Traté de llamar a la policía, pero mi teléfono no tenía señal. Corrí hacia la puerta principal de la mansión, pero estaba cerrada con llave. Traté de abrir las ventanas, pero todas estaban cerradas y no se movían. Empecé a golpear las paredes, a gritar, a pedir ayuda, pero no hubo respuesta.
Me sentí atrapado, en una pesadilla sin fin. ¿Cómo podía ser esto real? ¿Cómo podía estar atrapado en una mansión con un asesino suelto y sin forma de escapar? Traté de mantener la calma, de pensar con claridad, pero mi mente estaba en un estado de pánico total.
No podía dejar de pensar en Rachel, en cómo su cuerpo sin vida había caído del balcón justo delante de mí. ¿Cómo podía alguien ser tan malvado, tan cruel? ¿Y cómo podía yo haberme metido en esta situación?
Traté de recordar cualquier cosa que pudiera ayudarme a escapar. Tal vez había alguna llave oculta en algún lugar, o una herramienta que pudiera usar para abrir una ventana. Pero todo parecía tan cuidadosamente diseñado para mantenerme atrapado.
La anfitriona apareció de repente, y su sola presencia parecía haber desbloqueado todo lo que antes había sido inaccesible. Abrió las puertas y dejó que la luz del día inundara la mansión. La miré con una mezcla de alivio y sospecha, todavía incrédulo de que hubiera aparecido en el momento en que más la necesitaba.
Pero mi alivio se desvaneció en un instante cuando vi a Rachel. Su cuerpo inerte yacía en el suelo a pocos metros de mí, y sentí que mi corazón se detenía por un momento. La anfitriona se acercó a mí con una mirada fría pero melancólica en sus ojos. Pude decir que ella también estaba conmocionada por la escena.
Intenté hablar con ella, pedirle que llamara a la policía o a una ambulancia, pero ella simplemente me miró con tristeza y dijo que era demasiado tarde para Rachel. La forma en que habló me hizo sentir como si supiera más de lo que estaba diciendo.
Me sentí impotente y abrumado por la situación.
La anfitriona se acercó a mí y me dijo en voz baja: —La maldición ya ha pasado al cuerpo de otra persona—. Me sentí confundido y le pedí una explicación, pero ella solo se disculpó y comenzó a revisar el cuerpo de Rachel.
Me sentí frustrado y enojado, ¿cómo podía ser posible que alguien más fuera víctima de esta maldición? ¿Cuántas personas más tendrían que sufrir?
Pero la anfitriona parecía saber algo más que yo no, y estaba ocupada examinando a Rachel. Me acerqué y la observé con tristeza, su cuerpo estaba frío y sin vida. Sentí una gran pena por ella y me pregunté quién podría ser la siguiente víctima de esta maldición.
Finalmente, la anfitriona se levantó y me miró con seriedad. —No puedo explicarte más—, dijo. —Pero no quiero que te alarmes, mantén la compostura, todo estará bien—
Asentí en silencio.
La anfitriona me pidió que llamara a las autoridades y así lo hice. Mientras esperábamos su llegada, ella revisaba el cuerpo de Rachel. La tensión en el aire era palpable y no podía evitar sentirme como si estuviera atrapado en una pesadilla interminable.
Finalmente, escuché los sonidos de los vehículos acercándose y las luces de los coches de policía que se reflejaban en las paredes de la mansión. Un grupo de policías entró a la casa, encabezados por un hombre de mediana edad con una actitud seria y determinada.
La anfitriona y yo nos acercamos a él y le expliqué lo que había sucedido. El policía se presentó como Albert y comenzó a hacer preguntas detalladas sobre lo que había ocurrido. Me sentí agradecido por su presencia, pero también un poco incómodo por su mirada escrutadora.
—¿Ha notado algo extraño durante su estadía aquí?—, me preguntó el policía Albert con un tono serio.
—La verdad es que sí—, le respondí. —Hay una sensación extraña en esta casa, como si algo no estuviera bien. Y ahora con lo que acaba de suceder con Rachel, no sé qué pensar—.
El policía Albert asintió y comenzó a hacer más preguntas. La anfitriona parecía distante y fría, como si estuviera tratando de mantener una distancia emocional de todo lo que estaba sucediendo.
A medida que la investigación continuaba, me di cuenta de que había mucho más en juego de lo que había imaginado. Había algo extraño en esta casa y en la gente que la habitaba, y me sentía cada vez más atrapado en su oscura influencia.
Los peritos comenzaron a hacer su trabajo en el lugar donde yacía el cuerpo de Rachel, tomando fotografías y recolectando pruebas. Me alejé del lugar, tratando de procesar todo lo que había sucedido y las terribles revelaciones que la anfitriona me había hecho. La idea de que alguien hubiera tomado la maldición de la mansión y ahora estuviera sufriendo como nosotros me aterraba.
Mientras tanto, el policía Albert se acercó a mí para hacerme algunas preguntas. Le conté lo poco que sabía y él tomó notas diligentemente. Su presencia me reconfortó un poco, aunque seguía sintiendo un nudo en el estómago por todo lo sucedido.
Finalmente, los peritos terminaron su trabajo y se llevaron el cuerpo de Rachel para realizar una autopsia. La anfitriona me pidió disculpas por todo lo ocurrido y se retiró a sus aposentos. Yo me quedé allí, observando la mansión con tristeza y sintiendo que nunca volvería a ser la misma persona después de lo sucedido.
Intento mantenerme positivo, pero la imagen de Rachel cayendo desde el balcón aún está fresca en mi mente. ¿Por qué la anfitriona no nos dijo nada sobre la maldición antes? ¿Por qué no nos advirtió de los peligros que acechaban en esta mansión?
Recuerdo por qué vine a este país en primer lugar: para relajarme y escapar del estrés de mi vida cotidiana. Pero este cambio en lugar de ayudarme, solo me ha traído más ansiedad y miedo.
Respiro profundamente y trato de encontrar algo de calma en mi mente. Tal vez lo mejor sea concentrarme en ayudar a las autoridades en su investigación.
Subo lentamente las escaleras hacia mi habitación, tratando de mantener la compostura, pero las lágrimas comienzan a empañar mi vista. Cada escalón que subo me parece más pesado que el anterior, y mi corazón late con una angustia insoportable.
Finalmente, llego a la puerta de mi habitación y la abro con un fuerte suspiro. Me desplomo en la cama y dejo que las lágrimas fluyan libremente por mi rostro. Me siento completamente destrozado por lo que acaba de suceder.
Me siento atrapado en un mar de emociones abrumadoras. Me siento triste, enojado y completamente impotente. Me pregunto si alguna vez podré recuperarme de esto. Quiero huir de aquí, quiero escapar de toda esta oscuridad, pero sé que no puedo. Tengo que enfrentar lo que ha sucedido y seguir adelante, aunque no sé cómo.
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