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EL CEO GENIO

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DESMAYO

LAO

Daniel se puso de pie. Me tomó de la mano. Me abrazó. Tocó mis mejillas y me besó.

— ¿Me perdonas?

Guardé silencio y puse mi cara en su pecho.

Amo a este hombre.

— Te amo Daniel. No quiero dejarte. Perdoname tú también.

— Sabes. Yo tuve mi accidente a mis 19 años y la única relación que tuve fue con una chavala cuando estaba iniciando la universidad y fue algo fugaz. Perdoname si a veces no actuó con madurez o te hago sentir mal.

— Creo que la inmadura soy yo. Me deje guiar por mis celos.

— Y celosa eres bien terca.

— No es que sea terca. Yo también tuve un novio en la universidad y me terminó siendo infiel con una compañera de clase y este tema de la infidelidad me pone sensible.

— Okey. Sabes, quiero bañarme contigo en una tina con pétalos de rosas.

— Solo te puedo ofrecer una simple y plebeya ducha. Además, aunque quiera bañarme contigo no puedo. Ando con mi visita mensual.

— Mmm— subió sus cejas— entonces no habrá baño.

— No.

— Salgamos a cenar.

— ¿Salir a cenar? Estás seguro.

— Si. O prefieres hacer algo diferente.

— Yo solo quiero mi camita. Mira mis ojos están inflamados de tanto llorar. Además, ando con dolor menstrual.

— Acuéstate. Voy a prepararte una cena ligera y en cuanto esté lista yo te la llevo al cuarto.

Segui las órdenes de Daniel. Me fui a acostar. Él salió del cuarto hacia la cocina.

Mariam me había mandado un mensaje.

— Estoy enojada contigo. No tuviste confianza conmigo para contarme tus problemas. Después que salió Daniel de la empresa, se han armado unos chismes fuertes. Dicen que Arlen fue obligada a renunciar. Que el CEO está enamorado de vos. Ya se comprobó que no es gay. Que si es autista realmente. Y un sin número de comentarios.

— Perdoname por no decir nada. Mañana lo hablamos. Ahorita está Daniel aquí en mi casa.

— Okey. Entonces la noche estará caliente. Nos vemos mañana.

Daniel entró.

— Creo que mejor llamo para que nos traigan comida. Es que casi me cortó el dedo.

— Okey. No sabía ese secreto. Puedes llamar.

— Lao. Mudate a mi casa.

Quedé sin palabras.

— Formalicemos. Yo sé que es lo que tú deseas.

— ¿Tú no lo deseas? Y no quiero que te sientas obligado.

— Mañana te mudas conmigo. Así que prepara tus cosas.

— Mmm y tus padres.

— No vivo con ellos. Ellos cuando sepan que tengo una mujer a mi lado estarán tranquilo y dejarán de andar haciendo citas a ciegas.

— ¿Estás seguro?

— Si.

En un momento él cerró los ojos y cayó al piso.

— Daniel. Daniel. Abre los ojos. Daniel.

Corrí en busca del celular y llamé a una ambulancia.

En menos de 10 minutos la ambulancia ya estaba en la casa. Daniel ya habia vuelto en sí. Los paramédicos lo revisaron. Daniel no quiso ir al hospital.

— Daniel. Me asustaste. Vamos al hospital para que te hagan unos exámenes médicos.

— Yo llevo un seguimiento con un doctor privado. Si quieres podemos ir a esa clínica.

— Vamos.

Me alisté rápido.

— Te sientes bien para conducir.

— Amor estoy bien..No te preocupes. No es la primera vez que sucede.

— ¿Qué han sido las otras veces? Daniel dime— el guardó silencio.

Daniel condujo hasta la clínica.

— Buenas tardes doctor.

— Daniel. ¿Todo bien?

— Un desmayo nadamas. Y quiero que me haga un chequeo para que está señorita se quede tranquila.

— Okey. Entonces ya sabes el procedimiento. ¿Ella es tu novia? Perdón que pregunté. Es que siempre viene solo.

— Ella es mi novia.

Miré a Daniel. Era la primera vez que decía que yo su novia.

Él fue al laboratorio para que le realizaran unos exámenes. El doctor me llamó a su consultorio.

— Entonces sabes por todo el proceso que lleva Daniel. Yo llevo años de conocerlo y es la primera vez que viene acompañado por alguien que no es de su familia y eso me alegra.

— Él me contó sobre el accidente.

— Vamos a esperar que venga y vamos a ver qué sale en los exámenes.

— Y las otras veces que se ha desmayado cual ha sido la causa.

— Ha venido por varias cosas. Anemia, falta de oxígeno en el cerebro, etc.

Daniel entró al consultorio.

— Vamos a ver qué dicen los resultados. Anemia no es. Tienes tus glóbulos rojos bien. Sentía dolor en la cabeza.

— La verdad antes de desmayarme no sentí nada.

— ¿Has estado bajo presión?

— Si.

— ¿Sigues visitando al psicólogo?

— Si.

— Bueno, ya le has contado a tu novia de los episodios de ansiedad que sufres a veces.