDO DOCTOR GARCÍA!?
2025-03-08
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Geslaine
jajajja no puedo, quedó tipo: es ese mi jefecito?!!
2025-03-05
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