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Todos parecieron ver las intenciones de la persona de a lado, detrás de esas sonrisas santurronas. Cada uno de los hombres presentes quería aliarse con el joven Noah y con el líder Barlovento. Y aunque temían perder la oportunidad de hacerlo, ninguno dio un paso al frente.

Y esto era porque todos sabían que la ambición era buena, pero tampoco podían masticar más de lo que podrían tragar. Esto traducido en palabras más sencillas: era bueno que tuvieran el hambre de aumentar su influencia, es solo que debían detenerse a preguntar: ¿podían pagar el precio por ello? O ¿siquiera estaban dispuestos a pagarlo?

Seguro, tener a un aliado en dicho ámbito no le vendría mal a nadie. No deseaban comprar información o drogas, simplemente impulsar el talento les podría dar excelentes dividendos, además de incrementar la reputación familiar a nuevas escalas. No obstante, ¿podían atrapar a dicho aliado?

Muchos querían morder sus corbatas al pensar en la excelente oportunidad de oro que se les estaba escapando de las manos. Vieron al chico y un colectivo “si pudiera atraerlo…” rondó más de un corazón.

Con ese futuro deslumbrante ya confirmado en sus mentes, ¿a quién le importaría que el niño no fuera un Ballestero de sangre? ¡Eso era más conveniente para ellos! Sin la intervención de la llamada “lealtad familiar” podría ser reclutado en sus familias.

Fue una lástima que el temible líder de los Barlovento tuviera mejor visión que ellos, y diera un paso adelante primero e intentara reclutar al brillante chico antes de su despegue.

Por su parte, el pelinegro, ajeno a los pensamientos de todos, se concentró en lo que estaba sucediendo con Jerome. No sabía si realmente había algo distinto con el hombre o si solo se trataba de su paranoia, pero por más que le daba vueltas al asunto y miraba a escondidas buscando un posible fallo, su antiguo esposo parecía ser el mismo. Luego de varios minutos de llevar a cabo dicha comprobación y no encontrar nada, se terminó por rendir.

“¿En qué estás pensando Noah? Es obvio que no todo el mundo va a regresar igual que tú.”

Por el momento, que el alfa fuera el mismo de siempre le bastaba. Ya pensaría en los detalles y futuros problemas por la mañana siguiente.

Así que con la mente despejada, se permitió mantener una charla informal con Jerome. Ya que al menos por una vez, quería experimentar esa clase de experiencia innovadora.

Noah casi ríe cuando pensó que debía morir para poder mantener una charla amena con el que una vez fue su esposo.

“¿Hay algo más triste?”, reflexionó con un par de sentimientos encontrados. “Si…casarnos.”

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Al ver su animado intercambio de palabras, muchos de los hombres experimentados desviaron un poco la vista, tan solo para apreciar la expresión del menor de los Craso, tal como si se tratara de un grupo de adolescentes chismosos y no los grandes hombres de negocios que eran. Para su grata sorpresa, el omega mostraba una expresión ligeramente molesta. Más de uno quiso reír. ¿Estaba bien ser infiel,  pero no soportaba ver a su prometido con alguien más? Que ridículo.

Algunas señoras llenas de chismes en sus corazones, incluso se permitieron reír discretamente.

Y mientras tanto, Ángel, quién vio como su prometido lo ignoraba llanamente, no se quejó al principio; por el contrario, se sintió aliviado en su corazón.

Aunque no lo quisiera reconocer, una gran parte de él le tenía miedo al alfa despiadado. Un hombre distante que seguramente no funcionaba ahí abajo de lo frío que era. ¿De qué le serviría involucrarse con un inválido así?

Para el omega, que disfrutaba de la dulzura del amor, era difícil el considerar pasar su vida junto a un hombre tan rígido. Sobre todo, lo que más temía Ángel, era correr con la misma mala suerte que tuvo la primer pareja del villano, ¿y si moría apenas se casaran? ¡Eso jamás!

Por eso prefería a Víctor, un chico que era fácil de manejar y lo más importante de todo, que estaba bien dotado en cuestiones privadas. Hasta ahora, ese chico había sido su mejor amante. Ese fue su principal motivo para mantener un amorío aún cuando eso iba en contra de su impecable imagen pública. Además claro, de la insistencia del sistema. 0010 le afirmó que Víctor era el protagonista de este mundo y que si se acercaba a él y lograba conquistarlo al 100%, podría compartir su halo dorado al permanecer juntos.

Así que sin dudarlo, fue por el chico. Lo único que lamentaba era que el rostro del villano se ajustara más a su ideal, pero no había nada que hacer. Su final feliz estaba con el protagonista. Esa convicción seguía impresa en su corazón.

Su madre a su lado, sin saber lo que estaba pensando, le dio un pellizco en el brazo para llamar su atención. Su intención era evidente, le instaba con la mirada a que se acercara a saludar y mostrar su rostro al imponente alfa, y desde luego, fue ignorada. El omega fingió demencia y no se movió.

Quería reírse. La mujer era bella pero con tanto maquillaje encima, su inteligencia se desvanecía.

Ángel la miró con ojos lamentables por fuera, y desprecio por dentro.

“Es que todo en ella es de mal gusto. Está tan obsesionada con perseguir el lujo que no se da cuenta de que estamos en la cuerda floja.”

Erminia parecía haber olvidado el escándalo que fue destapado hace menos de cinco minutos. La mujer realmente no era el ser humano más brillante. Pero Ángel no tenía ese problema, así que no se acercó y disminuyó su sentido de presencia.

Es solo que cuando vio como Jerome sonreía hacia Noah, una sensación de crisis y celos lo envenenó.

Como si no pudiera permitir por nada del mundo que esos dos se acercaran, o él perdería mucho de lo que había logrado, avanzó hacia ellos, aún con el miedo casi paralizando sus movimientos.

Mientras caminaba, llamó al sistema varias veces en su mente intentando obtener una misión, pero nunca obtuvo respuesta. Parecía que 0010 se había esfumado. El pánico nació en su corazón. ¿Y si lo había abandonado?

Sin esa carta de triunfo, ¿cómo podría seguir ganando contra el otro protagonista? 0010 le había prometido un final feliz, riqueza, amor, todo solo para él.

Con tantos pensamientos en la cabeza, llegó por fin al lado de Jerome.

Con un sonrojo adorable en las mejillas, saludó en voz baja.

—Hola, Jerome —dijo. Su apariencia era dulce y pura. Cualquiera sería conmovido por un chico así. Ángel escuchó como algunas personas perdían el aliento por su actuación, y él sonrió por dentro. ¡Su encanto seguía ahí!

Los puntos perdidos se recuperaban lentamente.

Esta confianza le hizo tranquilizarse y pensar con calma las cosas. Era obvio que 0010 aparecería pronto. Tal vez lo habían llamado del sistema principal. No era la primera vez que no respondía de inmediato a su llamado, había ocasiones en las que tardaba algunos minutos en presentarse.

¿Por qué se había preocupado antes de tiempo?

Con un sentido de seguridad renovado, sonrió brillantemente. Esto provocó una ola de miradas lascivas que recorrían su cuerpo, y él disfrutó de la sensación de ser codiciado por todos. Si…así debería de ser.

Con un rostro limpio y bello, se acercó al alfa. Y pensó que si era capaz de conquistar al protagonista, ¿por qué no podría con un simple villano?

Encima, el alfa era capaz de sonreír con Noah, un simple beta sin mayor encanto que su rostro. ¿No sería pan comido para él hacer un movimiento, si era un omega de muy buena calidad? Su apariencia era superior a la del beta, y ni que decir de la dulzura de sus feromonas. ¿Existía siquiera la posibilidad de perder?

Ángel ignoró por completo el hecho de que antes ya había intentado hacer un movimiento audaz con el alfa, y los resultados habían sido vergonzosos. También pasó por alto que de aquel que ya daba por sentado, ósea Víctor, en el momento en que fue escoltado a la habitación privada, no le había dignado una sola mirada, y en su lugar Noah fue quién entró a sus ojos durante cada paso, hasta que desapareció de su vista.

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